Cuerpo(s), micropolítica y género en Trabajo Social. Marcos Javier Peralta. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Marcos Javier Peralta
Издательство: Bookwire
Серия: La Universidad Pública publica
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789874948625
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la militancia e incluso como sujetxs intervenidos por el Trabajo Social, con algunxs profesionales fuimos registrando en nuestros cuerpos las decisiones de los modelos clásicos de Intervención del Trabajo Social.

      Por otra parte, en el proceso de reflexión corporizada de lxs profesionales, pude participar de acontecimientos de transformación ahí, en la situación de las entrevistas, ya que con cada unx de lxs entrevistadxs, vivenciamos diferentes situaciones de diálogo: risa , silencio, enojo, rabia y lágrimas, donde en cada entrevista iba aprendiendo a estar con el otrx de un modo que permitiera abrirnos a una experiencia encarnada.

      Mi decisión política y epistemológica de conocimiento situado fue construir situaciones afectivas donde apareciera en mí y en lxs profesionales un abanico de sensaciones, emociones, y una escucha activa–emotiva, la vez que analítica y reflexiva.

      Investigar implicó un movimiento que me permitió tensionar mi marco teórico metodológico, con las experiencias de los profesionales, e interpelarlo. Esto fue posible en las entrevistas desde un estar activo, dejándome afectar a la vez por la risa del otrx, emoción, rabia y aprendiendo a compartir una mirada, un apretón de manos, incluso un abrazo cuando aparecían los llantos o las profunda tristezas. Investigar significó encontrarnos, intercambiar saberes y acompañarnos en las luchas cotidianas, y salir modificadxs de cada encuentro.

      Lo más sorpresivo fue en algunos casos las situaciones de risa prolongada en el medio del relato de situaciones muy dolorosas, pero también reconocerme en el relato del otrx y que me inunde una profunda emoción de la cual no podía recuperarme por días enteros. Esta investigación me ha atravesado y transformado, y cada entrevista, encuentro, charla, mateada, taller, ha sido una transformación ahí, ya que tanto lxs profesionales como yo empezábamos de un modo y terminábamos distintxs, nos cambiaba el tono de la voz, los movimientos, aparecían silencios prolongados, o simplemente nos dábamos un abrazo de agradecimiento.

      Esto no fue casual sino toda una decisión epistemológica ya que hablar de conocimiento situado, de y desde los cuerpos implica que en cada acercamiento, necesitábamos crear una situación de confianza mutua, sobre todo en las entrevistas, donde lxs profesionales pudieran detenerse, mirarse, re-conocerse, en sus trayectorias, para reflexionar, sentir, pensar y crear juntos un universo de sentidos compartidos de estas experiencias de la intervención corporizada.

      En uno de estos encuentros un profesional me decía, a modo de chiste, frente a una pregunta sobre su trabajo lo siguiente: “Bien para empezar un trabajo de corporalidad…. mmm. Primero sos un hijo de puta (risas). He observado que las entrevistas resultaron instancias de fuerte interpelación, donde algunxs consideraron no estar preparados para responderlas e incluso no autorizados “A vos te parece que yo te puedo ayudar con tu libro”.

      En el proceso de investigación que se construyó en dos años, la experiencia vivida consistió en dejarme tomar por toda una problemática que se iba construyendo y reconstruyendo en nosotros (investigador y profesionales), y cada vez con más potencia respecto del Cuerpo y el Trabajo Social.

      En cada aproximación y a medida que pasaban los meses de trabajo, y aún en el momento de la escritura, me convencía cada vez más de que problematizar el lugar del cuerpo en la Intervención en Trabajo Social resulta una urgencia política a discutir, para que devenga estrategia de trabajo en la profesión, como así también en la formación de grado y posgrado.

      Entonces investigar me ha significado entrar en los grandes interrogantes de los profesionales sobre el Cuerpo y el Trabajo Social. Considero que este trabajo me ha aportado nuevas preguntas y que en esta búsqueda no estoy, ni estamos solxs.

      En este devenir que describo, el proceso de investigación se propuso desde una lógica predominantemente cualitativa, utilizando como técnicas principales la entrevista en profundidad y el estudio de fuentes secundarias; incorporando además, mi propia experiencia en el activismo, el trabajo corporal y como estudiante de Trabajo Social.

      Fui realizando un modo afectivo de escuchar las entrevistas, construyendo una escucha corporizada evitando grabar las mismas, sino escribiendo y tipeando en el acto, con autorización de lxs entrevistadxs previamente, para poder capturar la intensidad de una voz que pensaba en vos alta, donde las cadencias de la voz, los silencios, las inflexiones y los suspiros, re-construían los territorios profesionales vividos, habilitando otro sentido, la escucha.

      En esta línea trabajé sobre los argumentos de lxs profesionales involucrados, como así también analicé materiales en diferentes soportes, que daban cuenta de “reflexiones corporizadas”: (memorias de reuniones, entrevistas escritas y sonoras, material audiovisual y diferentes documentos de producción colectiva) que recuperaban los procesos de trabajo de lxs agentes participantes. Todos estos recursos fueron el referente empírico a partir del cual avancé en la obtención, procesamiento y análisis de la información.

      1. En: PERALTA MARCOS (2014) “Hacia la construcción de procesos poéticos y políticos desde cuerpos con-movidos” en Romero Gabriela –Verbauwede Viviana. (Compiladoras) “La intervención en Trabajo Social”. Sujetos Prácticas y Políticas. Edit. Fundación La Hendija. Paraná Entre Ríos.

      2. A pedido de lxs entrevistadxs se reserva el nombre de las instituciones.

      En el taller de teatro comunitario del barrio, trabajábamos con la idea de sujetxs oprimidxs. La metodología del taller consistía en compartir de manera colectiva “las opresiones” y elegir una problemática común y desde allí armar “obritas cortas con finales abiertos”, cuyo desenlace los proponían lxs vecinxs.

      Con este grupo, íbamos de barrio en barrio, haciendo denuncias y conociendo otras, éramos adolescentes teatrerxs comunitarixs. Así comencé a vivenciar con otrxs la pertenencia a un grupo, reconociendo en mis pares la condición similar de opresión de las condiciones concretas de existencia: la pobreza. La pobreza para nosotros no siempre era sinónimo de tristezas, sino que también era la oportunidad de ir de un barrio a otro contando y recuperando historias. Éramos como “las estrellas de lxs pobres”.

      En el año 1996 me mudé a la ciudad de Paraná a estudiar teatro y Trabajo Social, buscando en esta nueva ciudad y en ambas carreras un lugar desde donde comprender la situación de pobreza estructural de donde venía.

      En 1999 cuando decidí dejar la carrera de Trabajo Social en la Universidad Nacional de Entre Ríos, y durante los cuatro años que la cursé, hubo dos cosas que me excluyeron de la vida cotidiana universitaria: la homofobia -aunque yo no reconocía que las prácticas y matrices homofóbicas también atravesaban mi corporalidad- y el neoliberalismo representado en la falta de trabajo.

      En la década de los 90, en la facultad de Trabajo Social de Paraná nos pasábamos horas y horas sentados, en sillas o en el piso del patio de la facultad, debatiendo, tomando mates, haciendo trabajos prácticos alrededor de una mesa, riéndonos, mirándonos a los ojos, emborrachándonos por las noches en las peñas hasta caer al piso. Pero el cuerpo no era mencionado, ni en las clases, ni en el patio, ni en las peñas, no era un tema de época. El cuerpo en la formación universitaria de los 90 era un espacio vedado, pero la homofobia y la lesbofobia estaban en nuestros cuerpos y a la orden del día. Recuerdo que dos profesoras eran llamadas de manera peyorativa “El señor”, por nosotros lxs estudiantes e inclusive por algunxs profesorxs. Estos comentarios surgían como críticas a cierta actuación masculina de las profesoras que se manifestaba en su manera de vestirse, de caminar, el tono de la voz, la manera de pararse y de fumar, todas acciones que no resultaban “esperables, y deseables” para una mujer.