Y con los cuadrúpedos de interés pecuario, los españoles trajeron los conceptos del corral y del ordeñe, que implantaron rápidamente junto a otros elementos culturizantes de dudosa significación, como el trigo, la lechería, la codicia y la avidez por los metales preciosos. A través del cautivante capítulo “Testimonio zoológico de América”, Capdevila demuestra la relación indisoluble entre el shock provocado en los indígenas por los violentos cambios alimentarios introducidos y las primeras epidemias virales americanas (Santo Domingo en 1518 y Méjico en 1527).
En el imaginario colectivo, quedó aquello que las epidemias habían sido rápidamente contagiadas por los conquistadores, frente a una inexistente inmunidad por parte de los nativos. Si así hubiese sido, no habrían pasado tantos años hasta llegar a la pandemia . Y otro dato valioso que aporta el autor: los chamanes nativos, diestros en cuidar la salud de su pueblo y en resolver sus problemas (fracturas, heridas, infecciones intestinales), no sabían cómo abordar los problemas de vías respiratorias (clásico efecto del consumo lácteo y caldo de cultivo de las afecciones virales) pues era un problema inexistente para ellos. Hasta que llegaron las vacas y las cabras y los ordeñes y los cambios alimentarios.
También Capdevilla explica y relaciona la cuestión de la fiebre amarilla, aparecida por primera vez en el puerto de Cádiz en 1700, exonerando al mosquito como responsable y reubicando prandiológicamente las cargas sobre el chocolate, que rápidamente se difundió a través de los puertos europeos, al igual que la también llamada “peste portuaria”. Irónicamente los nativos americanos disfrutaban de su bebida energética (cacao, agua y vainilla) sin acusar malestar alguno. Pero los europeos decidieron “mejorar” el producto, combinándolo con leche y azúcar, haciéndose ávidos consumidores y padecedores del consiguiente colapso hepatobiliar, al que llamaron “peste negra”.
Y así continúa Don Arturo enhebrando esta apasionante relación de hechos, que explica de modo renovador y holístico, el verdadero origen causal de enfermedades humanas y animales (sífilis, brucelosis, tuberculosis, rabia, cólera), directamente relacionadas a la cultura del corral y del ordeñe. Y sobre todo con la productiva pero nefasta propagación de la “moderna” estrategia veterinaria (siglo XIX) de alimentar antinaturalmente los rodeos con derivados lácteos y comida procesada .
LOS ALIMENTOS NO FISIOLOGICOS
Sugerimos profundizar este tema en Nutrición Depurativa, donde se lo desarrolla exhaustivamente [13] . Aquí solamente pasamos revista a aquellos aspectos problemáticos que sugerimos cuidar en el marco de una alimentación viva y fisiológica. El objetivo es orientar al lector en la corrección de sus hábitos, si se pretende acceder a unanutrición vitalizante y en sintonía con nuestro diseño biológico.
Si bien en el capítulo 6 desarrollaremos los elementos de una Despensa Viva, a modo de guía para la provisión alimentaria de nuestro hogar, seguidamente veremos aquello que decididamentedeberíamos obviar o al menos reservar para excepciones sociales y familiares. Cada uno deberá manejar el límite de estas “transgresiones” en función a sus necesidades, urgencias y objetivos personales.
Obviamente que la excepcionalidad no es algo a vivir con sentimiento de “culpa” o “pecado dogmático”. Es parte de la “ cintura” que debemos desarrollar frente a las inevitables opciones; algo que nos hará más conscientes y flexibles. Por cierto que estos deseables atributos caracterizan a una persona evolucionada interiormente.
Pero tampoco debemos caer en las “trampas mentales” que nos generan las adicciones alimentarias [14] y que muchas veces son inconscientes. No podemos engañarnos a nosotros mismos y es elemental que, más rápido pretendemos avanzar en este camino, más rápido debemos alejarnos de los alimentos ensuciantes y desvitalizantes.
Por cierto que las clasificaciones son siempre arbitrarias y en nuestros “alimentos concretos” muchas veces encontramos combinaciones de estos aspectos, pero conviene ordenar este repaso sobre los inconvenientes nutricionales en función a los tres macronutrientes: proteínas, azúcares y grasas.
EL PROBLEMA DE LAS PROTEINAS
Para el consumidor, las proteínas son más difíciles de identificar que grasas y azúcares. Normalmente la percepción apunta a la carne de origen animal; algo que en teoría libera a los vegetarianos del problema. Sin embargo nuestro elevado consumo proteico está fuertemente condicionado por la utilización de lácteos y últimamente por la irrupción, muchas veces imperceptible, de la soja y sus derivados. Veamos cada aspecto en forma resumida.
Cárnicos: calidad y cantidad
A nivel fisiológico, y más allá de sustancias tóxicas presentes en los modernos animales de cría, es importante comprender que laproteína animal es, en sí misma, un factor de ensuciamiento; el organismo humano no la puede utilizar directamente y su desdoblamiento en aminoácidos genera numerosos desechos tóxicos, como el ácido úrico o el amoníaco. Este problema se potencia por el excesivo volumen ingerido, principalmente a través de cárnicos y lácteos. Como veremos luego, nuestras necesidades de aminoácidos pueden satisfacerse fácilmente y con menor ensuciamiento, a través de semillas. El mito de las grandes necesidades proteicas “cae” rápidamente si observamos lo que hacen nuestros “gemelos” fisiológicos. En estado natural, los chimpancés desarrollan buena masa muscular en base a una dieta frugívora.
PROTEINA EN ALIMENTOS (Promedio cada 100g) | |
Tipo de alimento | Gramos |
Frutas frescas | 1 |
Frutas secas o pasas | 4 |
Verduras frescas | 1 |
Tubérculos frescos | 2 |
Semillas secas | 20 |
Legumbres secas | 20 |
Legumbres cocidas | 6 |
Cereales secos | 10 |
Cereales cocidos | 2 |
Panes | 7 |
Carnes | 20 |
Quesos | 25 |
Huevos | 12 |
Leches | 3 |
Sin embargo, nuestra opulenta sociedad de consumo y la condición adictiva de la proteína [15]