Páginas de cine. Luis Alberto Álvarez. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Luis Alberto Álvarez
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789587149838
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Hermosillo, Ripstein y Cazals de México.

      Creo que los problemas de Carne de tu carne son, ante todo, de construcción del guion, de acentuaciones, de equilibrios. El momento de la histórica explosión en Cali (un replanteamiento de la historia que la saca de la cotidianidad burguesa y la precipita en el infierno) aparece demasiado repentino y demasiado breve, a duras penas se alcanza a percibir como choque básico. Por otra parte, la “zombización”, el proceso de descomposición puesto en marcha por la culpa de los protagonistas, aparece demasiado pronto y toda la parte final de la película se ve, en esas condiciones, como una simple acumulación de horrores de género pero sin la precisión y el ritmo que serían necesarios.

      Convirtiendo a los protagonistas en figuras de guiñol, Mayolo pierde la muy positiva carta de la identificación con ellos del espectador. Tendría que haber mantenido en los dos jóvenes una buena porción de humanidad, ternura y fragilidad, con el fin de obtener el impacto, tal vez más doloroso pero también más lógico. Mayolo parece haber tenido los mismos problemas que tiene la joven generación de directores norteamericanos, De Palma y Carpenter por ejemplo, cuyas películas terminan siempre perdiendo el control inicial. En las secuencias finales Carne de tu carne tiene imágenes visuales muy llamativas, la de los ancestros, la de los animales con el cadáver y, sobre todo, las que integran magistralmente nuestro paisaje a la historia, los yarumos, los caminos y la niebla. Pero los momentos que más me convencen en Carne de tu carne están en la primera parte y en las secuencias realistas. La escena con el pago, inmediatamente después de los créditos iniciales (en la que Mayolo demuestra además ser un excelente actor), será siempre antológica en el cine colombiano: la sabia dosificación de violencia hasta el clímax brutal merecen todo respeto. No se borra de la memoria tampoco el cuasimonólogo de Vicky Hernández, borracha y frustrada, un retrato de nuestra upper class como no lo ha escrito todavía ningún novelista. Además hay gran cantidad de detalles que revelan una y otra vez la mano de un actor. Cito uno solo: cuando el joven Andrés va hacia la finca conduciendo un pickup y se queda atascado por un momento en el camino, espontáneamente le da al carro un golpecito como se le da a un caballo. Todas estas cosas indican que Carne de tu carne, pese a ser una película no realista, mítica, no está trabajada con “tipos” sino con personajes y estos personajes mantienen durante toda la película su caracterización de modo muy adecuado: Sebastián Ospina como el militar, Santiago García como el padre (increíble después del insoportable papel en La virgen y el fotógrafo), los rostros campesinos inolvidables de la escena del interrogatorio, la negra Asunción. Carne de tu carne es una película con dirección de actores, con personajes, es la película que le muestra la puerta al sainete en el cine colombiano.

      Carne de tu carne es una parábola, la integración del sueño, la mitología y nuestros traumas mas íntimos a la reflexión sobre nuestro ser y nuestra historia. Es, ni más ni menos, lo que buscó hacer Pura sangre de Luis Ospina, sin que lo lograra a causa de su aproximación gélida e intelectual. Aquí ha ayudado, naturalmente, la apasionada personalidad de Mayolo.

      Por supuesto que no se trata de una película redonda, lograda en todos los sentidos: tiene muchos de los defectos típicos de un primer largometraje, sumados a los problemas de hacer cine en Colombia, con todas las angustias y tensiones a las que aquí se ve sometido un realizador y productor. Pero es una película que demuestra que un cine colombiano relevante es plenamente posible y demuestra, además, que Carlos Mayolo podría ser una figura clave de ese cine.

      El resto es otro cuento: que uno esté o no de acuerdo con esa mixtura de culpas, vampirismo y terratenencia, que uno apruebe o no ese tipo de obsesiones personales con tendencia a lo irracional que colorean esta nueva película. Para mí, personalmente, este no es el mundo en que me muevo más a gusto. En todo caso, me permito recomendar que Carne de tu carne sea vista. Su éxito de taquilla sería la puerta abierta a quienes buscan propuestas diversas a las del sainete en el cine colombiano. Guste o no, es una película que merece la confrontación con el público, la discusión, ser objeto de debate. Háganle el favor de ir a verla, no por limosna sino porque tiene algo que ofrecer.

      El Colombiano, 30 de noviembre de 1983

      Cóndores no entierran todos los días

      Cine colombiano respetable

      Con Cóndores no entierran todos los días de Francisco Norden el cine colombiano entra, sin duda alguna, en una nueva etapa de su desarrollo. Correspondiente a esta nueva dimensión es la acogida que la cinta ha tenido fuera de Colombia. Superada la curiosidad exótica hay un interés internacional por el tema, por la realización, por las actuaciones. Hay quien minimiza los premios, pero en el caso de Cóndores la cosa no tiene sino una interpretación posible: es una cinta que ha sido respetada y apreciada por mérito propio y no veo por qué ello no deba alegrarnos.

      Esto lo digo para que la gente vaya a ver esta película sin ningún tipo de prejuicios ni tensiones, sin la agresividad que con frecuencia desplegamos frente al cine colombiano, fruto de la acumulación de continuas frustraciones. Se trata de una película para la cual el adjetivo más propio me parece “respetable”, una película interesante, temáticamente importante y con una serie de cualidades que deben ser recompensadas (entre las cuales la actuación protagónica no es la menor). Y la recompensa para ese esfuerzo cinematográfico es, más que los premios en festivales extranjeros o nacionales, la respuesta del público para el que fue concebida. Asistir a Cóndores no entierran todos los días es una colaboración importante de parte de los espectadores a un cine nacional como el que muchos desearíamos.

      La cuestión de fidelidad a una obra literaria es un viejo tema. Cóndores no entierran todos los días, ya se sabe, es la adaptación de una obra de fama, de una novela que pretende decir cosas fundamentales sobre la violencia en Colombia. Gustavo Álvarez Gardeazábal, con una claridad mental que otros escritores no tienen, no se ha preocupado en lo más mínimo por el resultado de la película, ni se ha puesto a hacer confrontaciones lamentosas con su literatura. Para él la novela subsiste sola y lo que de ella tome su inspiración no es la novela misma sino algo diferente, bueno o malo pero siempre distinto. Francisco Norden, hombre de la sabana, no quiso meterse al mundo vallecaucano de Álvarez Gardeazábal sino que transpuso la historia a la región del país que mejor conoce: el altiplano cundiboyacense. De ahí que sea inútil buscar en la obra cinematográfica la exuberancia de tierra caliente, el clima anímico original de la obra literaria. La cinta de Norden es todo lo contrario, fría y distanciada, algo que en ocasiones le ayuda mucho y en otras se resiente como problema. Es cierto que una forma elíptica de tratar la violencia y la brutalidad es, con frecuencia, algo deseable. Pero también es cierto que la calidad de nuestra violencia es tan exasperada y satá­nicamente inventiva, que su representación desemocionalizada puede despertar sospechas de cinismo o desinterés.

      Norden ha sido siempre un pulido artesano, tal vez el más pulcro del cine colombiano. Cóndores no es una excepción. Los detalles de ambientación y reconstrucción, los espacios, el uso de los elementos narrativos, el montaje, revelan una sólida tradición. El problema de la película es una cierta frialdad, una cierta rutina y la falta de profundización psicológica en las motivaciones de los personajes. León María Lozano, por ejemplo, el Cóndor, el jefe de los “pájaros”, pasa intempestivamente de ser un ciudadano exageradamente organizado y cumplidor a convertirse en asesino sin escrúpulos. No es suficiente repetir la frase “es cuestión de principios” para explicar una transformación tan profunda o, si no es transformación, para justificar el afloramiento de unas tendencias ya existentes.

      Pero estas cosas suceden en las mejores familias, en las películas más renombradas de los autores más renombrados. El cine colombiano tendrá que ir puliendo y afinando su manera de contar historias y los directores tendrán que dedicar más tiempo a esta tarea, en vez de pasar la mayor parte del tiempo, como ahora se hace, solucionando problemas de financiación, producción, distribución y exhibición. Con todo, Norden ha demostrado que una historia fuerte, contada con solidez, puede suplir en gran parte las deficiencias de un guion que no esté completamente elaborado. No hay golpes de genio en Cóndores pero hay un tema importante y un personaje fascinante, interpretado por un actor excelente. Frank Ramírez es, sin duda, el mejor actor