También podría ser redargüido en cuanto a su “falta de conformidad ante, o una transgresión hacia, la Ley de Dios” en lo que respecta a sus deberes y prioridades como padre. Ciertamente, este libro ha traído convencimiento, incluso a su autor. Pero la crianza en general, y el enseñarle a sus hijos la Biblia en particular, son dos de las responsabilidades dadas por Dios más importantes y que más tiempo consumen. Quiera el Espíritu Santo redargüir-le de cualquier situación para que confiese su pecado ante Dios, y entonces pueda comprometerse a desarrollar un curso de acción que gradualmente le provea un acercamiento más bíblico al usar las Escrituras en la formación de su hijo.
“Desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia.” -2 Tim. 3:15-16
CAPÍTULO UNO
LAS ESCRITURAS Y SUS HIJOS
¿Alguna vez se detuvo a preguntarse qué es lo que está tratando de lograr como padre? ¿Cuál es exactamente su objetivo? Dado que usted es un padre cristiano sólo hay una respuesta definitiva a esta pregunta−y esa respuesta se encuentra en la Biblia. El objetivo supremo que debe tener para sus hijos es el mismo objetivo que el apóstol Pablo tenía para sus hijos espirituales−que sean conformados (progresivamente) a la imagen de Cristo.
“Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros.” (Gal. 4:19)
La Biblia describe esta “semejanza de Cristo” en una variedad de maneras. Términos como “perfecto” o “completo”, “santificación,” y “la medida de la estatura de la plenitud de Cristo “ (por mencionar algunos) son empleados por Pablo (y otros autores del Nuevo Testamento) para comunicar un sincero deseo de ver a quienes están bajo su cuidado espiritual alcanzar la meta de la madurez cristiana.
“A quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre.” (Col. 1:28)
“Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón maduro, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo [los aspectos] en aquel que es la cabeza, [esto es] Cristo.” (Efesios 4:13-15 énfasis añadido)
¡Qué maravilloso! Su objetivo (el cual está intentando llevar a cabo) como padre ya ha sido diseñado para usted en la Biblia. Usted no tiene que preguntarse a quién debe parecerse su hijo cuando usted termine con su formación. Se parecerá a Jesucristo.
Los ingredientes claves
Hay al menos tres ingredientes esenciales necesarios para producir la madurez de una semejanza a Cristo que usted debe esforzarse por producir en sus hijos. Estos ingredientes son El Espíritu, Las Escrituras y el tiempo.
Primero, es necesario que la persona sea transformada a la imagen de Cristo por el Espíritu Santo. Ésta transformación gradual comienza en el interior de la persona, en su corazón. El Espíritu Santo habita solamente en aquellos quienes por la Gracia de Dios confiaron en la obra redentora de Cristo quien murió en la cruz (como sustituto) para pagar el castigo por nuestros pecados (Rom. 5:8; 1 Cor. 15:3; 2 Cor. 5:21). Usted, también, debe depender del Espíritu de Dios para ayudarle a ser el tipo de padre que la Biblia requiere de usted…
El segundo recurso que produce madurez es la Biblia. Ahora bien, la parte interesante que hay que notar es que las Escrituras son necesarias para ayudar a su hijo a entender las cosas básicas de la salvación, tales como su condición pecaminosa y su necesidad de confiar en la muerte sustitutiva de Cristo en la cruz. Como ve, nadie puede ser cristiano sin la Biblia (vea Rom. 10:13-17). El Espíritu trabaja por medio de la Palabra para traer convicción y finalmente, regeneración. (1 Pedro 1:23). Como las Escrituras son capaces (tienen poder) para hacer sabios a tus hijos para salvación, es esencial comenzar a usar las Escrituras desde temprana edad con ellos.
“y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús.” (2 Tim 3:15)
Charles Spurgeon en su libro Come Ye Children: a Book for Parents and Teachers on the Christian Training of Children, dice sobre la frase “desde la niñez”:2
“La expresión, “desde la niñez,” se entendería mejor si la tradujéramos como “desde muy niño;” o, como la versión revisada lo hace: “desde que eras un bebé.” No significa un niño bien desarrollado, o juvenil, sino un niño que ya no está en la infancia. Desde muy niño Timoteo conoció las Sagradas Escrituras. Esta expresión ha sido, sin lugar a dudas, usada para demostrar que nunca es demasiado pronto para empezar a impregnar en la mente de nuestros niños el conocimiento de las Escrituras. Los bebes reciben impresiones mucho antes de que estemos consientes de ello. Durante los primeros meses de la vida, un niño aprende más de lo que imaginamos. Aprende rápido sobre el amor de su madre y su propia dependencia; y si la madre es sabia, el niño aprende el significado de la obediencia y la necesidad de ceder su voluntad a una voluntad mayor. Esta puede ser la nota clave para toda su vida. Si aprende obediencia y sumisión a tiempo, puede ahorrar miles de lágrimas de los ojos de un niño pequeño y otras tantas del corazón de la madre. Un especial terreno de ventaja se pierde cuando hasta en la infancia sin educar.
Las Sagradas Escrituras deben ser aprendidas desde que el niño tiene la capacidad de entender cualquier cosa.”
Sólo en caso de que se esté preguntando si realmente los niños pequeños pueden aprender las Escrituras, permítame relatarle un par de episodios de mi experiencia personal.
Estaba acostado en mi cama una tarde esperando que mi esposa terminara de vestirse cuando me pidió que le trajera algo que necesitaba. Sophia, nuestra hija de dos años de edad, estaba parada entre nosotros cuando yo suspire de mala gana en respuesta a la petición de ayuda de parte de Kim. Inmediatamente mi pequeña niña, quien aún no sabía leer, dijo de la manera más cariñosa, “Papi, deberías ‘hacer todas las cosas sin quejarte o discutir.’”
Varias semanas después (días después de su tercer cumpleaños) los tres esperábamos nuestra comida en un restaurante. La camarera nos trajo un mantel para colorear y algunos lápices de colores para entretener a Sophia en lo que la comida estaba lista. Yo estaba sentado en la butaca, enfrente de las de las niñas viendo a mi pequeña artista profanar el mantel con sus garabatos. En ese momento me puse mi gorra de maestro. El sabio consejero (el que debería haber sabido que una niña de tres años de edad no está mentalmente desarrollada para ello) comenzó a intentar enseñarle a su hija como colorear dentro de las líneas. Agarré un lápiz de color y, desde la parte superior del papel, procedí a colorear tan claramente como podía viendo el dibujo boca abajo. Poco a poco fui coloreando por toda la hoja hasta que mi enorme garra comenzó a desplazar su pequeña mano. Imagine esto. Mi antebrazo y mi mano están apoyados a todo lo largo del mantel, mi mano está al fondo y Sophia no tiene espacio para colorear. En ese momento ella miró hacia arriba y dijo “Papi, la Biblia dice, ‘No te olvides de hacer el bien y de compartir.’”
Mi hija no solamente conocía las Escrituras desde temprana edad, sino que fue capaz de ministrar efectivamente a su padre, quien ya tenía un título universitario. Si mi hija de dos años se beneficia de aprender de las Escrituras, también sus hijos pueden.
Dado que la mayor parte de este libro tiene que ver con el uso práctico de la Biblia, por favor, permítame hacerles unas preguntas difíciles acerca de la medida que usted ministra la Palabra a sus hijos.
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