Navidad en Reindeer Falls. Jana Aston. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Jana Aston
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9788417972370
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en la universidad, hace seis años. Es dulce, por cierto. Simpática. Accesible. Amable. No se parece en nada a su hermano Nick.

      La otra hermana de Christopher lleva el departamento de recursos humanos. Sara trabaja con ella y tomará las riendas en cuanto Martha vaya a jubilarse.

      No puedo decir que me preocupara mucho quién se quedara con el negocio de El Reno Volador en el futuro.

      Tendría que haberlo hecho.

      Porque así es como heredé al Grinch de Reindeer Falls como jefe.

      —Estoy a punto —digo. Parpadea despacio ante mi respuesta y, de repente, pienso cosas guarras como «estoy a punto de correrme»—. De ir a la reunión —añado—. Llegaré a tiempo, lo prometo.

      Vuelvo a mi puesto sin esperar una respuesta y escribo en el teclado. Espero a que se vaya para no tener que recorrer el pasillo con él.

      No lo hace. En vez de eso, se fija en el calendario de Adviento que tengo sobre el escritorio. Lo hice en el puente de Acción de Gracias mientras tomaba chocolate caliente y veía películas navideñas. La decoración de Navidad la puse el fin de semana anterior a Acción de Gracias, siguiendo mi tradición, y así tener tiempo para hacer las manualidades que tanto me gustan.

      —Interesante —murmura y mueve una de las ventanas de cartón. Solo hay diez, enumeradas del dos al seis y del dieciséis al veinte—. ¿Es un prototipo defectuoso?

      —Es mío. —Giro en la silla y se lo quito de las manos. ¿Tiene que arruinarlo todo? Guardo el calendario en el cajón de mi mesa y lo cierro de un golpe. Nick gruñe y se marcha a la sala de conferencias.

      Espero hasta las 9:58 para levantarme. Luego, con una gran exhalación, cojo el portátil y la taza de café y me dirijo a la reunión matutina. Quizá más tarde vaya al centro comercial y me siente en el regazo de Papá Noel para pedirle que le traiga a Nick un corazón de tamaño normal para que deje de ser un idiota integral.

      Después de todo, podría pasar. En Navidad, todo es posible.

      Capítulo 2

      —Lo siguiente en la agenda es la cafetería El Osito.

      Es curioso lo satisfactorio que me resulta oír a Nick decir «osito», porque suena de lo más ridículo cuando viene de él. A veces, me pregunto si se imaginaba que dirigiría la empresa de juguetes de su tío o si tenía otros planes. Sé que creció en Reindeer Falls, igual que yo, pero iba cinco cursos por delante, así que nunca nos cruzamos hasta que regresó para arruinar el trabajo de mis sueños.

      Su hermana es tres años mayor que yo, así que la conocía de vista antes incluso de empezar a trabajar para su tío. Sara fue quien me hizo la entrevista cuando solicité el trabajo. Fue el único puesto al que me presenté porque no tenía ningún plan B para el trabajo de mis sueños.

      Sara se quedó en Reindeer Falls. Se casó con un buen tío que conoció en la universidad, tuvieron un bebé y ahora esperan a otro.

      Nick se marchó.

      Ahora ha vuelto y estoy atrapada con este idiota gruñón.

      Al menos, por ahora. Espero que algún día entre en razón, se marche de Reindeer Falls y se vaya a la gran ciudad. A cualquiera. Ese es mi sueño a largo plazo. Mi sueño a corto plazo es que a Nick lo atropelle un trineo.

      El Osito es mi proyecto. Ahora entiendes por qué tengo que soportar a Scrooge, ¿verdad? Si lo dejamos a un lado, el trabajo es un sueño hecho realidad. Es decir, ¿hola? Me pagan por trabajar en proyectos que implican cafeterías y ositos de peluche.

      —Las obras llevan cuatro semanas de adelanto —informo—. Vamos por buen camino para abrir un mes antes de la temporada alta de verano en Reindeer Falls.

      Tal vez esto te sorprenda, pero Reindeer Falls es el destino turístico de moda. Una ciudad pequeña del Medio Oeste de los Estados Unidos.

      Apuesto lo que sea a que Nick se muere de aburrimiento. Los últimos cuatro años ha vivido en Europa. Sé que trabajaba en Alemania porque su hermana lo ha mencionado un par de veces durante la pausa del almuerzo en la sala de empleados. Lo más probable es que se comprara allí todos los trajes elegantes, porque estoy convencida de que no los venden en los grandes almacenes de Saginaw.

      No estoy segura de que Nick esté hecho para Reindeer Falls. Y eso es lo peor que podría decir de alguien. Es como si un neoyorquino mirase los trasplantes con desdén. Supongo que, cuando los de Nueva York ven que una persona espera con paciencia en el paso de peatones en lugar de lanzarse a la carretera mientras los taxis amarillos pasan casi rozándolos, piensan que esa persona no tiene madera de neoyorquino.

      Reindeer Falls es la ciudad con más encanto del planeta y no hay otro lugar en el que preferiría estar. Tiene 5034 habitantes, lo que es engañoso porque hay una ciudad de cincuenta mil a tan solo veinte minutos. Y Detroit está a hora y media, así que no es como si estuviésemos aislados en un pueblecito en el que se conoce todo el mundo. Contamos con el encanto típico de los estados centrales. El eslogan oficial de nuestra ciudad es «la pequeña Baviera» porque fue fundada por inmigrantes alemanes y la construyeron de forma que pareciese una ciudad alemana. Hasta la fecha, el cincuenta por ciento de los habitantes son de descendencia alemana y aún se aplican unas reglas estrictas en cuanto al estilo arquitectónico para que los edificios nuevos imiten el encanto europeo de nuestros orígenes.

      Es cierto que quizá no soy imparcial porque nací aquí. Y porque me llamo Holly Winter en honor al acebo de invierno. Y, ya que estamos, debería añadir que mis hermanas se llaman Ginger y Noel.

      Sí, a mi familia le encanta la Navidad.

      Mi madre niega que se casara con mi padre por su apellido, pero entre tú y yo, estoy bastante segura de que al principio de su relación solo estaba interesada en poner a sus hijos nombres navideños.

      Pero volvamos a la cafetería El Osito. Me apasiona este proyecto. Una de las líneas de productos de las que me encargo se dedica a los ositos de peluche vestidos con el atuendo tradicional de Baviera. Los fabrican en Núremberg (Alemania) desde hace más de un siglo, y El Reno Volador ha sido la única distribuidora norteamericana de estos peluches durante los últimos cuarenta años. Hasta diseñaron un reno vestido con el traje tradicional de Baviera como el juguete insignia de la empresa.

      Hace unos meses, un local en Main Street quedó libre y propuse alquilarlo para abrir una cafetería donde los niños trajeran sus ositos (o renos) de peluche para tomar el té. Será un destino turístico y un lugar donde los niños de la ciudad celebren su cumpleaños. Venderemos la línea completa de osos de Baviera y los accesorios. Ya sabes, pares de zapatos de tamaño peluche, atuendos para vestir a los ositos de médico, astronauta o gimnasta, y pijamas para niños con otro a juego para el osito. Habrá una clínica para los ositos que necesiten arreglos y un spa para los que necesiten un lavado.

      Lo sé, lo sé. Suena demasiado perfecto para ser verdad. Pero así es la vida en Reindeer Falls y la razón por la que no quiero dimitir y buscarme un trabajo aburrido en otro lugar. Formar parte de la empresa de juguetes El Reno Volador me hace sentir como si fuese un elfo de Navidad, y ¿quién no quiere tener enchufe con Papá Noel?

      Vale, sé que Papá Noel no existe. Pero en mi corazón amante de la Navidad es real, y eso es suficiente para mí.

      Quise llevar a cabo este proyecto desde que empecé a trabajar en la empresa. Los fabricantes de osos de Baviera tienen una versión más pequeña de la cafetería en Núremberg. Quedé fascinada cuando la vi en su página web y decidí que podíamos hacer algo parecido aquí, en Reindeer Falls. Tenemos un flujo de turismo constante. Para empezar, somos un buen destino turístico en los estados centrales. Tenemos alumbrados en los árboles, concursos de galletas de jengibre y un recorrido en trineo tironeado por caballos especialmente diseñado a través del bosque de Reindeer Falls. Vale, no hay un bosque per se. Solo son unos cientos de acres con árboles a las afueras de la ciudad que pertenecen a la familia Hartfield. Despejaron un camino a través de los árboles,