Kierkegaard y su dialéctica analógica. Mauricio Beuchot. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Mauricio Beuchot
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9786079417819
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Alguna relación guarda con su propia trayectoria la descripción que hace Johannes Climacus: después de seguir paso a paso los ritos iniciáticos de la alta especulación, este joven (imaginario) llegó a un punto donde pensó volverse loco y, asustado, se desmayó. Más faltos de juicio andan otros, dirá Kierkegaard. A Hegel, por ejemplo, le resulta verosímil transformar los silogismos abstractos en peldaños de subida al Paraíso.3

      Sin embargo, a los 21 años, Sören tuvo un agotamiento mental, y los médicos le prescribieron descanso, por lo que se trasladó a una casa de campo en la costa, y a una encrucijada de caminos (algo muy simbólico). En 1831 comienza su Diario, por más que la fecha del primer escrito es de 1835.

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      3. Las obras

      Tuvo una intensa actividad editorial. Papeles de un hombre todavía en vida (1838), El concepto de ironía, especialmente en Sócrates (1841). En 1843 publica su libro Enter-Eller (O lo uno o lo otro), Temor y temblor, La repetición y Discursos edificantes (tres series). En 1844, Migajas filosóficas, El concepto de angustia, Prefacios y cuatro series más de Discursos edificantes. En 1845, Tres discursos en ocasiones imaginarias y Estadios en el camino de la vida. En 1846, Postscriptum definitivo y no científico a las migajas filosóficas, así como Una recensión literaria. En 1847, Las obras del amor, Discursos edificantes en diferente sentido, y escribe el Libro sobre Adler, que se publicará hasta después de su muerte. En 1848 termina Punto de vista en mi actividad de escritor, que publicará su hermano Peter en 1859. En 1849, Los lirios del campo y las aves del cielo, Dos pequeños tratados ético-religiosos, La enfermedad mortal y El sumo sacerdote-el publicano-la pecadora. En 1850, Ejercitación en el cristianismo y Un discurso edificante. En 1851, Sobre mi actividad literaria, Dos discursos para la comunión del viernes y ¡Juzgad vosotros mismos!; termina La inmutabilidad de Dios, que saldrá hasta 1876. Asimismo, El instante (serie de diez cuadernillos, 1855). Finalmente, sermones, papeles y su diario.

      Al igual que Sócrates, Kierkegaard dice que no se puede buscar la verdad a partir de lo que se sabe, pues ya se posee; tampoco a partir de lo que no se sabe, pues ni siquiera se sabría qué buscar, sino a partir de lo que no se sabe que se sabe, esto es, lo que se tiene que recordar: es la anamnesis, a través del método socrático: el mayéutico o de la partera. Es recordar.

      Eso explica que el Postscriptum defina la verdad como la incertidumbre objetiva, que se posee en la interioridad apasionada. Lo cual implica que no se trata de ver la verdad, sino de ver cómo cada individuo se relaciona con ella. La paradoja, pues, reside en que buscamos algo desconocido, desde nuestro desconocimiento.

      Nuestro autor se nos presenta, como Michel Foucault, como un filósofo de la diferencia, pero igualmente consciente de que la diferencia total nadie la puede conocer ni entender. Por lo demás, Kierkegaard apreciaba la dialéctica, y podía haber estado a gusto en las discusiones de Hegel con los alumnos aguerridos, en el banquete de Sócrates, o en los caminos con Jesús de Nazaret. Por eso termina su escrito Migajas recalcando que su proyecto va más allá del socrático.

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      4. En busca de la vocación

      Kierkegaard renunció a ser eclesiástico, aunque predicó en ocasiones. En 1849 pidió al obispo Mynster ser profesor en el seminario, pero no se le concedió. Entonces, como tenía una herencia que le permitiría vivir desahogadamente, se decidió a ser escritor. De 1841 a 1842 estuvo en Berlín y comenzó a redactar Enter-Eller. Quería escuchar a Schelling, pero pronto se decepcionó de él. Decía que el viejo maestro sólo parloteaba. Y se regresó a su ciudad. Pero todavía volvió a Berlín en 1843, para escribir La repetición. Y, ya que se había decidido a ser escritor, pensó en ser poeta.

      Quizás dejó de lado ser pastor