Índice
Kierkegaard: su vida y el instante de la existencia
Contexto filosófico de Kierkegaard
La ética de Kierkegaard: entre la situación y la ley
El sentido de la tragedia en Kierkegaard
Analogicidad e iconicidad en Kierkegaard
Introducción
En este trabajo deseo examinar algunos puntos del pensamiento de Sören Kierkegaard, para obtener enseñanzas y reflexiones acerca de la presencia de la analogía en su obra, y beneficiar mi hermenéutica analógica, principalmente con la extraña dialéctica que en este pensador se encuentra, la cual considero que es la que subyace a la analogía.
Comenzaré con la biografía de Kierkegaard, la cual nos aclarará muchos aspectos de su pensamiento, pues la vida está conectada con la doctrina. Igualmente, ayudará a su comprensión conocer el elenco de sus obras.
Daré, además, el contexto general de la filosofía de nuestro pensador, reseñando sus ideas más salientes y los principios fundamentales de su pensamiento. Con ello tendremos un mapa global para después destacar algunos puntos más específicos.
Posteriormente pasaré al importante concepto de la angustia, que parece mover desde lo más íntimo el pensamiento de Kierkegaard, ya que le otorga un papel fundamental y pedagógico, tanto en filosofía como en teología.
A continuación me centro en su concepto de la ética, relacionado con todos sus principios, para ver la manera que propone de sobrepasar el estadio estético y el ético y después saltar al religioso. Tal es el esquema que tiene para el desarrollo humano.
En seguida de ello abordo el tema de la dialéctica en Kierkegaard, ya que, aun cuando fue anti-hegeliano, tuvo una dialéctica, diferente de la de Hegel, precisamente una dialéctica de la diferencia, vertebrada por su concepto de la paradoja.
Eso mismo nos conduce a la percepción de la tragedia en nuestro autor, ya que ésta se halla en la línea de la paradoja. Si Hegel decía que la tragedia griega le había dado la idea de su dialéctica, Kierkegaard vive su misma dialéctica de la diferencia como trágica, porque es la de la paradoja, la cual es angustiante.
Accedo después a la analogicidad y la iconicidad en el pensamiento kierkegaardiano, el cual, como es muy tensional, conlleva elementos icónicos y analógicos bastante fuertes, aunque no los haya explicitado él mismo.
Así llego a unas conclusiones acerca del beneficio que me reporta la meditación sobre el pensamiento de Kierkegaard en vistas a la hermenéutica analógica que trato de desarrollar, basada precisamente en la analogía y la iconicidad, y con una poderosa carga dialéctica, pero de esa dialéctica extraña, no hegeliana, que se encuentra en Kierkegaard mismo.
Creo que aprovecharse de sus enseñanzas es el mejor homenaje que podemos dispensar a un gran pensador, como yo considero a Kierkegaard. Por eso pongo cuidado en señalar en sus obras dónde encuentro la presencia de la analogía y de la dialéctica analógica, que me parece ver en su pensamiento. De esa manera, éste será, para mí, algo vivo y actuante, que me da elementos muy ricos para la elaboración de mi propio pensamiento, el cual no se encuentra tan alejado del suyo.
Kierkegaard: su vida y el
instante de la existencia
1. Preámbulo
En este capítulo deseo presentar la trayectoria vital de Kierkegaard. Es una muestra de su existencialismo. Estuvo centrado en la vida, como existencia que se ejerce, pero en vistas al ideal de Dios. Insistió en el individuo, en contra de la totalidad, del sistema, que veía de manera especial en Hegel. Por eso fue crítico de la modernidad, que veía sin sentido de la vida.
Debido a ello, a través de la vida de nuestro pensador, podemos ir siguiendo su pensamiento, el cual obedece a los estados de ánimo y a las etapas de la existencia que fue recorriendo. Él había señalado en el ser humano tres estadios: el estético, el ético y el religioso. Y los fue saltando, hasta llegar a reunirlos todos en una síntesis muy elevada. Fue el ejemplo que dio en sí mismo. Vivió su doctrina, la practicó, y eso lo hace ser testigo de algo muy grande.
Por lo anterior nos servirá seguir los pasos de su vida, aunque sea a grandes rasgos, ya que es una buena guía para comprender su pensamiento, a partir de las actitudes existenciales que lo sustentaron. Lo haremos basándonos en la biografía que de nuestro pensador escribió Rafael Larrañeta, a la cual le pone el título de La lupa de Kierkegaard, porque él quería tener un catalejo que le permitiera ver a quien amaba.
2. El origen existencial
Sören Aabye Kierkegaard nació en 1813 en Copenhague. Se habla de su carácter triste y angustioso. Ya su mismo padre, Michael, se sentía maldito, y abrigaba una culpa, porque de niño, siendo un pobre pastorcillo, maldijo a Dios por su mala suerte, y con ello aumentó su carácter melancólico. Además, dejó solo a su hijo Sören, por eso éste lo vio como aquel patriarca que levantó el cuchillo contra su hijo, pero que, en realidad, lo hizo contra sí mismo y le heredó la melancolía y la soledad. Por eso Kierkegaard decía: “mi enigma es el de Abraham”.1
Pero Michael le dio a Sören una buena educación, en la que aprendió latín y griego, historia y matemáticas, y en la literatura fue uno de los principales en su lengua. Además, en la Universidad de Copenhague, osciló entre la literatura, la filosofía y la teología. Conocía autores griegos y latinos, así como a los alemanes; estaba familiarizado con la Biblia, podía criticar a teólogos como San Agustín, Lutero o Schleiermacher, y con un examen en teología se graduará como Magister Artium.2
Kierkegaard se inscribe en la Universidad de Copenhague como estudiante de teología en 1830. Martensen fue su profesor (al cual atacó cuando fue obispo) y llevó con él un seminario de historia de la filosofía, de Kant a Hegel, y otro de dogmática. Su universidad acogía la moda romántica y el idealismo alemán. Eso atrajo al joven Kierkegaard, por lo que Andersen (el famoso cuentista, al que había atacado) lo criticaba por romántico y hegeliano. Incluso fue a Berlín, a escuchar a Schelling, por varios meses.
En los apuntes privados muestra su impresión personal fijada, finalmente, en una especie de dialéctica