Todo tipo de gente aspira a seguir adelante en el sur de California.
(1975)
SEMIOTICS OF THE KITCHEN [SEMIÓTICA DE LA COCINA]
Traducción de Gemma Deza Guil
Guion del vídeo. Una mujer con rostro serio, la antítesis del ama de casa perfecta que suele aparecer en televisión, muestra algunos utensilios culinarios sustituyendo su «significado» doméstico por un léxico alfabético de rabia y frustración.
Delantal
Escudilla, licuadora, parrilla
Taza, abrelatas, cuchilla de carnicero, tajadera,
tabla para cortar
Plato
Batidor de huevos
Embudo, tenedor
Rallador
Prensa para hamburguesas
Picahielo
Exprimidor
Cuchillo
Cucharón
Batidora, cucharas medidoras, aparatos de medición
Cascanueces
Sacacorchos
Olla, manopla, cazuela, molinillo de pimienta
Frasco
Fogón, asador, rôtisserie, frigorífico, rodillo
Sartén, fogón, afilador, cuchara, tamiz, colador
Ablandador
U
V
W
Batidora manual
X
Cuchillos en cruz
Y
Cuchillos alzados
Z
Gesto del zorro
(1977)
LO PRIVADO Y LO PÚBLICO. ARTE FEMINISTA EN CALIFORNIA2
Traducción de Eduardo García Agustín
El arte feminista en California tiene rasgos propios aunque, naturalmente, se ha visto influido por una teoría y una práctica más amplias, tanto dentro como fuera del mundo del arte, sobre las que, a su vez, ha influido. Antes de tratar los aspectos concretos de la «escena» californiana, merece la pena hacer algunos comentarios generales. Hagamos, para comenzar, una distinción entre «arte de mujeres» y «arte feminista»: obviamente, no todas las mujeres son feministas. La identificación con el movimiento de las mujeres artistas tampoco implica necesariamente un compromiso con el feminismo (que requiere, según mi punto de vista, una profunda reflexión crítica sobre las relaciones de poder económico y social, además de un cierto compromiso con la acción colectiva). Ni siquiera una identificación consciente con el feminismo convierte necesariamente tu arte en «feminista»3. A pesar de ello, es bastante probable que, antes o después, la obra de las mujeres artistas sea interpretada de acuerdo con los patrones del feminismo. Esto se debe, en parte, a las circunstancias que han rodeado al establecimiento del «arte de mujeres» como categoría. La invención de tal categoría a principios de los años setenta ponía énfasis en los discursos que enmarcan al arte —de mujeres— por la obvia relación de este con factores de naturaleza social. Ello sucedía en un momento en que los temas del sujeto y la agencia se constituían como preocupaciones centrales del arte, y como respuesta a una serie de presiones de distinto tipo que podríamos resumir en la presión que hacían las mujeres por el reconocimiento pleno de su valor como sujeto dentro de la sociedad. Por muy exasperante que pueda parecerles a algunos, no debe sorprendernos que las categorías «mujeres artistas» y «feminismo» tiendan a combinarse y confundirse, ya que el movimiento de mujeres artistas debe, de hecho, su origen, su retórica y sus objetivos al movimiento de liberación de la mujer. A principios de los setenta, la falta de diferenciación entre el feminismo político y el del mundo del arte era algo de lo que todas se beneficiaban. La unidad y el ímpetu del movimiento de las mujeres parecían hacer innecesarias mayores distinciones. Pero tal momento pasó, y hoy asistimos a una renovada actividad teórica.
En California, el grupo actualmente activo en el Woman’s Building de Los Ángeles está desarrollando una lectura del feminismo similar a la que están realizando otros grupos feministas del mundo del arte de todo el país. El feminismo artístico en California, al contrario que en Nueva York, lleva mucho tiempo arraigado en las facultades de Bellas Artes y ha tenido una actitud más educativa que agresiva4. Entre los programas e instituciones más destacables en este sentido se encuentra el programa de mujeres creado por Judy Chicago en el Fresno State College en 1970, que se trasladó, junto con el Programa de Arte Feminista (y de Diseño de Mujeres) al California Institute of the Arts, cerca de Los Ángeles, dirigido por Miriam Schapiro y Judy Chicago (1971-1973; solo por Schapiro entre 1973-1975). También se ha de mencionar la Womanspace Gallery y otros espacios del Woman’s Building (en dos localizaciones sucesivas), dirigidos por un grupo de mujeres, entre las que se encuentran Gretchen Glicksman, Beverly O’Neil, Wanda Westcoast y Judy Chicago. El Feminist Studio Workshop (FSW), creado en 1973 por Chicago junto a la diseñadora Sheila de Bretteville y la historiadora Arlene Raven, es actualmente el principal inquilino del Woman’s Building. Tanto la Womanspace como el resto de las galerías ya no existen. Actualmente, el único programa de formación artística de mujeres en California es el FSW (dirigido actualmente por Bretteville, Raven, la historiadora Ruth Iskin, la diseñadora Helen Roth, la artista Suzanne Lacy y la escritora Deena Metzger), que incluye un programa de ampliación y un conjunto de actividades relacionadas. Cualquier valoración del arte feminista en California ha de tomar como punto de partida el Woman’s Building. Los cimientos teóricos del edificio son, desde el punto de vista de este artículo, el mejor ejemplo de reflexión sobre el arte feminista del sur de California.
La función formativa del edificio ha terminado siendo un problema para sus fundadoras, ya que «encasilla» al edificio, que no se ha convertido en aquel lugar de encuentro para profesionales ya establecidas que preveían inicialmente Chicago y sus compañeras. No ha llegado a consolidarse como un centro de referencia para aquellas artistas cuyas carreras se habían promocionado inicialmente a través de su conexión con la Womanspace y el primer edificio. Su «radicalismo cultural» ha alejado a las patrocinadoras acomodadas de sus primeras aventuras, haciendo que se encuentren siempre en números rojos. La ubicación también supone un problema. Por razones económicas se eligió un lugar bastante alejado de los lugares de donde provienen la mayoría de sus miembros, y las relaciones con el barrio a cuyas afueras se encuentra no han llegado muy lejos. Sería erróneo, sin embargo, culpar a las mujeres de la casa de no haber sido más heroicas, sobre todo por la «respetuosa distancia» que define incluso las respuestas más positivas hacia ellas. El que sean burguesas y caucásicas tiene que ver con la estructura del mundo del arte más allá del Woman’s Building. Sin embargo, su retórica de comunidad solo de mujeres da pie, en la práctica, a acusaciones de exclusividad e insularidad.
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