El número de fascículos cambia frecuentemente a lo largo del trayecto del nervio. Por ejemplo, el nervio peroneo común posee ocho fascículos en el tendón del bíceps, mientras que cuenta con dieciséis en la cabeza del peroné. La figura 4.11 muestra claramente que, cuando hay muchos fascículos, la compresión del nervio es menos peligrosa.
Alteraciones del conducto espinal en movimiento
En condiciones fisiológicas, el conducto espinal dispone de suficiente espacio para que la médula espinal y las meninges espinales sean libres en todos los movimientos. A lo largo de la columna vertebral, no solo se modifica el diámetro del conducto vertebral sino también el de la médula espinal, tal y como se ha descrito inicialmente en el capítulo 2. Además, esta ha de admitir modificaciones longitudinales [5]:
• A nivel de C1, la médula espinal ocupa aproximadamente la mitad del conducto espinal.
• A nivel de C5, llena aproximadamente un 75 % del espacio.
• A nivel de D6, el conducto se estrecha y adopta una forma casi redonda.
• En extensión/flexión de la columna vertebral, todo el conducto espinal se elonga 5-9 cm.
• Los cambios de longitud se producen sobre todo en las zonas cervical y lumbar de la columna vertebral.
La duramadre debe seguir los cambios de configuración del conducto espinal. Esto se produce por plegado y despliegue, así como por movimiento craneal y caudal dentro del conducto vertebral.
• Apunte osteopático
Por lo tanto, el terapeuta ha de procurar que la duramadre se pueda desplegar y replegar (prueba de tensión). A la par, debe asegurar que tenga movilidad frente a los segmentos vertebrales (movilización de las vértebras bajo pretensión de la duramadre).
En función de los movimientos de la columna vertebral, el conducto espinal se altera del siguiente modo [5]:
• Con la flexión, se prolonga la pared posterior del conducto espinal un 20-30 %. La médula espinal y las meninges se desplazan hacia delante, y el conducto espinal se agranda. Asimismo, los agujeros intervertebrales se agrandan un 30 %.
• Con la extensión, se prolonga la pared anterior del conducto espinal un 6-12 %. La médula espinal y las meninges se desplazan hacia atrás, y el conducto espinal se estrecha. Asimismo, los agujeros intervertebrales se estrechan aproximadamente un 20 %.
• Con la flexión lateral, se prolonga el lado convexo alrededor de un 15 % y los agujeros intervertebrales del lado convexo se agrandan, mientras que los del lado cóncavo se estrechan.
• Apunte osteopático
A causa del estrechamiento del diámetro del conducto espinal, las limitaciones de la extensión y la flexión lateral pueden tener una repercusión muy negativa en todas las patologías en la zona de los agujeros neurales que ocupan un espacio, como hernias discales, discitis u osteofitosis. Por ejemplo, se observa que el paciente que presenta una hernia discal lumbar o una estenosis del conducto espinal siempre se coloca en bipedestación con la pelvis «erguida» para reducir el dolor. En estos casos, el terapeuta debe eliminar las lesiones de extensión y flexión lateral existentes para dar al paciente la posibilidad de compensar.
5 Exploración neurológica
Una exploración neurológica se realiza siguiendo siempre una misma secuencia esquemática. Solo si se efectúa metódica y consecuentemente se pueden garantizar resultados fiables y obtener una máxima optimización del tiempo. El sistema nervioso puede provocar multitud de síntomas clínicos, por lo que el terapeuta tiene que decidir con rapidez y eficacia si se indica un tratamiento específico para una dolencia determinada.
Estrategia de exploración
1. Anamnesis
a) Indicios de sensaciones de entumecimiento, parestesias o debilidad muscular. En este caso el terapeuta debe optar por la exploración neurológica clásica.
b) Ausencia de indicios de entumecimiento, parestesias o debilidad muscular. Si es así, la exploración neurológica clásica no suele ofrecer ningún resultado evidente. Esto se debe a que, en la mayoría de los casos, la lesión neurológica todavía no es lo suficientemente importante como para provocar un déficit de sensibilidad o motricidad por la isquemia. A través de la palpación (véase el punto 3 en la columna siguiente) se obtienen resultados más rápidamente.
2. Exploraciones neurológicas clásicas
a) Comprobación de la sensibilidad. En las pruebas de la sensibilidad, el terapeuta pasa suavemente la mano por encima de la superficie cutánea del paciente, para que este le pueda indicar en qué zona corporal hay un trastorno. Para tener éxito con esta prueba, se deben tener en cuenta los siguientes puntos:
• Procedimiento. Hay que desplazar la mano lentamente por encima de las extremidades, ya que, de lo contrario, el paciente quizá no pueda dar indicaciones concretas.
• Exploración simétrica. Hay que elegir una posición en la que se puedan examinar ambas extremidades simultáneamente. La comparación de izquierda y derecha permite al paciente percibir pequeñas diferencias.
• Examen de todas las zonas cutáneas. En el día a día, no se es consciente de todas las alteraciones de la sensibilidad. Cualquier déficit de sensibilidad en el dedo meñique se percibe inmediatamente como molesto. Esto no ocurre así, por ejemplo, en el muslo; a este nivel, puede haber una amplia zona anestesiada, sin que el paciente lo perciba. Por ello, han de examinarse todas las zonas cutáneas.
• Interpretación y resultado (
b) Prueba de la fuerza. La prueba de la fuerza únicamente se realiza si hay trastornos de la sensibilidad. Solo así el terapeuta puede decidir qué músculos (o grupo muscular) quiere comprobar. En caso de que no haya ningún déficit sensitivo, el terapeuta ha de tener una sospecha fundamentada de debilidad muscular (p. ej., indicaciones de los pacientes en la anamnesis o desviaciones en la marcha). Al igual que la sensibilidad, la fuerza se comprueba mediante la comparación de ambos lados (
c) Prueba de los reflejos. En esta prueba, se procede igual que en la prueba de la fuerza. Es requisito que haya un déficit sensitivo o una sospecha fundamentada para comprobar los reflejos (