1. Satisfacción de las necesidades biológicas tendientes a la reproducción y a regular la conducta sexual de sus integrantes dentro y fuera del grupo social al que pertenece. Satisface también necesidades relacionadas con la crianza y cuidado de los hijos y asistencia y cuidado de los miembros más débiles de la sociedad (Montoro, 2004; Hidalgo & Carrasco, 1999).
2. Satisfacción de necesidades psicológicas, lo que produce una matriz de experiencias afectivas y vinculares que van generando la pertenencia sobre la cual se desarrolla la identidad personal. Según Parson (1974, citado en Burgos, 2004), a través del matrimonio, además, contribuye a la estabilización de la personalidad de los adultos al constituirse en el centro de su vida afectiva. Estas relaciones afectivas y de intimidad son la característica más notable de la familia, que actúa como reguladora y canalizadora de los afectos y sentimientos de sus integrantes y, por otro lado, permiten el establecimiento de responsabilidades recíprocas entre sus miembros a partir de las cuales se construye la identidad de la familia y la posiciona como una totalidad distinguible y única (Montoro, 2004; Martínez, 2001; Hidalgo & Carrasco, 1999).
3. Funciones de socialización a través de un proceso gradual que le va a permitir al niño entrar en contacto con la sociedad y sus distintos grupos sociales. Siendo la familia la principal trasmisora de la cultura, cumple funciones de socialización primaria con los niños al enseñarles a comportarse en la sociedad de acuerdo a los cánones que ésta espera y al transmitirles creencias, valores y normas sociales primordiales (Hidalgo & Carrasco, 1999; Martínez, 2001; Montoro, 2004). La especificidad de la influencia familiar en la educación del niño se caracteriza por su duración y continuidad sobre una base afectivo motivacional muy fuerte. La familia también cumple funciones en la socialización secundaria de los adolescentes y adultos influyendo en la forma en que el individuo se inserta en la sociedad y en el mundo laboral (Burgos, 2004). Por otro lado, durante el proceso de socialización, la familia cumple con tareas relativas a la formación de género y transmite la representación cultural que cada sociedad o grupo le asigna a la condición femenina o masculina (Quintero, 2006) con lo que favorece la adquisición de un patrón psicosexual adecuado que permite al individuo identificarse con los de su propio sexo y diferenciarse de los del otro, favoreciéndose así una adaptación integral al medio (Martínez, 2001).
4. Funciones económicas, dado que la familia ordena los comportamientos económicos básicos y más elementales como, por ejemplo, la alimentación y la provisión de servicios básicos y se constituye como un sistema productor y comprador de servicios y bienes para lograr la supervivencia de sus miembros (Montoro, 2004; Hidalgo & Carrasco, 1999). Esta función abarca las actividades relacionadas con el trabajo de sus integrantes, el presupuesto familiar en relación a los ingresos y el cumplimiento de tareas domésticas y el consumo regulado de los bienes y recursos (Reca, 1996).
5. Función mediadora con las distintas estructuras sociales, ya que relaciona a sus integrantes con otras unidades del sistema social. A través de los roles familiares y adjudicación de un determinado estatus, la familia puede ser considerada como una plataforma para las acciones en otras esferas sociales (Hidalgo & Carrasco, 1999).
LA FAMILIA EN CHILE DESDE UNA PERSPECTIVA EPIDEMIOLÓGICA
En Chile, según las estimaciones del XVIII Censo Nacional de Población y VII de Vivienda 2012, existía una población de 16.572.475 personas que incluían un total de 5.729.977 hogares, cifra que representa un 30.2% más que en 2002. Alrededor del 66% de estos hogares se distribuían en las regiones Metropolitana, V, VIII y X. De los datos del XVII Censo Nacional 2002, se puede afirmar que el 83.5% de las personas vivía en familia, situación que se mantuvo sin variación respecto de los inicios de la década de los ochenta (Instituto Nacional de Estadísticas [INE], 2003).
En Chile, las familias nucleares1 siguen siendo una realidad mayoritaria y una aspiración cultural ya que simbolizan la posibilidad de acceder a una vivienda independiente. Este tipo de familia significa, además, menos conflictos con los parientes, la posibilidad de desarrollar estilos de vida propios, mayor intimidad en la pareja y autonomía de los padres en la crianza de sus hijos. Pero implica una mayor carga para la pareja responsable del hogar y el peligro de mayor soledad para la pareja y los hijos en el caso de viudez o separación conyugal.
Por otro lado, si bien la familia extendida involucra la convivencia con otros parientes y, por lo mismo, relaciones familiares más complejas, significa un gran apoyo en compañía y cuidado, especialmente para los menores, enfermos y ancianos. Compartir vivienda y hogar es una expresión de solidaridad que ayuda a la sobrevivencia de todos los miembros del hogar. En 1992, el 15.8% de las familias incluía algún nieto del jefe de hogar, el 8.3% algún hijo casado o separado, 7.8% algún yerno o nuera, 5.5% a padres o suegros y 8.8% a otros parientes. En la actualidad, el 71.8% de las familias extensas corresponde a familias compuestas por hijos allegados a sus padres (Ministerio de Planificación Nacional [MIDEPLAN], 2006).
TABLA 1. ESTRUCTURA FAMILIAR (CASEN, 2006)
Estructura familiar | 1990 (%) | 2003(%) | 2006(%) |
---|---|---|---|
Nuclear | 83.3 | 81.8 | 80.7 |
Extensa | 16.7 | 18.2 | 19.3 |
La estructura familiar predominante en el año 2002 era la nuclear con hijos: 47.8% (1992: 50.2%), pero coexistía con otras formas de familia como, por ejemplo, los hogares biparentales sin hijos y los hogares monoparentales entre otros. Según la Encuesta CASEN (2006), la familia nuclear biparental con hijos representaba el 61.2% del total de familias chilenas. Las familias monoparetales representan al 25.6% y los hogares unipersonales al 13.2% del universo, lo que refleja un aumento sostenido de estas dos últimas formas familiares.
TABLA 2. EVOLUCIÓN DE LOS TIPOS DE FAMILIA (CASEN, 2006; UNICEF, 2005)
Tipo de Familia | 1990 | 2003 | 2006 |
---|---|---|---|
Biparental | 67.3 | 63.2 | 61.2 |
Monoparental | 22.2 | 23.4 | 25.6 |
Unipersonal | 10.5 | 13.4 | 13.2 |
En relación a los hogares unipersonales, se ha observado un aumento en el tiempo de aquellos compuestos por mujeres (54.3% en 1990 a 68.8% en 2006). Según MIDEPLAN (2006), las mujeres mayores de 60 años representan el 60.2% de los hogares unipersonales femeninos comparados con sólo el 33% de los hogares masculinos para el mismo rango de edad. En general, en el caso de los hombres que viven solos, se observa una distribucion más homogénea en los distintos tramos de edad. El mayor porcentaje de hogares unipersonales masculinos corresponde a hombres solteros (51.8%), en cambio, en el caso de los femeninos, a mujeres viudas (43.4%).
Otro de los cambios observados en las familias chilenas es la disminución del número de integrantes que la forman, disminuyendo de 4.4 personas por familia en 1982 a 3.3 en 2012. La mayor proporción de hogares en el país está formado por 3 a 4 personas, lo que refleja una disminución de un 44.9% respecto del Censo del año 2002 (CASEN, 2006; INE, 2003; INE, 2012; Muñoz & Reyes, 1997).
La disminución del tamaño familiar se ha relacionado con el aumento de la esperanza de vida, el descenso de la natalidad y fecundidad, el espaciamiento de los