Bajo esta perspectiva, es posible volver a las construcciones más o menos disparatadas que hemos invocado, entre tantas otras posibles, más arriba. Es evidente que su rasgo principal es situarse enteramente del lado de las producciones míticas “con base en el psicoanálisis”. Como los mitos antiguos, estas producciones se esfuerzan por formular y dominar las angustias ligadas a los cambios históricos, en todo lo que tienen de peligrosamente excitante. Es evidente que “Edipo”, “nombre del padre”, “muerte del padre”, pero también El Señor Falo y la Señora Continente Negro, etc, son de ahora en más, rehabilitadas para la causa del psicoanálisis, con función represiva.
Es por lo tanto indispensable salir de la negación respecto de la dependencia del psicoanálisis con respecto del contexto histórico, y de la confusión que reina en sus propias construcciones. Restituir la historicidad permite distinguir aquello que es producto del contexto (sin intervención alguna del psicoanálisis) y aquello que es producto del psicoanálisis como tal.
La deriva actual del psicoanálisis “mitológico”, capaz de defender obsesivamente las construcciones que ha moldeado sobre la base de formas sociales en vías de revolución, no es inevitable. No sólo es posible actuar de otro modo, sino que ya se ha procedido en efecto de un modo totalmente distinto. En la misma época en que Octave Mannoni transcribía con el vocabulario psicoanalítico el pensamiento colonial, la izquierda psicoanalítica de Fenichel, Simmel o Löwenstein, reconocía como evidencia que en relación con los fenómenos colectivos, el psicoanálisis se construye sobre la base de la historia. Era tal la evidencia a este respecto que el historiador Nicolas Weill, autor del prefacio a la reedición de Psicoanálisis del antisemitismo de Rudolph Löwenstein, considera que la interpretación psicoanalítica se halla en él, según dice, “reducida a una ración tan módica y convencional en relación con las anotaciones históricas, que algunos dudan incluso de colocar este trabajo en la biblioteca freudiana.”23 Recordemos, a este respecto, que el problema de la obra de Mannoni sobre la colonización era precisamente el inverso, a saber que aún estando incontestablemente desprovisto de pensamiento psicoanalítico, no por eso dejamos de encontrarlo, curiosamente, en la biblioteca lacaniana, que no le hace asco al pensamiento colonial. Por otro lado, la obra de Löwenstein es una tentativa de pensamiento que responde claramente al acontecimiento de la Shoah, mientras que el libro de Mannoni se apoya en una masacre cuya realidad el autor escamotea. No se trata de que las referencias de Löwenstein no sean ya las nuestras, sino de que la interpretación analítica del antisemitismo se inscribe ahora, como observa Nicolas Weill, en una coyuntura radicalmente distinta desde que existe el Estado de Israel, y sobre todo después del vuelco histórico de la guerra de los Seis Días. Comparar ese texto con la compilación Psicoanálisis del antisemitismo contemporáneo24 permite advertir, desde otro ángulo, las condiciones reales de una transformación histórica del pensamiento psicoanalítico sobre un “mismo” fenómeno.
Para comenzar, sin embargo, tal vez deberíamos hacer una historia crítica de las relaciones entre psicoanálisis, historia y política. Me parece que se podría, a título provisorio, señalar para terminar algunos de sus giros, reenviando a los trabajos que han comenzado a escribir esta historia. El momento freudiano se caracterizaría por la puesta en perspectiva histórica de un “movimiento psicoanalítico” que atraviesa de manera compleja los otros movimientos de la época (marxismo, sionismo) y no encuentra solución respecto del compromiso entre psicoanálisis y política, ligado en particular a la preocupación por preservar las condiciones de posibilidad de su ejercicio.25 En cuanto al período entre los años ‘40 y los ‘60, convendría reconocerle su importancia y su fecundidad a los trabajos de la Escuela de Frankfurt y al culturalismo estadounidense, escamoteados en Francia por un anti-americanismo nacional que hará escuela en la izquierda, y bajo el estandarte de Lacan, analizante hostil de Löwenstein, también en el “psicoanálisis francés”. En los años ‘60 una parte del psicoanálisis participa del movimiento general de contestación política, anti-autoritaria, que atraviesa los feminismos y los movimientos de minorías sexuales, antes de que la práctica del psicoanálisis se convierta en una salida social individual, provisoria, a medida que los ideales revolucionarios se derrumban.
La cuestión política en el psicoanálisis toma un nuevo giro con el desarrollo de la crítica anti-totalitaria, y la conciencia de que la existencia misma del psicoanálisis como práctica es indisociable de las condiciones de la democracia. A mitad de los años ‘90, la crisis de las bases de la filiación y del parentesco y la cuestión de la política sexual en los países democráticos dividen a los psicoanalistas según el modelo que es todavía el nuestro26 y del cual hemos expuesto algunos aspectos.
1 Conferencia dictada en el Encuentro APA-FEPAL, Buenos Aires, 15 noviembre 2015. Publicado en Vertzner Marucco, Alejandra (comp.), De pánicos y furias. La clínica del desborde, APA Editorial y Lugar Editorial, Bs. As., 2016.
2 Michel Schneider, “Du sang, de l’amour et de la langue”. Penser/rêver 9 (2006): p. 200-216.
3 Theodor W. Adorno, Etudes sur la personnalité autoritaire. Allia, 2007. Trad. esp.: “Estudios sobre la personalidad autoritaria”. Estudios sociológicos II, vol. 2. Akal, 2011.
4 Michel Schneider, Big Mother. Odile Jacob, 2002.
5 Liliane Kandel, “Femmes, féminismes, nazisme, ou : on ne nait pas innocent(e),on le devient” in Féminismes et nazisme. Odile Jacob, 2004.
6 Michel Schneider, “Malaise dans la sexualité”. Esprit (Mai, 2002); y la obra en prensa sobre la “Indiferenciación de los sexos”.
7 Michel Schneider 2006 loc. cit.: p215.
8 Ibid: p216.
9 Ver Eric Fassin “Démocratie sexuelle” en Comprendre. Revue de philosophie et sciences sociales número especial “La sexualité” 6 (Otoño 2005): pp263-276; “Les frontières sexuelles de l’Etat” en Vacarme número especial “Politique non gouvernementale” 34 (Invierno 2006): pp164-168; “La démocratie sexuelle et le conflit des civilisations” en Multitudes 26 (Otoño 2006): pp123-131.
10 Sobre esto, ver Caroline Cardi “La « mauvaise mère »: figure féminine du danger” y Monique Schneider “Le procès des mères” en Mouvements 49 (Enero-Febrero 2007).
11 Charles Melman, L’homme sans gravité, jouir à tout prix. Denoël, 2002. Trad. esp.: El hombre sin gravedad. UNR Editora, 2005.
12 Tampoco las intervenciones hechas