Al amor no se lo sufre, al amor se lo disfruta, se lo goza.
Los conflictos en una pareja no necesariamente tienen que ser para mal o destructivos. Una pareja que desarrolle una buena habilidad de resolución de conflicto, escucha activa, diálogo y capacidad de negociación, aprovechará los desacuerdos como una oportunidad para crecer y establecer nuevos parámetros. Las parejas saludables no pelean, discuten. En vez de atacarse y defenderse, hacen el esfuerzo de escuchar, procesar lo que el otro dice y responder siguiendo el hilo de las cosas.
“El amor sano se mantiene intacto”. El amor rara vez se comporta de manera estática, jamás lo vamos a poder congelar en el tiempo. El amor sano sube y baja, tiene sus momentos de sequía y de desborde, se estanca y por momentos sus fuerzas se invierten, intercambiándose los roles de activo y pasivo entre los miembros de la pareja. De hecho, las parejas que se mantienen juntas se enamoran y desenamoran para volverse a enamorar, una y otra vez. Pero es eso lo que convierte al amor en una fuerza regeneradora y, sobre todo, proveedora de nuevas etapas, proyectos, caminos y experiencias. El amor cambia a cada rato porque su objetivo es sacar a la pareja de la zona de confort y darle nuevos desafíos, nuevos colores, nuevos encuentros con la vida que están compartiendo juntos.
A veces nos concentramos tanto en el final feliz, que no aprendemos a interpretar las señales, a diferenciar entre los que nos quieren y los que no.
(DE LA PELÍCULA “SIMPLEMENTE NO TE QUIERE”)
¿Vale la pena?
¿Cómo saber si una persona nos conviene o no, si seremos felices con él y comeremos perdices como dicen los finales de los cuentos? Los poetas definen el amor como algo mágico, como un flechazo que nos une, como Cupido que llega para no irse jamás, hasta que la muerte nos separe. Pero lo cierto es que, antes de embarcarnos en una relación, nos conviene tomar el toro por las astas e investigar un poco las actitudes y el accionar de estos encantadores señores que luego de la medianoche ¡no son tan príncipes como pensábamos! Y cuanto más aún si algo te está haciendo ruido, no te permite sentirte del todo segura y cómoda con él y está comenzando a molestarte. Es hora de tomar nota. Aquí te detallo algunos ejemplos de luces rojas de alerta para tener en cuenta a la hora de iniciar una relación con alguien:
1. En vez de invitarte a salir a una cita bien planeada y pasarte a buscar, te dice: “Nos vemos en tal lado” o “llega a tal hora”. No confundan una invitación formal con una a “parquear15”.
2. Solo te llama específicamente para tener “encuentros apasionados”, en pocas palabras, sexo.
3. Se desentiende por completo y luego reaparece intenso… y de vuelta se pierde.
4. No es constante, por lo tanto no es confiable y no te sientes segura de llamarlo para cualquier urgencia.
5. Solo te llama o te contacta en momentos claves y bajo situaciones específicas. Por ejemplo: exclusivamente de noche, un día de la semana y muy pocas veces en público.
6. Te falta el respeto, te insulta, te anula, te maltrata, no te toma en consideración.
7. Acostumbra a engañarte, a ocultar una mentira con otra, a llevar una doble vida y llega a creerse sus propias mentiras.
8. Tienes esa sensación de que no logras acceder por completo a su vida. Solo formas parte de un pedazo de ella. Ya ha pasado una cantidad considerable de tiempo y no se ha inmutado en presentarte a sus amigos y familiares. Si a los seis meses no conoces su ambiente, lo más probable es que no entres nunca.
9. Acostumbra a decirte las siguientes frases: “Estoy ocupado”, “no tengo tiempo”, “no puedo”. El hombre que te quiere busca aunque sea un segundo para contactarte o verte. Además, como hoy en día tenemos la tecnología, créanme que no hay excusas. Es más, un hombre que está realmente interesado en ti y no quiere que te preocupes o te hagas ideas equivocadas, te va a decir lo siguiente: “Mi amor, voy a estar demasiado ocupado en una reunión hasta las nueve de la noche, cuando salgo de ahí te llamo”. Es decir que define bien las cosas para evitar malos entendidos.
10. Te dice: “Mantengamos las cosas como están”, lo cual significa que todavía no está pensando en un futuro, o piensa pero no te visualiza a ti en el panorama. Está contigo mientras no aparezca algo más interesante.
11. Se ha puesto muy cómodo y perezoso, no hace ni el mínimo esfuerzo de acompañarte a hacer algo, no es caballeroso, no tiene detalles. Sientes que te toma por segura.
12. Le pone “peros” a sus sentimientos y a la relación. Te dice: “Te quiero pero es que…”, “eres una gran mujer pero es que…”. Esta es la realidad de los peros: cada vez que los escuches, omite todo lo que dijeron antes del bendito pero y presta atención a las palabras que le siguen, ¡ahí tendrás tu respuesta!
13. El punto más importante de todos proviene de tu interior. Tienes esa sensación de que algo raro ocurre, que no te conviene. Jamás subestimes a tu buena amiga la intuición, esa voz interna que te dice “¡heyyyy, pssst!”, “¿qué haces?”, “¡algo raro huele aquí!”. No es momento de armar campamento. ¡Se viene la tormenta! raro huele aquí!”. No es momento de armar campamento. ¡Se viene la tormenta!
El narcisismo de las pequeñas diferencias es la obsesión por diferenciarse de aquello que resulta más familiar y parecido.
SIGMUND FREUD
Un verdadero pavo real
A pesar de lo mucho que se dice sobre amarse a uno mismo antes de poder amar a otra persona, se ha demostrado que el excesivo amor hacia uno mismo, conocido como narcisismo, perjudica terriblemente las relaciones de pareja. Y es que siempre escuchamos el famoso: “Primero yo, segundo yo, tercero yo… y luego los demás.” Es cierto, hay que quererse y cuidarse a uno mismo, pero cuando alguien no ha aprendido a desarrollar el sentido de empatía hacia los demás, estamos entonces tratando con un narcisista o, como yo les suelo decir con cariño, con “un bebote”.
Carta de amor de un narcisista psicópata a su víctima…