Bajo la dictadura y organización autoritaria de la cultura, la universidad es objeto de intervención, neutralización política, reducción de matrícula y control de sus procesos ideológico-culturales. Con todo esto, dice Brunner en 1979, “la universidad de la nueva clase media ha sido liquidada”. Ahora, una nueva organización, “de corte meritocrático, somete la enseñanza superior a los dictados del mercado, el control autoritario y la esterilidad de la purga ideológica”. Es una universidad con una “tremenda debilidad cultural, producto de una estrecha racionalidad subordinada al proyecto y al horizonte cultural del bloque en el poder” (Brunner, 1979d: 16).
El nuevo orden educativo bajo la dictadura
El artículo “Sociología de los principios educativos: un análisis de dos reformas de los planes y programas de la enseñanza básica chilena: 1965 y 1980” (1980j, 45 pp. ) es un texto que combina contenidos teóricos con análisis empírico y que conecta la transformación cultural general, de la que Brunner ha venido dando cuenta, con el cambio en la educación básica. Comenzó bajo la forma de un informe presentado a la Unesco con respecto a la reforma de 1965 a la Educación General Básica, a lo cual suma nuevos análisis que abordan la reforma de 1980. Finalmente, Brunner lo incluyó como capítulo del libro Cultura autoritaria (1981).
Es un análisis detallado del orden educativo derivado de ambos tipos de programas. Para ello, Brunner considera dos principios básicos: (1) el principio pedagógico, esto es, “el tipo de transmisión cultural predominante [en el orden educativo y que] se refiere por lo tanto al proceso de comunicación educacional, a su organización institucional y la relación que se establece en ese proceso entre el educador y el educando”; (2) el principio integrativo del orden educativo, esto es, “el tipo predominante de contenidos transmitidos por el proceso de enseñanza [y] se refiere por lo tanto a los mensajes de la comunicación educacional, a su organización programática y a la relación que se establece entre contenidos educacionales y aprendizaje” (Brunner, 1980j: 3, 4).
Cada principio es considerado por Brunner como una dimensión o eje y con ellos genera una tipología de órdenes educativos.
Gráfico 1. Órdenes educativos, según principios considerados
Cada tipo de orden educativo lo caracteriza en relación con diversos aspectos: roles comunicativos de profesor y alumno, control y orientación del proceso comunicacional, aprendizaje esperado, conductas favorecidas, y otros. Con ello, los órdenes educacionales correspondientes a ambas reformas quedan en zonas opuestas de tal tipología: el de la reforma de 1965 en el cuadrante A y el de la reforma de 1980 en el D.
El orden educacional cuyas bases introduce la reforma de 1965 es llamado por Brunner orden de expresividad social. “La Educación General Básica es concebida por la reforma del 65 antes que nada como un poderoso medio de desarrollo personal y como un medio para la socialización del ethos democrático. En seguida, se la concibe como un medio para difundir las motivaciones, valores y actitudes que permitirían al individuo adaptarse y participar en la transformación de la sociedad” (Brunner, 1980j: 14). El orden educativo de 1965 corresponde a “la concepción ideológica –hegemónica y educativa– de una nueva clase media que en Chile se desarrolló bajo el impulso del Estado de compromiso […]” (Brunner, 1980j: 18). Tal Estado de compromiso de los años 1960 está asociado a: (1) control del gobierno por una alianza articulada políticamente en torno a la nueva clase media y a la Democracia Cristiana; (2) creciente movilización de sectores sociales heterogéneos; (3) presiones por aumento del reparto del excedente. Así, la reforma educacional de 1965 busca la expansión del sistema, la ampliación del reclutamiento de élites a través del sistema universitario y la formación de un nuevo orden escolar para socializar principios y capacidades participativas (Brunner, 1980j: 24; 1981d: 142).
La reforma de 1980 emerge bajo un nuevo patrón de dominación, bajo un Estado autoritario-represivo. En él, una clase opera bajo la protección de ese Estado, controla los procesos de acumulación y creación. En esta forma de dominación el disciplinamiento de la sociedad reemplaza la legitimación comunicativa del orden. Esta reforma sustituye el orden educativo para la expresividad social por un orden para el disciplinamiento social. Este nuevo orden “se organiza […] en torno a un criterio de diferenciación social que debe hacer posible, durante el período de la primera socialización escolar, encaminar a los individuos hacia sus posiciones adultas previstas, que se hallan fijadas relativamente por el origen familiar y social de cada uno” (Brunner, 1980j: 30).
El nuevo orden educativo reproduce la desigual distribución de las competencias culturales. La enseñanza básica se vuelve primordialmente instrumental, en vinculación al mercado laboral, en lugar de incorporar a los estudiantes a un horizonte cultural más amplio, facilitando su participación en la creatividad social; solo cabe participar en la producción y en el mercado. La creatividad social queda restringida a un grupo de propietarios de capital y a ciertos aparatos estatales. De esto se deriva que “pueda decirse que el nuevo orden educativo emergente sirve al disciplinamiento de la sociedad, y que está siendo diseñado para reforzar el modo de dominación autoritaria” (Brunner, 1980j: 43).
Este es un artículo que, aun conteniendo la típica complejidad argumentativa de Brunner, incluye muchas referencias empíricas que remiten a la situación de la educación en el país. Es un texto con potencialidades para ayudar a los actores del sistema educacional a examinar su propia situación y a tener argumentos para cuestionar la reforma en curso. De hecho, Brunner dice que publica este texto “en la esperanza que pueda servir a los profesores de la enseñanza básica que hoy discuten vivamente sobre los cambios que está experimentando el sistema escolar chileno” (Brunner, 1980j: prólogo, sin número de página).
El sistema educacional en perspectiva larga: el siglo XX
Luego de los anteriores estudios sobre las reformas de la educación de 1965 y 1980, Brunner amplía su mirada histórica a todo el siglo XX. En “Educación y hegemonía en Chile: 6 proposiciones” (1981c) analiza la relación entre sistema educacional, hegemonía cultural y estructura social, en el período 1900-1980. En este texto, junto con la referencia a diversas investigaciones nacionales, hace extenso uso de cifras como evidencia de las transformaciones que describe.
En contra de lo que se afirma en cuanto a que hasta aproximadamente 1930 la educación proveyó una socialización tradicional para el mantenimiento del orden de acuerdo a los valores de la clase dominante, Brunner sostiene que posibilitó la lucha ideológica entre concepciones y fuerzas sociales y culturales en disputa. Frente a un proyecto oligárquico de integración nacional, se impone un proyecto nacional de integración democrático-burguesa, representado destacadamente en Darío Salas. Así, las reformas de 1920 y 1928 tienen un sentido progresista de construcción de una hegemonía no oligárquica. Por medio de esta educación aumenta la influencia social de profesionales, intelectuales y profesores, pero es una educación selectiva en el ingreso a la educación secundaria y universitaria, y que mantiene la estratificación.
Entre 1930 y 1950, se profundiza la perspectiva de un proyecto nacional de integración democrática en torno a un capitalismo de Estado. Se amplía la Enseñanza Media que acoge a nuevos sectores medios. Se mantiene, de todos modos, el predominio de la “alta cultura”, que excluye la cultura popular, y las escuelas se mantienen estratificadas de acuerdo a privilegios sociales. Al respecto, Brunner afirma que “el sistema educacional ha sido usado eficazmente como un instrumento de diferenciación social”, afirmando una hegemonía cultural mesocrático-burguesa aun en tiempo de gobiernos progresistas (Brunner, 1981c: 11).
Desde los años 1960, especialmente de la reforma de 1965, la educación será concebida y usada como mecanismo de construcción de la modernidad, de expansión democrática y de afirmación de una hegemonía mesocrática de integración