Ahora digo, «¿cuánto vale ahora todo ese tiempo pasado con Enrique?». «Pérdidas que aguardan ganancias son caudales redoblaos», decía él. Cuando Enrique se enfrentaba con las compañías, una de las razones era la propiedad de la grabación y la autoría. Yo no lo entendía. «Si te lo gestionan todo ellos, te dan dinero y te invitan a comer, ¿para qué quieres una editorial?» Enrique me decía, «Antoñito, nosotros hacemos discos para dentro de diez años». Él ya sabía que si luego quieres reeditar un disco, no te hacen caso, se pierden los másters y no hay manera humana de acceder a ese material.
J: Morente era un artista potentísimo y con unas ideas muy claras de todo lo que estaba haciendo. Era un artista auténtico e independiente como tienen que ser todos los artistas. Si no eres independiente, no eres artista siquiera. Y eso él lo tenía claro después de mucho tiempo de pelea.
ANTONIO ARIAS: Todo lo que aprendí del rock me lo enseñó un flamenco: ese es mi resumen de los 90. Manda cojones que te lo enseñe un cantaor, pero no te lo puede enseñar cualquiera porque el rock español no tiene esa longevidad artística. Uno se desvanece por sus problemas o por lo que sea, pero no hay ese estar siempre al pie del cañón, luchando y luchando.
J: El flamenco es el indie de hace cuatro siglos. Los flamencos llevan cuatro siglos haciendo indie, una música que pertenece no solo a una cultura underground, sino que ha sido perseguida. Para defender esa cultura, los gitanos se han tenido que esconder. Hay muchas culturas contrarias a la cultura mayoritaria y el flamenco es una de ellas. El flamenco ha transmitido esa tradición desde las cuevas, sin que nadie se enterara. Por eso los flamencos han sido recelosos de la industria y de la sociedad.
ANTONIO ARIAS: Como decía Joe Strummer en un documental sobre los Clash, nosotros cometimos todos los errores de este negocio y nos inventamos tres o cuatro más. J a veces me dice, «yo me he fijado más en tus errores que en tus aciertos». Los Planetas es otro grupo que, en cuanto entró en una multinacional, empezó a dar problemas. Siempre han sido muy porculeros con la compañía. Lo mismo es por ser de Graná.
BEMBIBRE
CON LUIS CALVO (ELEFANT), MIGUEL MORÁN (FIB), MONTSE SANTALLA (ELEFANT), COVA DE SILVA (PENELOPE TRIP) E IBON ERRAZKIN (AVENTURAS DE KIRLIAN / LE MANS).
En esta localidad minera de León, situada en la depresión del Bierzo, un territorio orográficamente angosto donde en los años 80 no llegaba la onda de emisoras como Los 40 Principales, creció Luis Calvo, fundador del sello Elefant. Y a pocos kilómetros, en un pueblo de apenas treinta habitantes, nacieron los hermanos Miguel y José Luis Morán, directores del Festival Internacional de Benicàssim.
Un adolescente Luis Calvo en la buhardilla de la casa de sus padres en Bembibre. (Cedida por Luis Calvo.)
DE LA MINA AL UNDERGROUND
LUIS CALVO: Nací en Madrid en 1968. Mi padre es ingeniero de minas y mi madre, ama de casa. Mi abuelo, el padre de mi padre, era picador. Empezó a trabajar en la mina con catorce años, acabó comprando una mina en el Bierzo, hizo dinero y se fue a vivir a Madrid. Murió muy joven, de silicosis.
Mi padre nació en un pueblo al lado de Bembibre, Montealegre. Hizo la carrera en Madrid, donde conoció a mi madre, y cuando acabó la carrera se hizo cargo de la mina de mi abuelo porque era el único chico de los cinco hermanos. Y nos fuimos todos a vivir a Bembibre.
Yo soy el pequeño de cuatro hermanos. En casa siempre ha habido una gran afición musical. A mis padres les gustaba mucho la clásica, pero tenían discos de los Beatles, de los Beach Boys… Hemos chupado mucha cultura. Desde pequeños hemos ido al teatro y al cine con ellos. A mi padre le encantaba la música brasileña, el northern soul y tenía una colección de easy listening brutal. Era normal tener música sonando en casa.
Mi madre tocaba la guitarra y mi hermana, también. Eran un poco hippies y los fines de semana, cuando éramos pequeñitos e íbamos a merendar al campo, tocaban canciones de ABBA.
MIGUEL MORÁN: Nací en 1962 en San Facundo, un pueblo de unos treinta y cinco habitantes al lado de Torre del Bierzo. Somos seis hermanos. Mi hermano Jose es del 67. Entre mis hermanos y mis padres éramos el 25% del pueblo.
Mi padre era minero y se dedicaba al campo. Empezó a trabajar a los doce años en la mina y murió de silicosis, la enfermedad de los mineros. Mi madre se dedicaba a la casa y al campo. Tenían poca afición musical.
En el pueblito había una escuela, pero para los hijos de mineros con pocos recursos había unas becas del estado para estudiar interno en colegios. Desde los diez años estuve interno en Palencia, en Zamora… Con jesuitas, con salesianos… Solo volvía a casa por vacaciones. Me saturé de tanta iglesia y dejé los estudios pronto.
LUIS CALVO: Mi padre tenía un casete grabador, grababa los programas de Aplauso y los escuchábamos en el coche cuando íbamos a Madrid en Navidades o a Alicante en verano. También grababa muchas cintas. En una cinta metía a ABBA, los Beatles, Elvis, Los Ángeles, Serrat… No recuerdo que no me gustase algo. Nunca tuve ese rollo de «esto no me gusta porque lo escuchan mis padres».
Cuando salió el primer equipo compacto, con radio, casete y tocadiscos, mi padre lo compró. Estaba en el salón, pero no se podía tocar entre semana. Los sábados yo me ocupaba de limpiar el salón. Era la manera de estar cuatro horas escuchando música. El olor a Centella me trae el recuerdo de los discos de Los Pistones, Aviador Dro y todo lo que escuchaba mientras quitaba el polvo.
En Bembibre había tiendas de electrodomésticos en las que vendían discos. Los padres de uno de Guedeon Della86 abrieron una. Yo oía canciones en Radio 3, pedía los discos en la tienda y me decían, «no lo tengo, pero el martes viene el que los trae». Y los martes, cuando venía el viajante, yo rebuscaba entre las novedades que la tienda no quería. Llegaba con el coche y en la parte de detrás tenía los discos en cajas. Al principio no me dejaba meterle mano a los discos, pero más adelante, sí. Le pedía cualquier disco y, si no lo tenía, lo traía la semana siguiente.
Aunque vivía en un pueblo, había muchas maneras de enterarte de las cosas. Cada semana tenías en televisión Caja de ritmos, Pista libre, Musical express… Veía todos los programas. Y en La edad de oro veía a los Residents, a Parálisis Permanente, a Psychic TV… Cada semana podías descubrías uno o dos grupos nuevos.
MIGUEL MORÁN: Mi afición por la música viene de Radio 3. Era lo único que se oía en ese pueblo tan pequeño perdido en la montaña. En San Facundo vivía un primo un poco mayor y muy musiquero. Estábamos todo el día en la calle escuchando Radio 3. Entonces escuchaba a Bob Dylan, a los Rolling Stones, a los Creedence…
El carnet que acredita a Luis Calvo como mutante número 161 del club de fans de Aviador Dro. (Cedida por Luis Calvo.)
LUIS CALVO: En Bembibre solo se escuchaba Radio 3. No llegaban Los 40 Principales.
En el año 81-82 descubrí, sobre todo a través de Esto no es Hawaii, a los Zombies, a Alaska y los Pegamoides, a Radio Futura, a Los Secretos… El Diario pop era más música internacional: los Cure, los Psychedelic Furs… Yo escuchaba música de todo tipo: los Cure, Siouxsie, Kraftwerk, Talking Heads… Y me encantaba. Pero, para mí, escuchar a los grupos en castellano, vivir el nacimiento de DRO y de las compañías independientes fue muy fuerte.
La gente no creía en la música española en el año 81-82, pero para mí era muy importante. Lo mío entonces ya era una lucha personal por difundir todo eso. Con trece años grababa cintas a toda la gente del pueblo y estaba en contacto con DRO, Tres Cipreses, Spansuls… Les pedía discos por correo y me mandaban alguno de regalo. Era muy fan de Aviador Dro. Con quince años tenía mi «carnet de mutante». Mi trabajo de filosofía