JAIME GONZALO: Sería imposible pensar en Los Bichos rebajándose la graduación. No hubiesen perdido un segundo con esto. No entraba en sus esquemas. Hubiesen preferido no grabar. Los grupos del indie ya estaban domesticados de antemano. Ni siquiera se lo planteaban como una aventura romántica. El rock o el pop en el indie era un objeto utilitario: tenemos medios para llegar, tenemos un público de amigos del instituto, tenemos un sello que nos edita, nos hace caso la prensa y tenemos una coyuntura magnífica. Nadie se planteaba mucho más. A Josetxo el éxito le hubiese gustado, pero tampoco se encontraba mal en su pequeña cuota de mercado.
Se quejaba de que, siendo un genio, no le hacían ni puto caso, pero la genialidad dista mucho del pop; o la genialidad tal y como él la pretendía. Él intentó publicar en Subterfuge, pero su música era igual de corrosiva. El disco que sacó en solitario en Triquinoise todavía zumba. ¿Quién iba a poner eso en la radio? El indie que la gente quería era «Chup chup» y El Inquilino Comunista, cosas cristalinas que para mí eran lo mismo que en su día fueron Los Brincos y Los Mustang. Exactamente lo mismo, pero con otras coartadas culturales, con otro decorado de fondo.
FERNANDO PARDO: Josetxo fue varios días a Subterfuge, pero Carlos pasó de él. Y veías cómo, día a día, se iba desinflando. Muestra muy bien el choque brutal del espíritu de una época y cómo había cambiado el mundo.
Josetxo era un tipo con mucha energía, pero a la vez, simplemente andando por la calle, le escocía la realidad. También era muy orgulloso y echado p’alante. Complicado. En el momento en que le tumbabas, le podías tumbar mucho. Se fue muy tocado de esa visita a Madrid. Se fue con la sensación de «madre mía, igual todo se ha acabado».
IÑIGO PASTOR: Carlos, que era fan número uno de Los Bichos, cuando pudo hacer algo por Josetxo, no lo hizo. Josetxo confiaba mucho en ello, y Carlos no le dio la más mínima chance, pero eso va en la propia definición de Subterfuge. Josetxo se sintió muy dolido, pero también es cierto que, en cierto momento, perdió fuelle e inspiración y siguió con su personaje, con su máquina de hacer ruido, actuando él solo… Ahí se descolgó un poco. Se le agotó la inspiración. Pero, si lo piensas bien, Josetxo llevaba desde los doce años montando grupos. Ya no era un crío.
MURKY LÓPEZ: A mí todo esto de Subterfuge no me lo contó nunca. El ego de Josetxo era tan grande, para bien y para mal, que lo mismo no me lo quiso contar para que yo no supiera que no le hacían ni caso.
Se quejaba mucho de que malvivía, pero cuando daba un concierto y no venía nadie, lo terminaba asumiendo y, cuando llevábamos un rato saliendo por ahí, se le olvidaba. Siempre se quejaba, pero aquel era solo un palo más. Le habían dado tantos que aguantaba. No le recuerdo llorica. Le echaba un par de huevos y seguía adelante. Orgullo no le faltaba.
Josetxo me pasó una maqueta de cuatro temas grabados con Asio. Me dijo, «es para que la tengas, pero no quiero hacer nada con esto porque no me he quedado satisfecho». Para que estuviera un poco ahí, en activo, le dije de sacar una canción en La legaña sinfónica40. Salió, aunque a regañadientes. Le tuve que insistir mogollón. Era muy perfeccionista en todo lo que hacía. Él no era un chapucero. Los conciertos le salían así porque se ponía muy nervioso, pero las portadas, la música que grababa y los dibujos estaban muy trabajados. Y siempre se quedaba insatisfecho.
PIONERO POR ACCIDENTE
JAIME CRISTÓBAL: A veces salía la conversación sobre si Josetxo era o no el padre del indie. Y en entrevistas ya dejó dicha su opinión. No era ya renegar, es que era otro planeta. Los Bichos grabaron en un sello independiente de los 80, pero los sellos independientes de los 80 eran otra cosa. Y circunstancialmente grabó en inglés. Y fue de los primeros, sino el primero, que lo hizo de forma consistente. Pero en el fondo él venía de otro mundo. La gente que cantamos en inglés en los años 90 lo hicimos porque lo aprendimos en el cole. Tocaba como ruptura, era algo más generacional. Él vivía en su universo. Es casi una coincidencia que fuera un pionero.
En entrevistas de la época entre Color Hits y Bitter Pink le preguntaban por grupos nuevos. En una mencionaba un par de bandas nuevas que le parecían interesantes: Dinosaur Jr. y Sonic Youth. Curiosamente, años después hablaba pestes del noise y del indie. Musicalmente le parecía algo sin actitud. No era rock and roll como lo podía entender él: una cosa más Iggy Pop, más de actitud, más de imagen… El indie era una cuestión más de sonido. Y otra imagen. Era otra cosa. Eran ya los 90. Y, por cuestiones de edad, igual él ya vio una brecha.
GERMÁN CARRASCOSA: Josetxo aún hablaba más pestes que yo del indie. «¡Estos Sonic Youth de los cojones!» Renegaba mucho, aunque tenía discos de Sonic Youth, Dinosaur Jr., Pixies… Lo que ya no le gustaría fue lo que derivó de aquello. Vio que muchos grupos no aportaban gran cosa.
JAIME CRISTÓBAL: Siguió ensayando con varios grupos, pero llegó un punto en que la cosa simplemente decaía. Y a veces la decadencia venía por el tema personal. Josetxo podía llegar a ser muy desagradable y hasta cruel. Era el líder, pero se puede ser líder con guante de seda o con guante de hierro. Y quizá era de esas personas que se acaba quedando sola porque la gente al final se harta. Tratar con él a nivel personal era complicado.
La bohemia es dura y te metes en esto con todas las consecuencias, pero como en el trato era bastante áspero, la gente se iba cansando.
ROBER!: Asio fue técnico de sonido de directo de Atom Rhumba un año y medio. Venía a casa cuando estaba limpio de heroína. A todo lo demás le dábamos. Se pillaba unos pedos… Él era el único que cobraba en el grupo y, en cuanto le pagábamos, esa misma tarde invitaba a todas las tías del bar. ¡Botella de champán! Volvió tocar con Josetxo para retomar lo de Los Bichos. No sé si asoció volver a tocar con lo otro, le picó el gusanillo y… a tomar por culo41. Era otro que tenía todos los planes: acababa de grabar, tenía un estudio, se iba a comprar un caballo… Le gustaban los caballos.
JAIME CRISTÓBAL: Cuando murió Asio, Josetxo lo sintió muchísimo. Le gustaba llevarlo al lado romántico y trágico. Aunque nos molestase que cuando murió Josetxo alguno de los textos que se publicaron lo hayan llevado al lado de la mitomanía, al morir Asio de sobredosis, él también intentó revestirlo. Le preguntabas si estaba bien y te decía, «el rock and roll, es lo que tiene…».
CARLOS GALÁN: Era un grupo que nos parecía fascinante, pero que veías que se empezaba a morir. Se murió Asio, se murió el batería… Lo veías desde fuera y pensabas: «Qué fuerte». Más que nada porque reunía ese imaginario que habías visto en grupos de fuera.
MURKY LÓPEZ: Josetxo era una de las personas a las que peor se le daba pensar en negocios o en ideas para sacar algo de dinero. Él era artista y lo demás se le daba fatal. Sería Iñigo quien propondría a Oihuka y a Josetxo recopilar todo su material42 y reeditarlo, como una manera de rescatarle una vez más. Yo maqueté el libreto y la portada. A veces me tocaba llamarle, quedaba con él, me traía una foto… Hubo al menos cuatro citas para completar el disco. Cada vez que venía a Madrid era una locura. Vivía más de noche que de día. Venía a casa y acabábamos a las tantas.
JAIME CRISTÓBAL: Yo siempre le sacaba el tema de las canciones nuevas, y él le quitaba hierro. No autodespreciándose, porque eso nunca lo hacía, pero dando a entender que no tenía material nuevo, cuando sí había cosas. Bang! Records, el sello de Gorka Pastor y Juanma Iturrarte, contactó con Josetxo para sacar algo nuevo, pero él ya no tenía ningún interés. Me lo contó Juanma un año antes de que muriese Josetxo.
JAIME GONZALO: Josetxo era un caso muy curioso. Era un pesado. Era un «págame una copa» y venga llorar y llorar. Cuando de vez en cuando iba a Pamplona, yo le decía, «¿y tú qué haces para salir de esta situación?». «Yo, nada: espero.» La gente le tenía muy apestado. Y los últimos años era insoportable y problemático. Había desperdiciado oportunidades que le habíamos buscado con otras personas para que grabase algo nuevo. Con ese carácter, Josetxo estaba predestinado a eso. Y a mucha soledad, también. Tenía unas exigencias muy desorbitadas. Complicaba las