Aparecen como soldados de los ejércitos independentistas, aunque generalmente reclutados por la fuerza; para luego constituir la fuerza principal de los ejércitos formales e informales de los caudillos locales del interior de la Argentina, los federales, en su lucha contra las tropas de los sectores que intentan imponer una organización centralizada en Buenos Aires. (Alabarces, 2007: 41)
Encontramos puntos en común entre el mito de unidad étnica del que habla Alabarces y la imagen deseada sobre la GNA que nos ofrece el Museo Histórico. Resulta muy significativo que el numen tutelar de la GNA sea el caudillo salteño Martín Miguel de Güemes. Esta figura histórica sintetiza muchos de los atributos categoriales que hacen al sentido que los gendarmes tienen sobre quiénes son. Ya mencionamos su actuación militar en las fronteras del norte contra los avances realistas durante la guerra de la independencia; junto con esto, el origen provinciano del prócer y de sus tropas de Gauchos Infernales extraídas del mundo rural completan la pertinencia de la personalidad histórica escogida. La idea de la GNA como una fuerza cuyos miembros son de origen provinciano es un rasgo de la autocomprensión institucional que hemos registrado en reiteradas ocasiones a lo largo de nuestro trabajo de campo.
Durante 2012, en nuestro trabajo de campo en la Escuela de Oficiales Martín Miguel de Güemes entrevistamos a gendarmes mujeres y hombres que se desempeñaban en distintos roles: directivos, instructores, docentes, personal no docente, cadetes y otros. En varios de estos encuentros surgió la identificación de la GNA como una fuerza principalmente provinciana. Un ejemplo se dio durante una de las entrevistas realizadas al personal del gabinete psicopedagógico. Mientras conversábamos sobre las diferentes tareas que llevan adelante, una de las entrevistadas explicaba lo siguiente:
Y lo que hemos observado siempre, bueno, viste que la mayor afluencia acá en Gendarmería es de Misiones, Formosa, del interior, más que nada del interior donde se ve el accionar de la Gendarmería. Pero lo que hemos observado también es que estos últimos años es que ya vienen más de Buenos Aires también […] Tenés gente que viene y accede con toda la idiosincrasia de la Capital y lo que ves es que viene a una fuerza porque no tiene otro recurso para hacer nada… No todos. Pero tienen esa situación de “voy a entrar acá porque…”, y vienen con un montón de problemáticas y de historias difíciles. Distinto de los chicos del interior que vienen porque por ahí es por vocación, porque lo ve, porque le gusta…
Nuestra interlocutora destacaba así no solo una mayor afluencia de las provincias “del interior” sino además el carácter vocacional de estos jóvenes hombres y mujeres, en comparación con quienes provienen de Buenos Aires, que ingresarían por ser el único recurso con el que cuentan. De manera similar, un subalférez recién egresado a quien pudimos entrevistar se refirió a este punto de la siguiente manera:
No es lo mismo Gendarmería en Buenos Aires, que se empezó a conocer hace dos o tres años atrás, que Gendarmería en las fronteras del norte, y Gendarmería es una fuerza muy respetada allá en el norte. Y como yo veía que Gendarmería era una fuerza prestigiosa, dije: “Bueno, quiero ser gendarme”.
Del mismo modo, durante una de nuestras visitas al Museo Histórico, Javier se refería a este carácter provincial de la GNA al mostrarnos una serie de cuadros con los escudos de las provincias que fueran pintados y donados al Museo por una historiadora oriunda de la provincia de Salta:
Después, bueno, allá tenemos un sector dedicado que fue donado por… esos cuadros que usted ve son pintados a mano, aunque parezca mentira, son los escudos de las provincias que fue donado por la doctora en Historia, la señora Arancibia, oriunda de Salta. Una mujer grande que quería que su colección estuviese acá en el Museo, porque ella tiene un cariño muy grande con la institución. Gendarmería está mucho en la provincia, el gendarme está muy arraigado, [es] muy representativo de todas las provincias. Y la madre de esta señora tenía mucho contacto con los gendarmes, muchos de los gendarmes, algunos, no sabían escribir o no sabían leer, y la madre les enseñaba.
Debido a su función original de fuerza de frontera, las provincias constituyen el territorio histórico donde se ha desempeñado la Gendarmería desde sus orígenes. El primer escuadrón se instaló en 1939 en la localidad de Roque Sáenz Peña, provincia de Chaco.
Quisiéramos cerrar este apartado resumiendo el mito fundador sobre el origen de la institución que, a través de la combinación de objetos exhibidos y un guion que el guía relata a los visitantes, se narra en el Museo Histórico de Gendarmería Nacional. Como hemos visto, este relato afirma que la GNA toma como sus antecedentes milicias históricas como el Cuerpo de Blandengues y la División de Gauchos Infernales de Martín Miguel de Güemes. Tal parentesco se establece en la función de vigilancia fronteriza que cumplían estas huestes en territorios alejados del poder central. En continuidad con esto último se entiende a la GNA como una fuerza originariamente campestre y provinciana.
Bautismo de fuego y “heroísmo” del gendarme
En este apartado y el siguiente describiremos el segundo eje en torno al cual se construye, en el Museo Histórico de Gendarmería Nacional, la imagen deseada de la institución. Nos referimos a aquel que se refiere a las funciones y tareas que realiza.13 Lo primero que debemos decir al respecto es que la GNA, como nos han explicado Javier y otros gendarmes, es una “fuerza de seguridad de carácter intermedio”, lo que significa, como ya aclaramos, que tiene incumbencia tanto en la seguridad interior como en la defensa nacional.
El rol de la GNA en la defensa nacional sobresale en el relato museístico de la sala IV, Sargento Ayudante Gumersindo Acosta, dedicada exclusivamente a conmemorar el bautismo de fuego en la guerra de Malvinas. Este hecho histórico constituye un atributo categorial de enorme peso en la identificación de quienes revistan en la institución. Además de la bandera del Escuadrón Alacrán, que ya mencionamos, la sala IV presenta una vitrina dedicada al sargento Acosta donde se destaca, sobre el fondo de una bandera argentina, su retrato rodeado de objetos que le pertenecieron, como una boina, una gorra de plato, guantes, jinetas, su legajo, una carta que le escribiera a su hijo días antes de su muerte, entre otras.
Toda la sala es una evocación a los caídos en ese conflicto bélico, a quienes se honra como héroes de guerra. Se observa también un póster con la nómina de todo el personal de GNA convocado a la guerra de Malvinas; luego, los que llegaron a participar, y finalmente los caídos en combate. Sobre una de las paredes se ha construido un “cuadro de honor” rindiendo homenaje a los “Gendarmes caídos en Malvinas”, formado por las fotos de cada uno de los gendarmes fallecidos en la guerra. Se recupera así la participación de la Gendarmería Nacional en la guerra, evento bélico que, si bien generó duras críticas a los altos mandos militares y gubernamentales de entonces,14 goza, sin embargo, de reconocimiento por parte de amplios sectores de nuestra sociedad, principalmente para con los combatientes y con los caídos que han sido encumbrados como héroes de guerra.
Además de la sala dedicada a Malvinas el Museo presenta, a lo largo de todo su recorrido, reiteradas referencias a los caídos en actos de servicio. Recordemos que tres de las cinco salas tienen nombres de integrantes de la fuerza que murieron en estas circunstancias: Arturo Lopetegui (sala III) murió en 1986 en un accidente aéreo; Ramón Gumersindo Acosta (sala IV) murió en combate durante la guerra de Malvinas, y Miguel Ángel Tripepi fue el primer integrante de la fuerza fallecido en acto de servicio durante un enfrentamiento armado en 1941. Los tres tienen, además, vitrinas conmemorativas individuales.
También vimos que en la sala II hay un sector dedicado a los caídos en cumplimiento del deber formado por cuatro vitrinas. La más cercana al ingreso a la sala está dedicada