En lugar de usar palabras tan vagas como respeto, será mejor si explicas en detalle cuáles son tus expectativas. Si crees, por ejemplo, que las relaciones anteriores tienen prioridad en términos de tiempo y planificación, dilo. Usar palabras vagas como respeto es una manera fácil de acusar a otras personas de romper acuerdos cada vez que hacen algo que no te gusta, sin tener que llegar, en realidad, a ningún acuerdo explícito.
Tener prioridad. Otra frase que suena bien pero es vaga y que hemos oído a menudo es «Mis compromisos previos tienen prioridad». Nadie entra en una relación haciendo borrón y cuenta nueva. Todo el mundo tiene compromisos previos que requieren nuestro cuidado, quizá criaturas, familiares con alguna enfermedad, un trabajo muy exigente o una colaboración empresarial. Esto es aplicable tanto a las relaciones monógamas como a las poliamorosas.
Por lo que, si decimos: «Los compromisos previos tienen prioridad», ¿significa simplemente que tenemos compromisos previos con los que queremos cumplir? Eso es razonable en cualquier tipo de relación. ¿O es una manera de decir «Cuidaré de tus necesidades solo si no incomodan a las otras personas en mi vida», como, en realidad, parece pasar demasiado a menudo? ¿Significa que una persona con quien ya se tenía una relación siempre puede usurpar el tiempo que había sido asignado a un nuevo miembro de la relación?
Es mejor explicar con detalle cuáles son tus compromisos previos, y qué necesitas para cumplirlos, en lugar de simplemente decir que «tienen prioridad».
Justo y equitativo. Estas palabras evocan imágenes de relaciones en las que a todo el mundo se le reparte una porción de pastel del mismo tamaño, incluso aunque algunos miembros tengan más hambre que otros y aunque algunos sean alérgicos al pastel. La igualdad de oportunidades es muy diferente de la igualdad de circunstancias; si cada persona quiere cosas diferentes, es lógico que sus circunstancias sean diferentes. Lo más justo no es necesariamente una división igualitaria de los recursos, sino una división que cubra en el mayor grado posible las necesidades de todo el mundo.
Derechos. En el capítulo 3 hablamos del nivel que algo debe alcanzar para considerarlo un «derecho». Pocas cosas llegan a ese nivel, por lo que «derecho» es una palabra que debe usarse con mucho cuidado.
Algunas cosas que no tienes derecho a esperar en una relación: que nunca te cuestionen, que siempre estés a gusto, que otras personas siempre eviten todo lo que desencadena tus emociones y lo que te molesta. Las cosas a las que no tienes derecho incluyen tratar a la gente como desechable, obtener promesas de que alguien no te abandonará jamás y controlar las otras relaciones ajenas. Todas estas cosas requieren negociación. Las relaciones son siempre voluntarias; tienes el derecho a terminar una relación que no cubre tus necesidades (y quien tiene una relación contigo también), pero no tienes derecho a demandar a la persona con quien tienes esa relación que haga lo que tú quieres.
Éxito. Cuando piensas en relaciones exitosas o que salen bien, ¿qué te viene a la mente? ¿Relaciones que duran una determinada cantidad de tiempo? ¿Relaciones en las que no hay desacuerdos? Puede ser tentador llamar exitosa a una relación porque dura mucho en el tiempo pero, ¿qué sucede si los miembros de esas relaciones tratan mal a sus otras relaciones?
«Éxito» debe ser aplicable a todas las personas involucradas. Si una relación poliamorosa se mantiene unida durante mucho tiempo, pero trata mal a sus otras relaciones o hace daño a un montón de gente durante ese tiempo, no consideraríamos necesariamente que su relación ha tenido «éxito». Cuando usas la palabra éxito, ¿estás pensando en una relación en particular o en todas ellas?
Razonable. La palabra razonable (y su gemelo maléfico, poco razonable) se usa con mucha facilidad. ¿Es razonable querer decirle a tu amante en qué posturas puede tener sexo? ¿Es razonable que una de tus relaciones bese a otra persona delante de ti? El problema es que lo que se considera «razonable» es mayormente cultural y subjetivo. ¡Para empezar, la mayoría de la gente diría que no es razonable tener varías relaciones!
El poliamor es todavía lo suficientemente nuevo para no haber establecido unas normas culturales fijas de qué es razonable y qué no. Por lo que, en lugar de hablar sobre qué es «razonable», habla de cómo te hacen sentir detalles concretos de algo. ¿Cómo reaccionas cuando la persona con quien tienes una relación besa a otra persona delante de ti? ¿Por qué? ¿Cómo puedes negociar con la persona con quien tienes una relación otras maneras de hacer las cosas? Habla de lo que necesitas y cómo te pueden ayudar las personas con quien tienes una relación, y negocia una solución que funcione para todo el mundo.
Sano. Esta es una palabra especialmente peligrosa. Algunas relaciones son auténticamente sanas y otras son dañinas. Pero, demasiado a menudo, esta palabra se usa para simplemente juzgar las conductas que no nos gustan. Una relación que transgrede tu consentimiento es realmente dañina. Una relación en la que se te amenaza con violencia es dañina. Una relación de codependencia es dañina. Pero que la persona con quien tienes una relación haga algo que no te gusta no es necesariamente algo dañino. A veces las relaciones sanas también son incómodas por momentos. En lugar de usar la palabra sana, recomendamos hablar directamente sobre las conductas que te incomodan y por qué lo hacen. Si, sinceramente, crees que la conducta de tu pareja es dañina, puede que sea el momento de buscar ayuda profesional (con tu pareja si es posible, o por tu cuenta, si tu pareja no quiere participar; mira en la página 94).
Falta de honestidad
La honestidad es uno de los factores determinantes que diferencia las relaciones poliamorosas del engaño. También es, como era de esperar, uno de los elementos definitorios de la buena comunicación. De todos modos, puede ser más complicado de lo que parece. Aunque probablemente todo el mundo estemos de acuerdo en que la honestidad es importante en una relación, es sorprendente cuán a menudo seguimos eligiendo la falta de honestidad. Personas con buenas intenciones que generalmente actúan de buena fe pueden terminar tomando esa decisión por muchas razones.
La razón más común es la vulnerabilidad emocional: miedo al rechazo, miedo al ridículo, miedo a equivocarse, a que les digan que no, a que les encuentren menos deseables que otros miembros de la relación. Y aunque aseguremos que queremos honestidad, puede que, de forma sutil, disuadamos a nuestras relaciones de que sean honestas porque sentimos que no seríamos capaces de escuchar verdades que nos podrían resultar dolorosas.
Las personas que optan por la falta de honestidad con sus relaciones, especialmente cuando no lo hacen mintiendo sino ocultando cosas o no diciendo lo que piensan, a menudo buscan controlar la información como una manera de controlar la conducta de sus relaciones. Otra razón por la que la gente es deshonesta es porque temen «molestar» u «ofender» a las personas con quienes tienen una relación. Especialmente en relación al sexo. Si no disfrutas con lo que hace una de tus relaciones puede que no se lo digas para que no se sienta mal. Esto tiende a ser contraproducente en las relaciones a largo plazo, porque alguien que no sabe que la persona con quien tiene una relación está insatisfecha no podrá mejorar nunca, y una relación insatisfactoria siempre estará en tensión.
El problema es que una de las reglas más básicas de la vida es que no puedes conseguir lo que quieres si no lo pides.
Franklin gestiona una web con recursos educativos sobre BDSM (actividades relacionadas con dominación, sumisión o sadomasoquismo). Hace muchos años, una persona visitó su web y le escribió para contarle que siempre había querido a explorar el BDSM pero que nunca lo había hecho. Había estado casado durante diez años pero nunca se lo había contado a su esposa porque tenía miedo de su reacción. Le preguntó a Franklin: «¿Qué crees que debería hacer yo?».
Naturalmente,