No te equivoques, las criaturas cambian cosas. No eligieron venir a este mundo, ni eligieron a las personas que cuidan de ellas o toman decisiones por ellas. Solo poco a poco y con sufrimiento, durante muchos años, las criaturas son criadas para llegar a tener independencia y capacidad personal: la habilidad para planificar, para aprender y tomar decisiones racionales, para desarrollar su propia opinión y su responsabilidad personal, para dar o negar su consentimiento.
Cuando llegan criaturas a un hogar, por primera vez hay personas auténticamente inmaduras en la casa, haciendo demandas infantiles y egoístas que tienen legitimidad moral real y que hay que gestionar. Puedes elegir cómo te enfrentas a estas cuestiones, pero no puedes ignorarlas. Las criaturas añaden una nueva dinámica categóricamente diferente a la situación, y, especialmente cuando son muy jóvenes, restan tiempo y atención de manera considerable a los asuntos de adultos. Pero aun así eso no significa que puedas usar sus necesidades como chantaje emocional o como excusa para las conductas poco éticas de las personas adultas con las que se relacionan.
Tener ética significa tenerla con todo el mundo, relaciones y criaturas. Las criaturas no son un comodín en cuestiones éticas: es posible ser un padre o madre responsable y tener ética en tus relaciones. Hablaremos de los enfoques éticos del poliamor cuando hay criaturas, con historias reales de crianzas poliamorosas, en los capítulos 13, 15, 17 y 24.
Recuerda que no siempre será un buen momento en tu vida para añadir nuevas relaciones. Si tienes hijos/as y no puedes soportar la idea de tu pareja teniendo otras parejas sin, digamos, instaurar una jerarquía, podrías esperar hasta que tus criaturas sean algo mayores antes de comenzar una nueva relación. Si tú (o con quien tienes una relación) estáis luchando con la ansiedad, inseguridad, depresión u otros problemas que te dejan (o le dejan) llorando bajo las sábanas cuando estás con otra persona, podrías ir a terapia y aprender algunas estrategias de resolución de conflictos, o evitar totalmente el poliamor, en lugar de incluir a una nueva persona en tu vida para rodearla, metafóricamente, de vallas con alambre de espino para que no se acerque demasiado. Si estás manejando un engaño reciente, podría ser mejor que trabajases con tus relaciones actuales cómo aumentar la confianza mutua antes de poner a prueba esa confianza con una nueva persona.
Si una determinada decisión en la relación, como aplicar el derecho a veto a una de las relaciones (ver capítulo 12) es inmoral, no te excuses diciendo «pero es que debo hacerlo porque…». Intenta reenfocar la situación. En lugar de buscar relaciones que te permitan tratarlas de manera poco ética, poner en compromiso su autonomía o mantenerlas a distancia, pregúntate si en tu situación debes buscar nuevas relaciones. Dicho de otra manera: no es ético herir a una persona para proteger a otra. Es mejor autoexaminarte, fijarte en tus relaciones y preguntarte qué necesitas hacer, individual y colectivamente, para poder tener relaciones en las que trates bien a todo el mundo.
Tomando decisiones éticas
Tomar decisiones éticas no siempre es fácil. Esa es la clave, porque la medida de los valores de una persona está en lo que hace cuando las cosas se complican. Creemos que cada decisión que afecta a otras personas debe ser examinada desde una perspectiva ética. Las relaciones éticas son algo que hacemos, no algo que tenemos. Tener una ética personal significa fijarse en las consecuencias de nuestras elecciones en otras personas. Para tomar decisiones éticas y tratar a otras personas con una actitud empática, necesitas tener unos sólidos principios personales. Construir esos sólidos cimientos es algo que trataremos en el siguiente capítulo, que inicia la Parte 2: Caja de herramientas poliamorosas.
#ALGUNAS PREGUNTAS QUE PUEDES HACERTE
Estas son algunas de las preguntas que nos podemos hacer al tomar decisiones que afectan a otras personas y que nos pueden ayudar a guiarnos hacia unas relaciones éticas:
• ¿He desvelado toda la información relevante a todas las personas afectadas por mi decisión?
• ¿Han podido aportar su punto de vista todas las personas a las que afecta? ¿Me han dado su consentimiento sobre los aspectos en los que mi decisión invade sus límites personales?
• ¿Mi decisión impone obligaciones o expectativas a otras personas sin su aportación ni consentimiento?
• ¿Estoy buscando cubrir mis necesidades a costa del bienestar de otras personas?
• ¿Estoy imponiendo unas consecuencias a las que a otras personas les costará negarse?
• ¿Estoy ofreciendo a las otras personas la misma consideración que espero por su parte?
Parte 2:
Caja de herramientas poliamorosas
4
Autocuidados
Para ser una buena persona,
tienes que querer ser siempre
mejor de lo que eres ahora.
P. Z. Myers
El poliamor es fascinante. Pero según vayas leyendo este libro, podrías empezar a preguntarte por qué querría nadie seguir ese camino. Te estamos pidiendo mucho. Te decimos lo que puede ir mal e ilustramos nuestras enseñanzas con ejemplos de los líos y conflictos que hemos tenido en nuestras propias relaciones. Viendo eso, podrías tener la tentación de abandonar diciendo: «¡El poliamor me parece algo muy complicado!».
Pero el poliamor es fascinante. Abriéndonos a múltiples conexiones románticas, hemos construido unas vidas increíbles, llenas de amor y felicidad. Cada persona a quien hemos invitado a nuestras vidas las ha hecho mejores. A pesar de todos los malos momentos, no dudaríamos ni una fracción de segundo sobre si volveríamos o no a una vida monógama. La gente que nos quiere y cuida enriquece nuestras vidas. Cada relación que hemos tenido, todas las relaciones que hemos construido, nos han hecho más fuertes, hemos aprendido de ellas, nos han apoyado, nos han hecho mejores personas.
No dejamos de oír que el poliamor es un trabajo duro. No estamos de acuerdo. Al menos no por las razones que la gente dice. Pero ¿desarrollar las habilidades necesarias para tener éxito en las relaciones poliamorosas? Eso es otra historia. Aprender a comprender y expresar tus necesidades, aprender a hacerte responsable de tus emociones… eso es un trabajo duro. Una vez has desarrollado esas habilidades, las relaciones poliamorosas no son tan duras. Las habilidades de las que estamos hablando no son todas exclusivas de las relaciones poliamorosas: son beneficiosas para cualquier tipo de relación. Pero el poliamor será muy, muy difícil sin ellas. Estas habilidades tienen que ser aprendidas. Y, por desgracia, no se enseñan a menudo.
Piensa en ello como labrar la tierra antes de plantar en un huerto, para que las plantas crezcan más fácilmente. Estás aprendiendo una manera de abordar las relaciones que te ayude a manejarlas con tranquilidad. ¿De qué habilidades estamos hablando? Comunicación. Manejo de los celos. Honestidad, una actitud compasiva, comprensiva. Las habilidades para las relaciones son un fenómeno emergente; son fruto de desarrollar nuevas maneras de entender las relaciones y reflexionar sobre ti. Una vez entiendes las relaciones de otra manera, poner en práctica esas habilidades en tus relaciones se vuelve algo natural. Cuando has aprendido a manejar bien la comunicación, la empatía y la autoconciencia, si la honestidad y el manejo de los celos se han convertido en parte de tu manera de entender la vida, se vuelve fácil manejar múltiples relaciones románticas.
Esas actitudes y aptitudes se manifestarán también por sí mismas más allá de tus relaciones. Por ejemplo, los celos son el espantajo que la gente menciona más a menudo. Se combaten más eficazmente al desarrollar una autoestima fuerte y al enfrentarse a los demonios personales de la inseguridad. Valora, en tu caso particular, qué deseas y necesitas realmente en una relación, y aprende sobre las herramientas de comunicación útiles para pedirlo. Llega a una idea clara de qué es aceptable para ti y qué no. Todas esas habilidades también te hacen más fuerte en otros aspectos.