Estos son solo algunos ejemplos históricos. Hay muchos más, en muchos países y épocas. Te animamos a que sigas investigando si te interesa este tema. ¡Hay un hermoso y riquísimo tapiz de géneros, en el pasado y en el presente, en todo el mundo!
Explorando el presente
Si bien es imposible describir en un espacio tan reducido cuán rico y vasto es todavía el panorama de género en todo el mundo, nos parece que vale la pena destacar aquí la resiliencia y la existencia continuada de la diversidad de género. Por ejemplo, las hijrasI siguen formando parte del paisaje social, cultural y político actual de la India, a pesar del impacto del colonialismo. A las hijras se les asigna el sexo de varón al nacer, pero se identifican y se presentan como personas femeninas. Tienen roles espirituales, culturales y sociales específicos, que se vieron reducidos y vilipendiados durante la etapa colonial. Las kathoey son un grupo similar, pero diferenciado, de personas en Tailandia. Este tipo de experiencias pueden encontrarse en casi todos los rincones del mundo e incluyen a personas de cualquier cuerpo.
I En castellano a veces se utiliza el término «jisra», adaptación fonética de la palabra hindi.
La diversidad de género no es un dominio exclusivo de las personas trans y no binarias. Por ejemplo, algunas personas a las que se les asigna el sexo de mujer al nacer se identifican plenamente como mujeres y como butches. En la cultura afroamericana, hay quienes se identifican como mujeres y dominantes o masculinas.
Las identidades, expresiones, roles y experiencias de género no son fijas ni estáticas. No existe un concepto «puro» de género, que no se vea afectado por el impacto de la colonización, la globalización y la tecnología. El estudio de la diversidad de género en el pasado y en el presente no pretende reivindicar un pasado idílico ni exotizar cuerpos o grupos culturales específicos; más bien es un recordatorio de la fuerza de la diversidad en la naturaleza humana. Por mucho que hayamos intentado suprimir la diversidad de género, nuestras variadas identidades, expresiones, roles y experiencias siguen resurgiendo, reclamando un poco más de espacio para respirar, recordándonos que este no es un paisaje que se pueda domar y moldear en dos carreteras paralelas y diferenciadas.
Reclamar la diversidad de género
La colonización ha tenido un profundo impacto en todo el mundo sobre muchos aspectos, incluido el género. Sin embargo, los pueblos indígenas siguen padeciendo este trauma cultural e intergeneracional en muchas facetas de sus vidas, incluido el género, de maneras muy específicas y en muchos lugares del planeta. Cuando pienses en esto —que es una situación más extendida de lo que podrías imaginar en un principio— y en todas las variantes que tiene, con la gente negociando identidades, roles y expresiones de mil formas distintas, párate un momento a reflexionar sobre cómo puede que tú también hayas sufrido el impacto de la eliminación histórica de esta variedad de géneros. Discutiremos este asunto más a fondo en las subsecciones 2.2 y 2.3 y también volveremos sobre ello más adelante.
2.2. Estereotipos de género
Una vez que hemos hablado de la diversidad de género en otros tiempos y lugares, pensemos un poco más en las expectativas sobre el género aquí y ahora. En la sección 2, como ya hemos dicho, nos centraremos en la cultura angloamericana. Esto se debe en parte al lugar donde vivimos nosotres, en parte a la zona geográfica a la que se dirige inicialmente este libro y en parte a que —por todo tipo de razones que no dejan de ser problemáticas— esta cultura tiene un impacto global significativo y, por tanto, vale la pena prestarle atención desde una perspectiva crítica.
Figura 2.1. Representaciones de género en los medios de comunicación
Sin embargo, es importante tener en cuenta que tú, que ahora nos lees, puedes conocer otros contextos culturales. Si es así, reflexiona también sobre ellos con total libertad. Además, como veremos con mayor detalle en la sección 3, incluso dentro de una misma cultura hay una gran diversidad en cuanto a expectativas sobre el género que dependen de factores como la clase, la raza, la edad, la generación, la fe y la ubicación geográfica.
Así pues, ahora haremos un boceto a grandes rasgos de lo que hemos denominado cultura dominante: aquella que tiende a imponer los relatos más resonantes y autoritarios sobre el género. Después exploraremos algunas de las historias más tímidas, que también se pueden oír si escuchamos con atención.
Actividad: estereotipos de género
Completa la siguiente tabla anotando, en forma de lista, lo que se considera «femenino», «masculino» y «andrógino» en la cultura dominante en la que te encuentras. Lo que te pedimos aquí es que pienses en los estereotipos sobre el género en un contexto cultural amplio, no en lo que crees tú personalmente. Ten en cuenta los roles, las conductas, las emociones y la apariencia que se consideran apropiados para cada una de estas expresiones de género. Si te resulta difícil empezar, piensa en cómo la feminidad, la masculinidad y la androginia aparecen representadas en las revistas más populares, en los anuncios, las películas, los programas de televisión y otros medios de comunicación. También puedes reflexionar sobre cómo la gente que te rodea habla de estas cosas en el día a día.
FEMENINO | MASCULINO | ANDRÓGINO |
En la sección anterior mencionamos que los estereotipos de género empiezan a aplicarse muy temprano y, por lo general, en torno a un concepto binario basado en suposiciones sobre la masculinidad y la feminidad. Un estudio que destacó muy bien este punto fue el de «Bebé X», en los años setenta1. A las personas que participaron se les pedía que cogieran a un bebé en brazos, que iba vestido de rosa o azul. Se observó que quienes cogían a los bebés vestidos de azul jugaban con ellos de una forma más brusca que quienes tenían a los bebés vestidos de rosa. También tendían a dar a los bebés vestidos de rosa una muñeca para jugar y a los bebés vestidos de azul un camión. Si el bebé lloraba, la gente también tendía a asumir que estaban enfadados si iban vestidos de azul y disgustados si iban vestidos de rosa. Otro grupo de investigación hizo el mismo estudio unos años después y los resultados fueron similares2.
Con frecuencia se etiqueta y se estigmatiza desde una edad muy temprana a las personas que no se ajustan a los estereotipos que se presuponen para alguien de su sexo asignado al nacer. Por ejemplo, aquellas a las que se les asigna el sexo «mujer» pueden recibir calificativos como «chicazos» o «poco femeninas» si son personas activas, directas o entusiastas, o si les interesan cosas como el deporte, las actividades al aire libre o la mecánica. A las personas a las que se les asigna el sexo «varón» pueden llamarlas «mariquitas» o dirigirles insultos homófobos si son dulces, si no les gusta el deporte o si evitan el riesgo, o si les interesan cosas como su aspecto, bailar o cuidar de otras personas. Dada la sensibilidad que se tiene a esa edad con el mundo que nos rodea —y lo mucho que, en general, deseamos pertenecer al grupo y sentir su aprobación, sobre todo de quienes nos cuidan—, estas etiquetas pueden ser muy difíciles de soportar y la vergüenza que conllevan puede perseguir a una persona durante toda su vida.
Momento para la reflexión: el impacto personal de los estereotipos de género
¿Alguna vez te han afectado personalmente estos estereotipos? Piensa, por ejemplo, en experiencias como el acoso escolar, cuánto te pagan en comparación con tus colegas o si te dejaron practicar el deporte que querías durante tu infancia. Estas reflexiones pueden ser difíciles, así que, por favor, recuerda tratarte bien y abordar con curiosidad cualquier emoción que aflore en ti. Si te resulta difícil rememorar estas cosas, tal vez prefieras dejar el libro un rato