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Автор: Морган Райс
Издательство: Lukeman Literary Management Ltd
Серия: Las Crónicas de la Invasión
Жанр произведения: Героическая фантастика
Год издания: 0
isbn: 9781640294608
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      ÍNDICE

       CAPÍTULO UNO

       CAPÍTULO DOS

       CAPÍTULO TRES

       CAPÍTULO CUATRO

       CAPÍTULO CINCO

       CAPÍTULO SEIS

       CAPÍTULO SIETE

       CAPÍTULO OCHO

       CAPÍTULO NUEVE

       CAPÍTULO DIEZ

       CAPÍTULO ONCE

       CAPÍTULO DOCE

       CAPÍTULO TRECE

       CAPÍTULO CATORCE

       CAPÍTULO QUINCE

       CAPÍTULO DIECISÉIS

       CAPÍTULO DIECISIETE

       CAPÍTULO DIECIOCHO

       CAPÍTULO DIECINUEVE

       CAPÍTULO VEINTE

       CAPÍTULO VEINTIUNO

       CAPÍTULO VEINTIDÓS

       CAPÍTULO VEINTITRÉS

       CAPÍTULO VEINTICUATRO

       CAPÍTULO VEINTICINCO

       CAPÍTULO VEINTISÉIS

       CAPÍTULO VEINTISIETE

      CAPÍTULO UNO

      Kevin estaba bastante seguro de que a los trece años no debían decirte que ibas a morir. Probablemente, no existía un buen momento para decirlo, para ser justos, pero desde luego no cuando tienes trece años.

      —Kevin —dijo el Dr. Markham, echándose hacia delante en su silla—, ¿entiendes lo que te estoy diciendo? ¿Tienes alguna pregunta? ¿Y usted, Sra. McKenzie?

      Kevin miró a su mamá, con la esperanza de que ella tuviera algo más de idea de qué decir a continuación de lo que tenía él. Con la esperanza de que tal vez él lo había entendido todo mal y ella lo explicaría. Era bajita y delgada y tenía el aspecto fuerte de alguien que ha trabajado mucho para criar sola a su hijo en Walnut Creek, California. Kevin ya era más alto que ella y una vez, solo una, ella había dicho que era igual que su padre.

      Ahora mismo, parecía que estaba intentando contener las lágrimas.

      —¿Está seguro de que no es un error? —preguntó—. Solo vinimos al médico por las cosas que Kevin veía.

      Las cosas que él veía. Era una manera muy suave de decirlo, como si con solo hablar de todo esto lo empeorara, o trajera más. La primera vez que Kevin se lo dijo a su madre, se quedó mirándolo fijamente y después le dijo que no debería hacer caso. Finalmente, cuando se desmayó, al despertar tenía cita con el médico de cabecera.

      Rápidamente habían ido del despacho del médico a hacer pruebas al hospital y después al despacho del Dr. Markham, que tenía las paredes blancas y estaba lleno de souvenirs de lo que parecían viajes a cada rincón del planeta. La primera vez que había pisado ese lugar, le había dado la sensación de ser un intento por hacer que un lugar frío y frío pareciera hogareño. Ahora pensaba que tal vez al Dr. Markham le gustaba recordar que había una vida que no incluía decir a la gente que iba a morir.

      —Las alucinaciones pueden ser un factor cuando se trata de enfermedades así. Lo dijo como si no fueran reales, cosas fantasmales, pero las cosas que él veía parecían llenar el mundo cuando llegaban. Imágenes de paisajes que él no había visto, indicios de horizontes.

      Y, por supuesto, los números.

      —23h 06m 29,283s, -05º 02’ 28,59 —dijo —. Esto debe tener algún significado. Debe tenerlo.

      El Dr. Markham negó con la cabeza.

      —Estoy seguro de que debe darte esa sensación, Kevin. Estoy seguro de que debes querer que todo esto signifique algo, pero ahora mismo, necesito que entiendas lo que te está sucediendo.

      En parte, había sido por eso por lo que Kevin se lo había dicho a su madre desde el principio. Le había costado semanas convencerla de que no estaba bromeando o jugando a algún juego. Al principio, ella estaba segura de que no lo decía en serio. Cuando empezó a tener los dolores de cabeza, se lo tomó más en serio y le dejaba quedarse en casa y no ir a la escuela aquel día cuando el dolor era paralizante. Cuando se desmayó por primera vez, lo llevó corriendo al médico.

      —¿Qué me está pasando? —preguntó Kevin. Lo extraño era lo tranquilo que se sentía –bueno, tranquilo no. Tal vez algo paralizado. Probablemente paralizado era la palabra adecuada para esto.