Sintió que la respiración se le cortaba. Siempre estaba hermosa, pero hoy se veía tan perfecta que Thanos apenas podía creer que fuera real. Se quedó mirándola fijamente durante tanto rato que él apenas escuchó que el sacerdote empezaba la ceremonia.
“Los dioses nos han dado muchas festividades y ceremonias en las que reflexionar sobre su gloria”, entonó el sumo sacerdote. “De estas, el matrimonio es la más sagrada, pues sin él no habría prolongación de la humanidad. Este matrimonio es especialmente glorioso, entre dos de los grandes nobles de este reino. Pero también es entre un hombre joven y una mujer joven que se aman profundamente y cuya felicidad debería encontrar un lugar en todos nuestros corazones”.
Hizo una pausa para dejar que las palabras calaran.
“Príncipe Thanos, ¿entregará su brazo para que se una al de esta mujer para siempre? ¿Para amarla y honrarla hasta que los dioses los separen y para ver a sus familias convertidas en una?”
Antes lo había dudado, pero ahora no. Extendió el brazo hacia el sumo sacerdote, con la mano hacia arriba. “Sí, lo entrego”.
“Y Lady Estefanía”, continuó el sumo sacerdote, “¿entregará su brazo para unirlo al de este hombre para siempre? ¿Para quererlo y honrarlo hasta que los dioses los separen y para ver a sus familias convertidas en una?”
La sonrisa de Estefanía era lo más hermoso que Thanos había visto jamás. Ella colocó su mano en la de él. “Lo entrego”.
El sumo sacerdote envolvió sus brazos con un pedazo de tela de blanco puro, el envoltorio era a la vez tradicional y elegante.
“Unidos en el matrimonio sois una sola carne, una sola alma, una familia”, dijo el sumo sacerdote. “Sed siempre felices juntos. Podéis besaros”.
A Thanos no hacía falta que se lo dijeran. Era incómodo, unidos de aquella manera, pero aquel era siempre uno de los entretenimientos menores de un día de boda y encontraron el modo de hacerlo. Thanos sintió los labios de Estefanía contra los suyos, fundiéndose con ella, y por lo menos por un instante pudo dejar a un lado todas las preocupaciones del mundo y estar solo allí con ella. Incluso los pensamientos sobre Ceres se desvanecieron en el fondo, consumido por el contacto con Estefanía.
Por supuesto, Lucio tenía que ser el que rompiera la magia del momento.
“Bien, me alegro de que ya esté”, dijo por encima del silencio de la multitud. “¿Ahora puede empezar la fiesta? ¡Necesito beber algo!”
***
Si la ceremonia de la boda había sido opulenta, el festín que le siguió fue espectacular. Tanto que Thanos se preguntaba lo que habría costado. Parecía que la mitad de los beneficios de los últimos saqueos habían ido a parar allí, sin escatimar en gastos. Sabía que pagaban el rey y la reina, como un modo de mostrar lo felices que estaban por la boda, pero ¿a cuántas personas de la ciudad podía alimentar algo así?
Echó un vistazo a su alrededor y vio saltimbanquis y bailarines, músicos y malabaristas entreteniendo a grupos de nobles. Los nobles bailaban juntos girando en círculos, mientras la comida se distribuía en lo que a Thanos le parecían pequeñas montañas de pastas y golosinas, ostras y deliciosos postres.
Por supuesto, había vino, suficiente para que, mientras continuaban las festividades, las cosas enloquecieran. El baile se aceleró, la gente cambiaba de pareja más rápido de lo que Thanos podía seguir. El rey y la reina ya se habían retirado, junto a otros de los nobles más mayores y habían marchado de la sala. Fue como una señal para que los invitados dejaran a un lado las inhibiciones que les quedaban.
Ahora mismo hacían girar a Estefanía en el tradicional baile de despedida, donde la novia bailaba rápidamente entre todos los jóvenes solteros de la sala, antes de dirigirse a los brazos de Thanos al finalizar. Tradicionalmente, era una forma en que la novia mostraba lo feliz que estaba con su elección comparado con todo lo que rechazaba. De manera más informal, les daba a los jóvenes la oportunidad de lucirse ante las otras jóvenes de la nobleza que estaban mirando.
Para sorpresa de Thanos, Lucio no se unió al baile. Él esperaba de alguna manera que el príncipe hiciera algo estúpido como intentar robar un beso. Aunque, comparado con la parte en la que intentó matar a Thanos, aquello hubiera sido relativamente inofensivo.
En cambio, el príncipe fanfarroneaba por allí mientras el baile estaba todavía en marcha, abriéndose camino entre la multitud a empujones con casual arrogancia mientras sostenía una copa de cristal del mejor vino. Thanos lo miró e intentó encontrar una similitud entre ellos. Ambos eran hijos del rey, pero Thanos nunca podía imaginar parecerse a Lucio.
“Hermosa boda”, le dijo Lucio. “Todas las cosas que más me gustan: buena comida, mejor vino, un montón de sirvientas para después”.
“Ves con cuidado, Lucio”, dijo Thanos.
“Tengo una idea mejor”, replicó Lucio. “¿Por qué no observamos a tu hermosa novia los dos, dando vueltas entre tantos hombres? Por supuesto, tratándose de Estefanía, podríamos hacer una pequeña apuesta sobre cuáles se han acostado con ella”.
Thanos apretó los puños. “¿Estás aquí solo para causar problemas? Porque si es así, puedes marcharte”.
Lucio sonrió todavía más. “¿Y cómo se vería esto, tú intentando echar al heredero al trono de tu boda? No acabaría bien”.
“No para ti”.
“Recuerda tu lugar, Thanos”, dijo Lucio bruscamente.
“Oh, conozco mi lugar”, dijo Thanos con una voz que anunciaba peligro. “Los dos lo conocemos, ¿verdad?”
Aquello hizo que Lucio reaccionara con un ligero parpadeo. Incluso aunque Thanos no lo hubiera sabido, aquello lo hubiera confirmado: Lucio conocía las circunstancias del nacimiento de Thanos. Sabía que eran medio hermanos.
“Te maldigo a ti y a tu matrimonio”, dijo Lucio.
“Estás celoso”, replicó Thanos. “Sé que querías a Estefanía para ti y ahora soy yo el que se casa con ella. Yo soy el que no escapó del Stade. Yo soy el que realmente luchó en Haylon. Ambos sabemos qué más soy. Así que, ¿qué te queda, Lucio? Eres tan solo un matón del que la gente de Delos debe protegerse”.
Thanos escuchó el chasquido cuando Lucio tensó su mano alrededor de la copa de cristal, apretando hasta que la destrozó.
“Te gusta proteger a las clases más bajas, ¿verdad?” dijo Lucio. “Bien, piensa en esto: mientras tú planeabas una boda, yo destrozaba aldeas. Continuaré haciéndolo. De hecho, mientras tú todavía estés en tu lecho de boda mañana por la mañana, yo saldré a darles una lección a otro grupo de campesinos. Y no hay nada que puedas hacer al respecto, quienquiera que te creas que eres”.
Thanos deseaba pegar a Lucio entonces. Deseaba golpearlo y seguir golpeándolo hasta que no quedara más que una mancha de sangre sobre el suelo de mármol. Lo único que lo detuvo fue notar la mano de Estefanía, que se acercó al acabar el baile, sobre su brazo.
“Oh, Lucio, se te ha derramado el vino”, dijo con una sonrisa que Thanos deseaba poder igualar. “No hay problema. Deja que uno de mis asistentes te traiga más”.
“Ya me lo cogeré yo mismo”, respondió Lucio con evidente mala gana. “Me trajeron este y mira lo que le pasó”.
Se marchó ofendido y tan solo el tirón de la mano de Estefanía sobre su brazo frenó a Thanos de seguirle.
“Déjalo”, dijo Estefanía. “Te dije que habían mejores maneras y las hay. Confía en mí”.
“No puede escapar con todo lo que ha hecho”, insistió Thanos.
“No lo hará. Sino, míralo de este modo”, dijo ella. “¿Con quién prefieres