Una Vez Enfriado . Блейк Пирс. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Блейк Пирс
Издательство: Lukeman Literary Management Ltd
Серия: Un Misterio de Riley Paige
Жанр произведения: Современные детективы
Год издания: 0
isbn: 9781640298385
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palabras ahora preocupaban a Riley.

      Era tan injusto.

      Riley terminó su bebida, se duchó y se fue a la cama.

      Las pesadillas comenzaron justo cuando se quedó dormida.

      *

      Riley era solo una niña.

      Estaba caminando por un bosque de noche. Ella tenía miedo, pero no estaba segura del por qué.

      Después de todo, no estaba realmente perdida en el bosque.

      El bosque estaba cerca de una carretera, y podía ver los autos que iban y venían. El resplandor de un poste de luz y una luna llena iluminaban su camino entre los árboles.

      Luego sus ojos se fijaron en una fila de tres tumbas poco profundas.

      La tierra y las piedras que cubrían las tumbas estaban moviéndose.

      Las manos de las mujeres se abrieron camino por las tumbas.

      Podía oír sus voces decir...

      “¡Ayúdanos! ¡Por favor!”.

      “¡Solo soy una niña!”, respondió Riley entre lágrimas.

      Riley se despertó en su cama. Estaba temblando.

      “Fue solo una pesadilla”, se dijo a sí misma.

      Y no era de extrañar que había soñado con las víctimas del ‘Asesino de la caja de fósforos’ la noche después de haber hablado con Paula Steen.

      Respiró profundamente. Pronto se sintió relajada de nuevo, y comenzó a quedarse dormida.

      Pero entonces…

      Todavía era solo una niña.

      Estaba en una tienda de dulces con mamá, y mamá estaba comprándole muchos dulces.

      Un hombre aterrador que llevaba una media en la cabeza se acercó a ella.

      Él apuntó a mamá con un arma.

      “Dame tu dinero”, le dijo a mamá.

      Pero mamá estaba demasiado asustada como para moverse.

      El hombre le disparó a mamá en el pecho, y ella se cayó justo en frente de Riley.

      Riley comenzó a gritar. Se dio la vuelta en busca de ayuda.

      Pero, de repente, estaba en el bosque de nuevo.

      Las manos de las mujeres seguían tratando de cavar por las tumbas.

      Las voces seguían gritando...

      “¡Ayúdanos! ¡Por favor!”.

      Entonces Riley oyó otra voz a su lado. Esta le era familiar...

      “Ya las oíste, Riley. Necesitan tu ayuda”.

      Riley se volvió y vio a mamá. Estaba parada allí, su pecho sangrando de la herida de bala. Su cara estaba mortalmente pálida.

      “¡No puedo ayudarlas, mamá!”, exclamó Riley. “¡Solo soy una niña!”.

      Mamá sonrió.

      “No, no eres una niña, Riley. Ya eres grande. Date la vuelta y lo verás”.

      Riley se volvió y se encontró mirándose en un espejo completo.

      Era verdad.

      Ella era una mujer ahora.

      Y las voces seguían exclamando...

      “¡Ayúdanos! ¡Por favor!”.

      Los ojos de Riley se abrieron de nuevo.

      Estaba temblando aún más que antes, y estaba sin aliento.

      Se acordó de algo que Paula Steen le había dicho.

      “El asesino de mi hija jamás será llevado ante la justicia”.

      Paula también había dicho...

      “Nunca fue tu caso para empezar”.

      Riley se sintió determinada.

      Era cierto, el caso del ‘Asesino de la caja de fósforos’ no había sido suyo antes.

      Pero ya no podía dejarlo en el pasado.

      El ‘Asesino de la caja de fósforos’ tenía que ser llevado ante la justicia.

      “Ahora es mi caso”, pensó.

      CAPÍTULO SIETE

      Riley no tuvo más pesadillas esa noche, pero, aún así, pasó muy mala noche. Sorprendentemente, se sintió completamente despierta y energizada cuando se levantó a la mañana siguiente.

      Tenía trabajo por hacer ese día.

      Se vistió y bajó las escaleras. April y Jilly estaban en la cocina desayunando. Las chicas se veían tristes, pero no tan devastadas como ayer.

      Riley se sentó en la mesa y dijo: “Esos panqueques se ven buenísimos. Pásenlos, por favor”.

      Se comió su desayuno y se bebió el café. Luego comenzó a darse cuenta de que las chicas se veían más alegres. No mencionaron la ausencia de Ryan, en vez charlando de otros niños en la escuela.

      “Son fuertes”, pensó Riley.

      Y ambas habían pasado por momentos muy difíciles.

      Estaba segura de que superarían esta crisis con Ryan.

      Riley terminó su café y dijo: “Tengo que irme a la oficina”.

      Se puso de pie y le dio un beso a April y a Jilly en la mejilla.

      “Ve a atrapar a los malos, mamá”, dijo Jilly.

      Riley sonrió.

      “A eso voy, querida”, respondió ella.

      *

      Justo cuando llegó a la oficina, Riley abrió los ficheros automatizados del caso. Mientras examinaba los viejos artículos periodísticos, recordó haber leído algunos de ellos cuando salieron por primera vez. Había sido una adolescente en esa época, y el Asesino de la caja de fósforos le había parecido una pesadilla.

      Los asesinatos habían ocurrido aquí en Virginia, cerca de Richmond, cada uno ocurriendo cada tres semanas.

      Riley abrió un mapa y encontró el pueblo de Greybull, que quedaba cerca de la Interestatal 64. Tilda Steen, la última víctima, vivió y murió en Greybull. Los otros dos asesinatos ocurrieron en los pueblos de Brinkley y Denison. Riley podía ver que todos los pueblos quedaban a unas cien millas el uno del otro.

      Riley cerró el mapa y miró los periódicos de nuevo.

      Una gran titular gritaba...

      ¡ASESINO DE LA CAJA DE FÓSFOROS COBRA SU TERCERA VÍCTIMA!

      Se estremeció un poco.

      Sí, recordó haber visto ese titular hace muchos años.

      El artículo describió el pánico que los asesinatos había desatado en toda la zona, sobre todo entre las mujeres jóvenes.

      Según el artículo, el público y la policía estaban haciéndose las mismas preguntas:

      ¿Cuándo y dónde volvería a atacar?

      ¿Quién sería su próxima víctima?

      Pero no había habido una cuarta víctima.

      “¿Por qué?”, se preguntó Riley.

      Era una pregunta que la policía no había podido responder.

      El asesino había parecido un asesino en serie despiadado, del tipo que probablemente seguiría matando hasta ser