Riley sabía todo de Phoebe. De hecho, ella había rescatado a Crystal de una de sus borracheras.
“Tal vez ella sí entiende”, él pensó.
Pero de verdad no sabía cómo se sentía realmente.
En ese momento, el equipo de sus hijas anotó otro gol. Blaine y Riley aplaudieron y vitorearon. Ellos vieron el partido en silencio durante unos minutos.
Luego Riley dijo: “Blaine, admito que me decepcionaste cuando te mudaste. Tal vez incluso me sentí un poco enojada. Yo no tenía razón. No era justo de mi parte. Lamento todo”.
Ella hizo una pausa, y luego continuó.
“Me sentí muy mal por lo que te pasó. Y culpable. Aún me siento culpable. Blaine, yo...”.
Por un momento, parecía estar luchando con sus pensamientos y sentimientos.
“No puedo evitar sentir que pongo en peligro a todo aquel que se cruza en mi camino. Odio esa parte de mi trabajo. Odio esa parte de mí”.
Blaine comenzó a refutarla.
“Riley, no debes...”.
Riley lo detuvo.
“Es cierto, y los dos lo sabemos. Si yo fuera mi vecina, también quisiera mudarme si tuviera un adolescente en casa”.
En ese momento, una jugada les salió mal al equipo de sus hijas. Blaine y Riley se quejaron junto con el resto de los aficionados.
Blaine estaba empezando a tranquilizarse. Riley sinceramente no parecía guardarle rencor por su mudanza.
¿Podrían volver a despertar el interés que una vez tuvieron el uno para el otro?
Blaine tuvo las agallas para decir: “Riley, me encantaría invitarte a ti y a tus hijas a cenar en mi restaurante. Puedes traer a Gabriela también. Ella y yo podríamos intercambiar recetas centroamericanas”.
Riley se quedó callada por un momento. Se veía como si ni siquiera lo hubiera oído.
Finalmente dijo: “No gracias, Blaine. Las cosas están demasiado complicadas en este momento. Gracias por la invitación”.
Blaine se sintió desilusionado. No solo lo estaba rechazando, sino que también parecía que no estaba dejando ninguna puerta abierta para el futuro.
Pero no había nada que pudiera hacer al respecto.
Vio el resto del juego con Riley en silencio.
*
Riley seguía pensando en Blaine durante la cena de esa noche. Se preguntó si tal vez había cometido un error. Tal vez debería haber aceptado su invitación. Le gustaba y lo echaba de menos.
Incluso había invitado a Gabriela, y eso había sido adorable de su parte. Como Blaine era restaurador, había apreciado la cocina de Gabriela en el pasado.
Y Gabriela había hecho una comida típica de Guatemala esa noche: pollo en salsa de cebolla. Las niñas estaban disfrutándola y charlando sobre su victoria de esa tarde.
“¿Por qué no viniste al juego, Gabriela?”, preguntó April.
“Lo hubieses disfrutado”, dijo Jilly.
“Sí, me gusta el fútbol”, dijo Gabriela. “Iré al próximo juego”.
Le pareció el momento ideal para mencionar algo.
“Tengo buenas noticias”, dijo. “Hablé con mi agente inmobiliaria hoy, y piensa que podría ganar bastante dinero de la venta de la cabaña de su abuelo. Estoy segura que ayudará con los planes universitarios de ambas”.
Eso alegró a las chicas y hablaron del tema por un tiempo. Pero pronto el estado de ánimo de Jilly pareció decaer.
Finalmente, Jilly le preguntó a Riley: “¿Quién era ese tipo que estaba contigo en el juego?”.
April dijo: “Ah, ese es Blaine. Solía ser nuestro vecino. Él es el padre de Crystal. Tú la conoces”.
Jilly siguió comiendo en silencio por unos momentos.
Luego dijo: “¿Dónde está Ryan? ¿Por qué no estaba en el juego?”.
Riley tragó grueso. Se dio cuenta hace rato que Ryan había venido a casa durante el día para recoger sus cosas. Era el momento de decirles la verdad.
“Hay algo que he tenido la intención de decirles”, comenzó.
Pero le costó encontrar las palabras adecuadas.
“Ryan... Dice que necesita un poco de espacio. Él...”.
No podía seguir hablando. Notó por los rostros de las chicas que no necesitaba hacerlo. Entendieron muy bien lo que quiso decirles.
Después de unos segundos de silencio, Jilly se puso a llorar, huyó de la sala y subió las escaleras. April se puso de pie rápidamente para ir a consolarla.
Riley se dio cuenta de que April estaba acostumbrada a esas actitudes de Ryan. Estas decepciones aún debían dolerle, pero podía lidiarlas mejor que Jilly.
Sentada en la mesa con Gabriela, Riley comenzó a sentirse culpable. ¿Era completamente incapaz de mantener una relación seria con un hombre?
Como si hubiera leído sus pensamientos, Gabriela dijo: “Deja de culparte. No es tu culpa. Ryan es un tonto”.
Riley sonrió con tristeza.
“Gracias, Gabriela”, dijo.
Era exactamente lo que necesitaba oír.
Luego Gabriela agregó: “Las niñas necesitan una figura paterna, pero definitivamente no alguien que va y viene como él”.
“Lo sé”, dijo Riley.
*
Más tarde esa noche, Riley fue a ver cómo estaban las chicas. Jilly estaba en el cuarto de April haciendo tarea.
April levantó la mirada y dijo: “Estamos bien, mamá”.
Riley sintió un gran alivio. Aunque se sentía mal por las chicas, estaba orgullosa de que April estuviera consolando a Jilly.
“Gracias, cariño”, dijo antes de cerrar la puerta.
Sabía que April hablaría con ella de Ryan cuando se sintiera lista. Pero a Jilly podría costarle más.
Cuando volvió a bajar, Riley se encontró pensando en lo que Gabriela le había dicho.
“Las niñas necesitan una figura paterna”.
Miró el teléfono. Blaine había dejado claro que le gustaría entablar una relación con ella.
Pero ¿qué podría esperar de ella? Su vida era muy ocupada por sus hijas y el trabajo. ¿Realmente podría incluir a alguien más en este momento? ¿Solo terminaría decepcionándolo?
“Pero sí me gusta él”, admitió.
Y él también gustaba de ella. Seguramente tenía que tener espacio en su vida para...
Ella cogió el teléfono y marcó el número de Blaine. Se decepcionó cuando oyó la contestadora, pero eso no la sorprendió. Sabía que su trabajo en el restaurante a menudo lo mantenía alejado de casa en las noches.
Cuando oyó el pitido, Riley le dejó un mensaje.
“Hola, Blaine. Es Riley. Mira, lamento si estuve un poco distante en el juego de esta tarde. Espero no haber sido grosera. Solo quiero decirte que queremos aceptar tu invitación, si todavía sigue en pie. Llámame cuando puedas”.
Riley inmediatamente se sintió mejor. Ella fue a la cocina y se sirvió un trago. Mientras estaba sentada bebiéndoselo en el sofá de la sala de estar, se encontró recordando su conversación con Paula Steen.
Paula