Había sido un pacto con el diablo, y a Riley le avergonzaba lo que había hecho.
Riley continuó: “Como también saben, Hatcher se le escapó a un equipo SWAT del FBI que rodeaba mi cabaña. Tengo razones para creer que podría aparecer en mi casa”.
Walder la miró con recelo.
“¿Por qué crees eso?”.
“Hatcher está obsesionado conmigo”, dijo Riley. “Ahora que fue avistado, estoy bastante segura de que tratará de comunicarse conmigo. Si es así, los agentes alrededor de mi casa tendrán una buena oportunidad de capturarlo”.
Riley se encogió un poco por dentro.
Era una verdad a medias en el mejor de los casos.
La verdadera razón por la que quería agentes alrededor de su casa era para que la protegieran a ella y a su familia.
Walder tamborileó los dedos sobre la mesa.
“Agente Paige, dices que Hatcher está obsesionado contigo. ¿Segura que la obsesión no es mutua?”.
La insinuación molestó a Riley un poco.
Se sintió aliviada cuando su superior inmediato, Brent Meredith, tomó la palabra. Meredith tenía la misma presencia intimidante de siempre, con sus rasgos negros y angulosos y su mirada severa. Pero la relación de Riley con Meredith siempre había sido respetuosa, incluso agradable. Había sido su aliado en tiempos difíciles.
Ella esperaba que lo fuera en estos momentos.
Meredith dijo: “Jefe Walder, creo que la solicitud de la agente Paige de tener agentes vigilando su casa está fundada. No debemos pasar por alto ni siquiera la más remota posibilidad de llevar a Hatcher ante la justicia”.
“Sí”, dijo Walder. “Y no estoy satisfecho con el hecho de que se escapó aunque sabíamos exactamente dónde estaba”. Walder se enderezó en su silla, miró directamente a Riley y le preguntó: “Agente Paige, ¿le avisaste a Hatcher que había un equipo SWAT por la cabaña?”.
Riley oyó un jadeo en la sala.
No muchas personas tendrían el valor de hacerle esa pregunta. Pero Riley tuvo que contener su risa. Esta era una pregunta que podía contestar con la verdad. Esa era la razón por la que ya no le tenía miedo a Hatcher.
“No, no lo hice”, dijo Riley con firmeza, dándole una mirada fulminante.
Walder fue el primero en desviar la mirada. Se volvió a Jennifer Roston, una mujer afroamericana joven con pelo corto y liso que estaba sentada mirando a Riley con ojos oscuros intensos.
“¿Tienes alguna pregunta, agente Roston?”, le preguntó.
Roston se quedó callada. Riley esperó su respuesta con cierta ansiedad. Roston había sido asignada a llevar a Shane Hatcher ante la justicia. Roston era nueva en la UAC y estaba ansiosa de dejar su huella. Riley no creía que la nueva agente sería su aliada.
Roston no le había quitado los ojos de encima durante toda la reunión.
“Agente Paige, ¿podrías explicarnos la naturaleza exacta de tu relación con Shane Hatcher?”.
Riley se molestó de nuevo.
Ella quería decir que no, pero estaba comenzando a entender la táctica de Roston.
Hace unos días, Roston había interrogado a Riley en privado sobre este mismo tema en esta misma sala.
Ahora Roston tenía la intención de hacerle las mismas preguntas de nuevo, con la esperanza de pillar a Riley contradiciéndose. Roston esperaba que Riley no aguantara la presión de una gran reunión como esta y se delatara. Y Riley sabía por experiencia que no debía subestimarla. Roston era muy hábil en juegos mentales.
“Di lo menos posible”, se dijo a sí misma. “Ten mucho cuidado”.
*
A lo que la reunión terminó, todo el mundo salió de la sala, excepto Riley.
Ahora que todo había terminado, Riley se sentía demasiado sobresaltada como para levantarse de la silla.
Roston le había hecho preguntas conocidas, como con qué frecuencia Riley se había comunicado con Hatcher, y cómo. Ella también le había preguntado acerca de la muerte de Shirley Redding, una agente de bienes raíces que había ido a la cabaña en contra de su voluntad y murió allí. La policía no sospechaba juego sucio, pero Riley estaba segura de que Hatcher la había matado por haberse metido en su territorio. Riley sentía que Roston también sospechaba la verdad.
Riley respondió todas las preguntas de Roston con mentiras familiares.
Sabía que Roston no estaba nada satisfecha con sus respuestas.
“Esto no ha terminado”, pensó con un escalofrío. ¿Cuánto tiempo esperaba poder seguir ocultando toda la verdad sobre su relación con Hatcher?
Sin embargo, también tenía una preocupación mucho más aterradora sobre sus hombros.
¿Qué va a hacer Shane Hatcher ahora?
Sabía que se sentía muy traicionado por el hecho de que ella no le había advertido sobre el equipo SWAT. De hecho, él mismo se había dejado ver en la cabaña. También había permitido que el FBI se le acercara, solo para probar su lealtad para con él.
Desde la perspectiva de Hatcher, ella había reprobado la prueba.
Recordó el mensaje de texto que le había enviado a ella después:
Vivirás para lamentarlo. Tu familia quizás no.
Ella conocía a Hatcher demasiado bien como para no tomar sus amenazas en serio.
Riley se quedó sentada en la mesa, apretando sus manos con ansiedad.
“¿Cómo permití que todo esto llegara tan lejos?”, se preguntó.
¿Por qué permitió que su relación con Hatcher continuara, incluso después de su fuga de la cárcel?
Algo que Walder acababa de decir seguía resonando en su mente:
“Dices que Hatcher está obsesionado contigo. ¿Segura que la obsesión no es mutua?”.
Ahora que se encontraba sentada aquí sola, no podía negar la verdad detrás de la pregunta de Walder.
Hatcher la había fascinado desde que lo conoció en Sing Sing, en busca de su experiencia considerable como criminólogo autodidacta. Todavía la fascinaba ahora que estaba prófugo; le fascinaba su brillantez, su crueldad y su extraña capacidad de lealtad. De hecho, Riley sentía un vínculo extraño con él, un vínculo que Hatcher hacía todo lo posible para fortalecer y manipular.
Era justo como Hatcher le había dicho varias veces:
“Estamos unidos en nuestras mentes, Riley Paige”.
Riley se estremeció al pensarlo.
Esperaba haber roto ese vínculo.
Pero ¿al hacerlo había hecho que Shane Hatcher decidiera derramar su ira sobre la gente que más quería?
En ese momento, Riley escuchó una voz detrás de ella.
“Agente Paige...”.
Riley se volvió y vio que Jennifer Roston acababa de regresar a la sala.
“Creo que tú y yo tenemos más de qué hablar”, dijo Roston, sentándose en la mesa enfrente de Riley.
La mente de Riley se inundó de temor.
¿Qué truco podría tener Roston bajo la manga ahora?
CAPÍTULO DOS
Riley y Jennifer Roston se quedaron mirándose en la sala