La Marcha De Los Reyes . Морган Райс. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Морган Райс
Издательство: Lukeman Literary Management Ltd
Серия: El Anillo del Hechicero
Жанр произведения: Героическая фантастика
Год издания: 0
isbn: 9781632910677
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      El rey levantó su cabeza una vez más, y con un esfuerzo final dijo:

      “Busca justicia por mí”.

      Entonces, repentinamente, MacGil se puso rígido. Se quedó ahí durante unos momentos, después su cabeza rodó hacia un lado mientras sus ojos se abrían de par en par, paralizados.

      Estaba muerto.

      “¡NO!” Thor gimió.

      Su gemido debe haber sido lo suficientemente fuerte para alertar a los guardias, porque un instante después, oyó que la puerta se abría detrás de él y escuchó la conmoción de docenas de personas entrando apresuradamente a la habitación. En alguna parte de su conciencia entendió que había movimiento a su alrededor. Vagamente escuchó las campanas del castillo repicando, una y otra vez. Las campanas sonaban, al compás de la sangre que brotaba de sus sienes. Pero todo se hizo borroso, ya que momentos después, el cuarto giraba.

      Thor se estaba desmayando, yendo hacia el suelo de piedra, en un gran colapso.

      CAPÍTULO SEIS

      Una ráfaga de viento golpeó a Gareth en la cara y miró hacia arriba, parpadeando para contener las lágrimas en la pálida luz del primer amanecer. Estaba amaneciendo y sin embargo, en este remoto lugar, en el borde de los acantilados Kolvian, ya se habían reunido cientos de familiares del rey, amigos, y los súbditos reales cercanos, merodeando, esperando participar en el funeral. Detrás de ellos, detenidos por un ejército de soldados, Gareth podía ver llegar a las masas, miles de personas mirando los servicios a distancia. El dolor en sus caras era genuino. Su padre era amado, eso era seguro.

      Gareth estaba con el resto de la familia inmediata, en un semicírculo alrededor del cadáver de su padre, que estaba suspendido en tablones sobre un agujero en la tierra, con las cuerdas alrededor, esperando que lo bajaran. Argon estaba parado frente a la multitud, usando unas túnicas escarlatas que reservaba solamente para los funerales, con expresión inescrutable, mientras miraba el cadáver del rey, y la capucha ocultaba su rostro. Gareth trató desesperadamente de analizar ese rostro, de descifrar cuánto sabía Argon. ¿Argon sabía que él había asesinado a su padre? Y si así fuera, ¿se lo diría a los demás—o dejaría que el destino lo decidiera?

      Para mala suerte de Gareth, ese molesto muchacho, Thor, había sido limpiado de toda culpa, obviamente, él no pudo haber asesinado al rey estando en el calabozo. Eso sin mencionar que su mismo padre le había dicho a todos los demás que Thor era inocente. Lo cual empeoraba las cosas para Gareth. Ya se había formado una Comisión para investigar el asunto, para examinar todos los detalles de su asesinato. El corazón de Gareth se aceleró mientras estaba ahí parado con los demás, mirando el cadáver a punto de ser bajado a la tierra; quería bajar junto con él.

      Sólo era cuestión de tiempo hasta que el rastro los llevara hacia Firth—y cuando fuera así, Gareth caería junto con él. Tendría que actuar rápidamente para desviar la atención, para echarle la culpa a alguien más. Gareth se preguntaba si los que lo rodeaban sospechaban de él. Probablemente solo estaba siendo paranoico , y al ver los rostros, nadie lo estaba mirando. Ahí estaban sus hermanos, Reece, Godfrey y Kendrick; su hermana Gwendolyn; y su madre, con su cara llena de dolor, parecía catatónica; sin duda, desde la muerte de su padre, ella había sido una persona diferente, casi no podía hablar. Le dijeron que cuando ella recibió la noticia, algo había pasado dentro de ella, una especie de parálisis. La mitad de su cara estaba paralizada, cuando abría la boca, las palabras salían lentamente.

      Gareth examinó las caras de los consejeros del rey detrás de ella—su general en jefe, Brom, y su jefe de la Legión, Kolk, y detrás de ellos estaban los interminables consejeros de su padre. Todos fingían dolor, pero Gareth sabía que no era así. Sabía que toda esa gente, todos los miembros del consejo y asesores y generales—y todos los nobles y lores detrás de ellos—apenas si les importaba. Vio la ambición en sus rostros. La lujuria por el poder. Mientras veían hacia abajo al cadáver del rey, sintió que cada uno se preguntaba quién sería el próximo a ocupar el trono.

      Era justamente el mismo pensamiento que tenía Gareth. ¿Qué sucedería después de un asesinato tan caótico? Si hubiera sido limpio y fácil, y hubieran culpado a otra persona, entonces el plan de Gareth habría sido perfecto—el trono sería para él. Después de todo, él era el hijo legítimo primogénito. Su padre había cedido el poder a Gwendolyn, pero nadie estuvo presente en esa reunión, excepto sus hermanos, y sus deseos nunca fueron ratificados. Gareth conocía al Consejo y sabía cuán en serio se tomaban la ley. Sin una ratificación, su hermana no podría gobernar.

      Lo cual, de nuevo, lo llevaba hacia él. Si se seguía el proceso debido—y Gareth estaba decidido a que así fuera—entonces el trono sería para él. Ésa era la ley.

      Sus hermanos pelearían con él, de eso no tenía ninguna duda. Recordarían su encuentro con su padre, y tal vez insistirían en que Gwendolyn gobernara. Kendrick no intentaría ir por el poder—era muy honesto. Godfrey era apático. Reece era demasiado joven. Gwendolyn era su única verdadera amenaza. Pero Gareth se sentía optimista; no creía que el Consejo estuviera listo para tener a una mujer—mucho menos a una adolescente—para gobernar el Anillo. Y sin la ratificación del rey, tenían la excusa perfecta para excluirla.

      La verdadera amenaza que quedaba en la mente de Gareth era Kendrick. Después de todo, él, Gareth, era odiado universalmente, mientras que Kendrick era amado entre los plebeyos, entre los soldados. Dadas las circunstancias, siempre existía la posibilidad de que el Consejo entregara el trono a Kendrick. Mientras más pronto tomara Gareth el poder, más rápido podría utilizar sus poderes para anular a Kendrick.

      Gareth sintió un jalón en su mano, y miró hacia abajo a la cuerda anudada que quemaba la palma de su mano. Se dio cuenta de que empezaron a bajar el ataúd de su padre; miró alrededor y estaban sus otros hermanos, sosteniendo cada uno la cuerda igual que él, bajándola lentamente. El extremo de la cuerda de Gareth se inclinó, ya que se demoró en bajarla, y extendió la mano y la agarró con su otra mano hasta que se estabilizó. Era irónico, incluso en la muerte, no podía agradar a su padre.

      Las campanas repicaban a lo lejos, procedentes del castillo y Argon dio un paso adelante y levanto la palma de su mano.

      “Itso ominus domi ko resepia…”

      El lenguaje perdido de los Anillos, el lenguaje real, usado por sus antepasados durante mil años. Era un lenguaje que los profesores particulares de Gareth habían practicado con él desde niño y que necesitaría cuando asumiera sus poderes

      Argon se detuvo de repente, miró hacia arriba y se le quedó viendo a Gareth. Hizo que un escalofrío llegara a la columna de Gareth, mientras los ojos translúcidos de Argon parecían arder a través de él. La cara de Gareth se ruborizó y se preguntó si todo el reino los estaban observando y si alguien sabía lo que significaba. Con esa mirada, sintió que Argon sabía de su participación. Sin embargo, Argon era misterioso, siempre negándose a participar en los serpenteos del destino humano. ¿Se quedaría callado?

      “El Rey MacGil era bueno y justo”, dijo Argon lentamente, con una voz ronca y sobrenatural.

      “Trajo el orgullo y el honor de sus antepasados y las riquezas y la paz a su reino a diferencia de todo lo que habíamos conocido. Le arrebataron la vida antes de tiempo, como Dios lo quiso. Pero dejó un legado profundo y rico. Ahora depende de nosotros cumplir con ese legado”.

      Argon hizo una pausa.

      “Nuestro reino del Anillo está rodeado de amenazas profundas y siniestras por todos lados. Más allá de nuestro Barranco, protegido solo por nuestro escudo de energía, se encuentra una nación de salvajes y criaturas que pueden separarnos. Dentro de nuestro Anillo, frente a nuestras montañas, se encuentra un clan que nos haría daño. Vivimos en una prosperidad sin igual y en paz; sin embargo, nuestra seguridad es fugaz.

      "¿Por qué los dioses se llevan a uno de nosotros en su mejor momento— un rey bueno y sabio y justo? ¿Por qué fue su destino ser asesinado de esta manera? Todos somos meros