Gwendolyn se sentó y lo miró, examinándolo. Se sintió renacer al tocarlo, con el peso de él en sus brazos, su olor, la forma en que se veía. Ella lo meció y lo sostuvo firmemente, todo envuelto en mantas. Gwendolyn se sentía llena de olas de amor por él, de agradecimiento. Ella casi no lo podía creer; había tenido un bebé.
En cuanto lo colocaron en sus brazos, el bebé de repente dejó de llorar. Se quedó muy quieto, se dio vuelta, abrió los ojos y la miró bien.
Gwen sintió una sacudida por su cuerpo, mientras sus miradas se encontraban. El bebé tenía los ojos de Thor – de color gris, ojos brillantes que parecían venir de otra dimensión. Se miraron detenidamente. Mientras lo miraba, Gwendolyn sintió como si ya lo hubiera conocido en otro tiempo. De todo el tiempo.
En ese instante, Gwen sentía un vínculo más fuerte que con nada ni nadie en su vida. Ella lo apretó fuerte y juró que nunca lo dejaría ir. Caminaría a través del fuego por él.
"Se parece a ti, mi señora", le dijo Thor, sonriendo mientras se inclinaba y miraba junto con ella.
Gwen sonrió, llorando, abrumada por la emoción. Ella nunca había estado tan feliz en su vida. Esto era todo lo que ella siempre había querido, estar aquí con Thorgrin y su hijo.
"Sus ojos se parecen a los tuyos", respondió Gwen.
"Lo que aún no tiene es un nombre", dijo Thor.
"Tal vez deberíamos llamarlo como tú", le dijo Thor a Gwendolyn.
Él movió la cabeza, inflexible.
"No. Es hijo de su madre. Lleva tus rasgos. Un verdadero guerrero debe llevar el espíritu de su madre y las habilidades de su padre. Necesita las dos cosas. Va a tener mis habilidades. Y debemos llamarlo como tú".
"Entonces, ¿qué propones?", preguntó ella.
Thor pensó.
"Su nombre debe sonar como el tuyo. El hijo de Gwendolyn debería llamarse… Guwayne".
Gwen sonrió. Al instante le encantó su sonido.
"Guwayne", dijo. "Me gusta".
Gwen sonrió ampliamente mientras sostenía con firmeza al bebé.
"Guwayne", le dijo al niño.
Guwayne se dio vuelta y abrió los ojos nuevamente, y al mirarla, ella podría jurar haberlo visto sonreír. Sabía que él era demasiado joven para eso, pero vio un destello de algo y estaba segura de que aprobó el nombre.
Selese se inclinó hacia adelante y aplicó un bálsamo en los labios de Gwen y le dio algo de beber, un líquido espeso, oscuro. Gwen inmediatamente se sintió reanimada. Ella sintió que volvía lentamente a ser ella misma.
"¿Cuánto tiempo he estado aquí?", preguntó Gwen.
"Ha estado dormida casi dos días, mi señora", dijo Illepra. "Desde el gran eclipse".
Gwen cerró los ojos y recordó. De pronto recordó todo. Recordó el eclipse, el granizo, el terremoto… Nunca había visto nada igual.
"Nuestro bebé presagia grandes augurios", dijo Thor. "El reino entero fue testigo de los acontecimientos. Ya se había hablado de su nacimiento, en todos lados".
Mientras Gwen sostenía al niño con fuerza, sintió un calor a través de ella, y sintió lo especial que era él. Su cuerpo entero se estremeció mientras lo abrazaba, y supo que no era un niño común y corriente. Se preguntó qué clase de poderes corrían en su sangre.
Miró a Thor, sorprendida. ¿Este muchacho es un druida, también?
"¿Llevas aquí todo este tiempo?" le preguntó a Thor, al darse cuenta de que había estado a su lado todo este tiempo y llena de gratitud hacia él.
"Así es, mi señora. Vine en cuanto me enteré. Menos anoche. Pasé la noche en el Lago de las Tristezas. Orando por tu recuperación".
Gwen se puso a llorar otra vez, incapaz de controlar sus emociones. Ella nunca se había sentido más contenta en su vida; sostener a este niño la hacía sentir completa de una manera que no creía posible.
A pesar de sí misma, Gwen recordó ese momento fatídico en el Mundo de las Tinieblas, en la elección que fue obligada a tomar. Ella apretó la mano de Thor y sujetó al bebé con fuerza, queriendo a ambos cerca de ella, queriendo que ambos estuvieran con ella para siempre.
Sin embargo, sabía que uno de ellos tendría que morir. Ella lloraba y lloraba.
"¿Qué pasa, mi amor?", preguntó Thor, finalmente.
Gwen meneó la cabeza, incapaz de decirle.
"No te preocupes", dijo. "Tu madre todavía vive. Si por eso estás llorando".
Gwen recordó de repente.
"Ella está gravemente enferma", agregó Thor. "Pero todavía hay tiempo para verla".
Gwen sabía que tenía que hacerlo.
"Tengo que verla", dijo. "Llévame con ella ahora".
"¿Está segura, mi señora?", preguntó Selese.
"En su condición, usted no se debe mover", añadió Illepra. "Su parto fue anormal, y debe recuperarse. Tiene suerte de estar viva".
Gwen meneó la cabeza, inflexible.
"Voy a ver a mi madre antes de que muera. Llévenme con ella. Ahora".
CAPÍTULO CINCO
Godfrey estaba sentado en el centro de la larga mesa de madera, en la taberna, con una jarra de cerveza en cada mano, cantando con el grupo grande de los MacGil y los McCloud, aporreando sus tarros en la mesa, con el resto de ellos. Todos se balanceaban hacia adelante y hacia atrás, golpeando sus tarros para puntuar cada frase, la cerveza se derramaba sobre el dorso de sus manos y sobre la mesa. Pero a Godfrey no le importaba. Estaba inmerso en la bebida, como había estado todas las noches esta semana, y se sentía bien.
A cada lado de él estaban sentados Akorth y Fulton y al mirar de un lado a otro, se sintió satisfecho de ver a decenas de MacGil y McCloud alrededor de la mesa, antiguos enemigos, todos en este evento para consumir bebidas, que él había organizado. Godfrey había tomado varios días peinando la zona montañosa, para llegar a este punto. Al principio, los hombres habían sido cautelosos; pero cuando Godfrey había rodado los barriles de cerveza, entonces las mujeres empezaron a llegar.
Había comenzado con pocos hombres, desconfiando unos de los otros, manteniendo sus propios lados de la sala. Pero mientras Godfrey intentaba llenar la taberna, encaramada aquí en esta cumbre de la zona montañosa, los hombres empezaron a tomar confianza, a interactuar. Godfrey sabía que no había nada como el señuelo de cerveza gratis para reunir a los hombres.
Lo que los había llevado al extremo, lo que les había hecho ser como hermanos, fue que Godfrey había llevado mujeres. Godfrey había llamado a todos sus contactos en ambos lados de la zona montañosa para despejar los burdeles y había pagado a todas las mujeres generosamente. Llenaron la taberna con los soldados, la mayoría sentados en el regazo de un soldado, y todos los hombres estaban contentos. Las mujeres bien pagadas estaban felices, los hombres estaban felices, y en la taberna entera había alegría y ánimo, mientras los hombres dejaban de centrarse en los demás y en cambio se enfocaban en la bebida y las mujeres.
Mientras avanzaba la noche, Godfrey comenzó a escuchar la conversación entre ciertos MacGil y McCloud acerca de convertirse en amigos, haciendo planes para ir a patrullar juntos. Era exactamente el tipo de vinculación que su hermana le había enviado a lograr, y Godfrey se sentía orgulloso de sí mismo por haberlo logrado. También se había divertido en el camino, sus mejillas estaban rosadas con tanta cerveza. Se dio cuenta de que había algo, en esta cerveza McCloud; era más fuerte en este lado del altiplano e y se subía directamente a la cabeza.
Godfrey sabía que había muchas maneras de fortalecer el ejército, de unir a la gente y gobernar. La política era una cosa; el gobierno era otra; la aplicación de la ley era otra. Pero ninguna llegaba