Antes De Que Atrape . Блейк Пирс. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Блейк Пирс
Издательство: Lukeman Literary Management Ltd
Серия: Un Misterio con Mackenzie White
Жанр произведения: Современные детективы
Год издания: 0
isbn: 9781094303345
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que, si ella saltó, ¿cómo diablos llegó a su cabello?

      Estaba bastante segura de que la foto de la palma de la mano de Malory respondería a esa pregunta.

      Y si la marca de una de esas cubiertas estaba en la palma de su mano, es porque ella no saltó. Estaba colgada del puente… quizá tratando de salvarse a sí misma. Y el trozo de madera en su cabello… si estaba colgada de este mismo punto, no es difícil de creer que un pequeño trozo de esta madera tan vieja hubiera acabado en su cabello mientras ella trataba de agarrarse con más fuerza.

      Deslizó su dedo sobre las 5 cubiertas en el puntal que tenía delante, una por una. Cuando llegó a la penúltima, notó una aspereza en el borde de la cubierta. Sin duda era lo bastante como para hacer esas marcas tan leves en la mano de Malory.

      Con el corazón saltándole en el pecho, Mackenzie miró por encima de los raíles. Las rocas que habían acabado matando a Malory Thomas y Kenny Skinner aguardaban allí abajo. Hasta desde esta altura, podía ver la descoloración donde había habido sangre hacía menos de 12 horas.

      Estoy justo donde ellos estuvieron, pensó Mackenzie. Estuvieron aquí mismo de pie unos momentos antes de morir.

      Entonces volvió a mirar la foto de la muesca en la palma de la mano de Malory, y volvió a mirar las cubiertas de los tornillos. Y corrigió ese pensamiento: Estuvieron aquí mismo de pie unos momentos antes de ser asesinados.

      CAPÍTULO NUEVE

      Mackenzie no tenía recepción en el teléfono hasta que regresó a la pista de gravilla, por lo que no pudo llamar a McGrath para darle las noticias hasta diez minutos después. Su secretaria le dijo que se encontraba fuera de su despacho y que no respondía al teléfono. Decidió no dejarle ningún mensaje y, en vez de ello, llamó al alguacil Tate.

      Tate tampoco le respondió, pero cuando le salió el buzón de voz, se acordó de que le había dicho que su teléfono desfasado estaba comportándose mal. Colgó, frustrada, pero antes de que le diera tiempo a enfadarse, Tate le llamó directamente de vuelta.

      “Ya te lo dije,” dijo él. “Este maldito teléfono. De todos modos, ¿qué puedo hacer por ti, agente White?”

      “¿Con que rapidez nos podemos encontrar en la comisaría con algunos de tus mejores hombres?”

      “Estoy en la comisaría ahora mismo. Y si se refiere a Kenny Skinner, entonces la única otra persona que lo sabe es mi ayudante, como te dije anoche. Puedo hacer que regrese aquí en unos veinte minutos. ¿Por qué? ¿Qué pasa?”

      “Hay unas cuantas cosas de las que te quiero informar.”

      “¿Encontraste algo?” le preguntó, con curiosidad instantánea. También sonaba un tanto excitado y Mackenzie no supo muy bien cómo tomárselo.

      “La verdad es que prefiero esperar hasta que nos veamos allí. A propósito… ¿tienes alguna manera de que pueda llamar a DC?”

      “Solo tenemos un viejo teléfono de botones. Podemos poner una conferencia con alguien si hace falta.”

      Se sintió un poco consentida cuando esto le decepcionó. Sin embargo, le dio las gracias y terminó la llamada.

      Se encontraba a cinco minutos de distancia de la comisaría de Kingsville cuando le llamó McGrath de vuelta. Después de repasar los detalles de lo que había descubierto, él se quedó en silencio un momento. Finalmente, en el momento en que estaba a punto de meterse al aparcamiento de la comisaría, le habló.

      “¿Estás segura de eso?” le preguntó,

      “Estoy lo bastante segura como para afirmar que sin duda se merece una investigación.”

      “Con eso me basta. Encuentra la manera de tenerme en esa reunión que estás a punto de tener. Quiero mantenerme cerca en este caso.”

      “Así lo haré. Dame unos cuantos minutos.”

      Aparcó y entró a la comisaría. El alguacil Tate estaba sentado detrás de la zona de patio, esperándola. Cuando entró a la recepción, él se acercó rápidamente para saludarla. Mientras la escoltaba hacia la parte de atrás del pequeño edificio, le habló en susurros.

      “Me las arreglé para que uno de mis chicos se figurara la manera de que pudieras realizar una llamada de video desde uno de nuestros portátiles. Estoy seguro que no será de la misma calidad técnica a la que estás acostumbrada en DC, pero es todo lo que tenemos aquí.”

      “Está bien, eso debería ser suficiente.”

      Tate le guió a la sala de conferencias donde había un MacBook bastante antiguo sobre una mesa de madera. Había otro hombre sentado al final de la mesa, que le saludó con la mano cuando entró. Entonces se puso de pie y le ofreció su mano.

      “Ayudante Andrews,” le dijo. “Encantado de conocerte, agente White.” Se trataba de un hombre bajito y fornido, más bien gordito, con esa clase de duro encanto sureño que podía resultar encantador o un tanto desagradable. Por el momento, Mackenzie no podía decidirse por cuál de ambos encajaba con Andrews.

      “En fin, esto es lo mejor que podemos hacer,” dijo Tate, girando el MacBook en dirección a ella. “Mi colega se acaba de asegurar de que podamos utilizar FaceTime con él. Esto, para Kingsville, es alta tecnología.”

      Sacó el número de McGrath de su lista de contactos y lo introdujo. Al realizar la llamada, tardó unos momentos en conectarse. Cuando apareció el rostro de McGrath en la pantalla, Tate y Andrews se colocaron detrás de Mackenzie.

      Hicieron una rápida ronda de presentaciones—mera formalidad, para ser honestos, ya que estaba segura de que a McGrath le interesaban muy poco los agentes de la policía de Kingsville.

      “Para asegurarme de que estamos todos al día,” dijo Mackenzie. “Voy a repasarlo una vez más. Había unas laceraciones muy leves en la mano izquierda de Malory Thomas. Además, había una ligera muesca, como si se hubiera estado agarrando a algo momentos antes de su muerte. Tras visitar el Puente de Miller Moon por la mañana, fui capaz de determinar que la muesca tenía exactamente la misma forma que las cubiertas que hay sobre los tornillos a lo largo de los puntales al extremo del puente.

      “Adicionalmente, se encontró un pedazo de madera en su cabello—que al forense le resultó extraño porque era el único pedazo. Resulta que la madera en su cabello es exactamente la misma que tienen los soportes de madera a lo largo y por debajo del puente, hasta del mismo tono y textura. Si a eso le añadimos el hecho de que estaba desnuda y que se encontró su ropa sobre el puente, me hace pensar que no saltó. Más bien parece que estaba colgada del extremo del puente. Con bastante fuerza, puedo añadir, a juzgar por esa muesca. Y si se iba a quitar a vida, ¿por qué se esforzaría por sujetarse del borde?”

      “Tiene sentido, creo yo,” dijo Tate.

      “Sí que lo tiene,” dijo McGrath. “Pero entonces esto nos lleva a más preguntas. ¿Fue solamente Malory la que puede que haya sido asesinada? ¿Podemos también añadir a Skinner en el mismo barco? Y si es así, ¿por qué no a todos los demás que han saltado desde ese puente?”

      “Estuve hablando con la doctora Jan Haggerty, una psiquiatra que vive en el pueblo. Me dijo que, en base a lo que sabía sobre Skinner, no hay manera de que se suicidara. Y sin duda, su madre también está de acuerdo con eso. Y si miramos las fechas de los suicidios, han pasado casi dos años desde que se encontrara un cadáver en las rocas que hay debajo del puente. Ahora, dos años después, tenemos a dos en cuestión de cuatro días. Creo que podemos asumir con certeza que también merece la pena investigar la muerte de Kenny Skinner como un posible asesinato. Las fechas son demasiado cercanas como para que se trate de una coincidencia.”

      “Alguacil Tate, ya hemos hablado de la importancia del chico de Skinner,” dijo McGrath. “Le pido que en los próximos días tenga la consideración de proporcionarle a la agente White cualquier cosa que necesite. Y le ruego que le deje liderar este caso. Es una de mis mejores agentes y confío en ella por completo. ¿Puede hacer esto por mí?”

      “Sin duda alguna. No tienes