- "Claro, diviértete, Tess. Sólo son ratas de ciudad".
- "Creo que estás insultando a las ratas."
- "Tienes razón Tess. Son bichos".
El grupo volvió a correr, riéndose de la retirada precipitada de los aspirantes como asaltantes humillados. A medida que se acercaban al final de la carrera, Carmen alcanzó a Tess, que como de costumbre no mostraba ni una pizca de fatiga.
- "Tess, debo estar envejeciendo. Estoy sin aliento. Por favor, más despacio".
- "Carmen, nunca has sido una debilucha. Esfuérzate más". Tess se fue otra vez. "¡Te echo una carrera a la oficina!"
Carmen se detuvo y se agachó, con el estómago revuelto. Sus náuseas habÃan vuelto. El resto de las Valquirias la pasaron por alto, exhortándola a hacer mayores esfuerzos. Carmen retomó la carrera, pero pronto tuvo que abandonar y sentarse en los escalones de una casa de pueblo, recobrando el aliento. Tess se dio la vuelta y vio lo que estaba pasando. Volvió corriendo a Carmen y se sentó a su lado, preocupada.
- "¿Qué pasa, chica? Nunca te habÃa visto renunciar. ¿Esos hombres te molestaron?" Carmen respiraba con dificultad, tratando de no sucumbir a las náuseas.
- "Tess, me temo que estoy embarazada. Esto es un maldito inconveniente".
Tess sonrió. "Carmen, son buenas noticias. Nicola estará encantado."
- "SÃ, ¿pero qué hay de mÃ? Se suponÃa que esto no pasarÃa hasta dentro de un año".
- "Las cosas pasan cuando menos te las esperas. Un bebé es algo hermoso. La familia de Nicola se volverá loca."
- "SÃ, y también todo el pueblo de Chiavari. Insistirán en arrastrarme de vuelta a Italia, para poder encerrarme en el dormitorio, con las hermanas de mamá y Nicola encima de mà veinticuatro horas al dÃa, tratando de disecarme como un ganso de Estrasburgo. No podré moverme y engordar en un santiamén".
- "Vamos, Carmen. Estás exagerando. Conocà a la familia de Nicola, y son gente encantadora".
- "Me encantan por partes, pero no quiero ir allÃ, Tess. Además, tienen nociones extrañas. TodavÃa no creen en el aire acondicionado, los lavaplatos y las secadoras de ropa. A veces, me vuelven loca".
Tess se rió. "Todo es parte del encanto. ¿Ya se lo dijiste a Nicola?"
- "No, no lo hice. Tengo miedo de que me lleve a Italia inmediatamente."
- "PodrÃa ser peor, pero estoy segura de que podemos solucionarlo. Nos adaptaremos y acomodaremos a sus necesidades. No tienes que ir a Nigeria con el equipo. Nos las arreglaremos." Tess estaba mintiendo. Carmen era el corazón de las operaciones y el gurú de la logÃstica de la empresa.
- "Me voy a Nigeria, Tess."
- "Carmen, no te preocupes. Arreglaremos las cosas. Tener un bebé es una gran ocasión. DeberÃas disfrutar de la experiencia. Créeme, pocas cosas en la vida son más hermosas".
- "Lo sé, Tess, pero no quiero que me dejen de lado. Tenemos mucho trabajo que hacer, y no te defraudaré ni a ti ni al equipo".
- "Nunca nos decepcionas, y no vas a empezar ahora, Carmen. Alégrate, disfruta de este fantástico evento y trabajaremos en ello".
- "Gracias, Tess. Eres una muñeca. Tenemos que planear para que el bebé no se interponga en el camino".
- "No te preocupes por eso. Cuéntale a Nicola las buenas noticias y vete a un buen restaurante a celebrarlo". Carmen abrazó a Tess. Caminaron el resto del camino, planeando las aventuras que les aguardaban.
2 PLANIFICACIÃN DE TRAVESURAS
En Pyongyang, Corea del Norte, Laurent Belcour se relajó en un gran jacuzzi. Dos mujeres asiáticas desnudas lo flanqueaban, arrullando y acariciando seductoramente su pecho peludo. Frente a él, Kim Jong-un, el Gran LÃder de Corea del Norte, también estaba disfrutando de las ministraciones de dos mujeres altas y rubias. Kim estaba siendo tratado por gota. Un glotón, que habÃa hinchado hasta casi 300 libras y sufrÃa de muchas dolencias directamente relacionadas con su estilo de vida indulgente. Alrededor de ellos, atractivas señoritas, miembros de la "compañÃa de placer" de Kim, deambulaban casualmente, listas para cumplir todos los deseos del dictador.
Al tomar el poder, el Gran LÃder disolvió un grupo de mujeres escogidas por su padre y predecesor, Kim Jong-il. Tras la conclusión de un perÃodo oficial de duelo de tres años tras la muerte de su padre, el nuevo dictador norcoreano fue libre de elegir una nueva generación de compañeras. Envió agentes para encontrar a las mujeres más hermosas del paÃs y las llevó a las muchas mansiones del dictador, donde se esperaba que estuvieran disponibles a pedido.
Aunque la mayorÃa de las mujeres eran cantantes, bailarinas o sirvientas, la élite norcoreana convirtió en concubinas a las que se consideraba especialmente bellas. Según los periódicos extranjeros, muchas de las mujeres que se "retiraron" de los escuadrones a los 20 años terminaron siendo emparejadas con oficiales militares que buscaban esposas.
Hasta el año pasado, Laurent Belcour era el director de la Organización Internacional para el Desarrollo (OID). Tuvo que dimitir de su cargo debido a un desagradable episodio en los tribunales franceses, donde se vio obligado a defenderse de las acusaciones de utilizar prostitutas para sus fiestas sexuales organizadas, la menor de sus transgresiones, que en la vida real incluÃan el tráfico sexual de menores. Ãl y sus asociados lograron escapar de la condena, pero el daño ya estaba hecho. No sólo perdió su prestigiosa posición, sino que su reputación fue mancillada. El desafortunado suceso no le impidió seguir viviendo aventuras sexuales y dedicándose a la trata de personas.
El pasado ajetreado de Belcour no afectó su posición como astuto estratega financiero. HabÃa establecido rápidamente una práctica de consultorÃa centrada en los desafÃos económicos de los paÃses en desarrollo. Era bueno creando estrategias que en la mayorÃa de los casos producÃan resultados. Se propagó la voz y ahora estaba ocupado asesorando a muchos jefes de estado.
Su proyecto actual consiste en trabajar con Corea del Norte para ayudar a encontrar soluciones a las terribles condiciones económicas que afectan al paÃs. Acababa de terminar de estudiar aspectos importantes de las finanzas del paÃs y lo que habÃa encontrado no era prometedor.
El Gran LÃder seguÃa disfrutando de las ministraciones de las dos espléndidas bellezas ucranianas.
- "¿Está disfrutando de las damas que le traje, Gran LÃder?" preguntó Belcour.
- "Mucho," respondió el tirano gordito. "Es agradable estar en comunión con mujeres altas y hermosas de vez en cuando. ¿Estás contento con nuestras damas locales?"
- "Son agradables y obedientes, Gran LÃder. No podrÃa desear más."
Los dos hombres hablaban en francés, Kim aprendió el idioma mientras estudiaba en Suiza cuando era joven.
- "Monsieur Belcour, entiendo que revisaste nuestros datos financieros y estadÃsticas económicas. ¿Llegaste a alguna conclusión?"
- "Tengo a Gran LÃder, pero me temo que la situación no es prometedora. Estoy algo indeciso de estropear esta agradable tarde con tediosa información financiera."
- "Por eso te pedà que me visitaras, Belcour. Mis oficiales son demasiado cobardes para discutir asuntos desagradables". Una declaración verdadera, principalmente porque Kim era propenso a ejecutar a cualquiera que no le dijera lo que querÃa oÃr.
- "Bueno, dijiste que esperabas que te diera opiniones sin filtrar sobre