¿Cómo alguien puede ser tan fuerte? Cuando habÃa intentado pelear de vuelta, no habÃa tenido oportunidad alguna. Era como si hubiese intentado ir contra una manada de lobos y ahora estaba sufriendo severamente por sus esfuerzos.
Finalmente atreviéndose a abrir los ojos, se sorprendió de ver a un chico de pie ahÃ⦠mirándolo. ParecÃa tener más o menos 12 años y hubiese sido etiquetado como albino si sus ojos no hubiesen sido tan negros y vacÃos.
AtraÃdo por el olor de sangre fresca, Yuuhi apareció junto al chico herido. Mirándolo de cerca, estuvo de pie tan quieto como una estatua, tocándolo brevemente con su aura antes de asentir una vez. El chico tenÃa la corrupción de la maldad dentro de él, pero habÃa un aroma de pureza que colgaba de su energÃa negativa.
Los remanentes de energÃa pura parecÃan estar vivos con un poder que no morirÃa. âInesperadoâ¦â
Mientras los ojos del muchacho herido se abrÃan, Yuuhi susurró suavemente. â Padre, ha tocado a la pura⦠su energÃa aún está allÃ, atacando su⦠â los colmillos del niño resplandecieron en una sonrisa de burla. â ¿Nos lo quedamos?
Los ojos de Yohji se entrecerraron ante las palabras extrañas del chico, luego miró alrededor buscando a quien quiera que fuera con quien el niño hablaba, solo para ver un hombre siniestro cubierto de negro salir de las sombras a la luz borrosa del callejón. Era alto y emitÃa poder de su silueta como si fuera una deidad vengadora.
Los ojos llenos de miedo de Yohji se abrieron como platos, entrelazando con ojos que eran rojo sangre y esta vez definitivamente vio colmillos. Presionó su cuerpo abusado contra la pared. Nunca tendrÃa oportunidad si trataba de correr en el estado en el que estaba.
Hyakuhei miró abajo al joven que habÃa acosado a la chica y que ahora consideraba suyo. Este chico se atrevió a tocarla y ahora pagarÃa por su insolencia. Inhaló⦠oliendo restos del lobo que ya lo habÃa golpeado severamente y sus ojos de medianoche se entrecerraron en rajas. ¡Kotaro habÃa estado aquÃ!
¡Cómo se atrevÃa Kotaro a interferir en esto! ¿Era él la razón por la cual la chica habÃa desaparecido de repente sin dejar rastro? Hyakuhei gruñó al solo pensar en que el Lycan estuviera tan cerca del Corazón de Cristal del Guardián y la chica una vez más. Solo porque la chica lo habÃa escogido no la hacÃa realmente suya. Nunca habÃa sido decisión de la chica⦠¿es que no habÃa aprendido su lección en el pasado?
HabÃa pensado que habÃa matado a la vil creatura junto con Toya años atrás por atreverse a hacerle frente y tratar de proteger a la chica de su posesión. âNo importaâ, los pensamientos de Hyakuhei se volvieron melancólicos por un momento, âuna vez pusiste en mi contra a Toya y a la Sacerdotisa, Kotaro⦠y mira lo que me haces hacerâ.
Una sombra de pena cruzó su expresión al pensar en el pasado. Si Toya no hubiera intentado volverse un Guardián para la Sacerdotisa y alejar a Kyou de él⦠Toya no estarÃa en el inframundo ahora sino aquÃ, a su lado, junto con el hermoso Kyou. El culpable de alimentar a Toya con mentiras erróneas era Kotaro.
Kotaro también era quien habÃa advertido a la Sacerdotisa de su verdadera intención. Era extraño cómo el tiempo podÃa deformar las mentiras que se habÃan dicho.
â Asà que, Kotaro⦠â susurró ââ¦la has encontrado de nuevo.
Fue traÃdo al presente por el gimoteo que provino del chico agachado contra la pared. NecesitarÃa más de un nuevo recluta para encontrar a su Sacerdotisa perdida si Kotaro también estaba con ella. Hyakuhei la querÃa y la tendrÃa.
Planeaba reclamarla con la ayuda del imbécil que habÃa pensado contaminarla. La corrupción de tal creatura era destinada solo para él. TenÃa muchos planes para su Sacerdotisa, después de todo⦠mil años era un largo tiempo para preparar nuevas formas de torturar a alguien.
Volviendo a las sombras, sus ojos destellaron al suavemente asentirle a Yuuhi. â Hazlo doloroso. Tortura su carne, pero no lo mates â. Ãl querÃa que el chico sufriera un poco más por sus acciones asà entenderÃa nunca desafiar a su nuevo maestro y nunca volver a tocar a la chica.
Yohji volteó la cabeza de golpe de nuevo hacia el niño y sus ojos se abrieron como platos con verdadero miedo. El chiquillo le estaba sonriendo, pero no era una buena sonrisa, era mortÃfera. En los bordes de sus labios pálidos, el chico tenÃa colmillos largos y afilados y sus ojos ya no eran negros, sino de un rojo oscuro.
Esos ojos vacÃos hacÃan un inquietante contraste con su cabello y piel de alabastro. Se veÃa como un niño, pero era un demonio roba almas disfrazado y Yohji estaba realmente asustado.
Miró con horror mientras sus pies dejaban el suelo, y el chico saltó hacia él, arrastrando un grito aterrado de su ya reseca garganta. Nunca supo qué le golpeó en tanto dientes y garras destrozaban su carne, causándole un dolor que nunca habÃa imaginado.
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Toya miró a la chica desplomada en el asiento del pasajero a su lado. â ¡Carajo, Kyoko, nunca más me asustes de esa manera de nuevo! â Ãl sabÃa que ella no podÃa escucharlo, pero eso no detenÃa su aliviada vociferación. â ¡Tú, pequeña idiota, podrÃan haberte matado o peor! â Cruzó hacia el edificio donde se encontraba su apartamento.
Aunque el ceño fruncido permanecÃa en su lugar, la levantó como si ella fuera la gema más preciosa sobre la tierra y la llevó escaleras arriba. Encontrando su puerta cerrada, maldijo, empujando el picaporte, esperando no hacer mucho daño en tanto crujÃa y luego abrÃa.
â Bueno, ella necesitaba una mejor cerradura de todas formas con un asesino suelto â. Toya usó esa excusa, guardándola para cuando despertara y le gritara por romper su puerta. â Al menos aún está sobre sus bisagras â, se quejó entrando al apartamento tenuemente iluminado.
De pie, quieto en medio de su sala de estar, miró a Kyoko y levantó una ceja al oler alcohol mezclado con su aroma natural.
â Ah, ya veo cómo eres. â Susurró. â No es justo⦠ni siquiera me llevaste a tomar contigo. ¿En qué estabas pensando?
*****
Kyou luchó para mantenerse sereno, lo que parecÃa que sucedÃa mucho esta noche. Incapaz de mantenerlo contenido, su mano empuñada se elevó hacia adelante y golpeó la pared de ladrillo con tal fuerza que las piezas de mamposterÃa se fueron volando en todas direcciones. Gruñó con rabia y sus ojos se tiñeron de rosado en tanto olÃa el aire.
Nadie tomarÃa lo que le pertenecÃa sin pagar por su interferencia.
Inmediatamente tomó el aroma de Kyoko mezclado con otro que se sentÃa raramente familiar y masculino. Kyou dejó salir un rugido, haciendo el sentimiento a un lado mientras levitaba del callejón y siguió el aroma que se habÃa incrustado en su ser.
Su silueta solitaria desapareció dentro de las sombras mientras salÃa a cazar a su presa. La encontrarÃa y la tomarÃa de vuelta del ladrón que la habÃa robado. Los músculos de la mandÃbula de Kyou se flexionaron con furia. ¿Cómo