â¡No es bueno! No es bueno.â Cantó alguna parte dentro de su cabeza⦠podÃa escuchar la advertencia fuerte y clara.
Se habÃa encontrado varias veces con Yohji en la escuela y aunque fuera un gran jugador con las chicas, extremadamente bien parecido y uno de los tipos populares deportistas, ella siempre trató de evadirlo. Era demasiado agresivo para su gusto y escogió estar lejos de él y del grupo con el que salÃa.
â Estoy bien ahora Yohji, ahora me puedes soltar â, sonrió, escondiendo su ansiedad, tratando de mantenerse serena y no empezar una escena.
Yohji no aflojó su agarre en ella y le dio una sonrisa perversa ante su inquietud. â ¿Por qué te dejarÃa ir ahora que finalmente te tengo en mis brazos, Kyoko?
Sus ojos ya estaban llenos de lujuria cuando su rostro tomó la apariencia de un depredador. HabÃa estado detrás de ella por un largo tiempo y ella nunca le daba la hora. Bueno, ahora que ninguno de sus guardaespaldas estaba cerca para detenerlo, ella no se iba a escapar tan fácilmente.
Hyakuhei miraba la escena sucediendo a pocos pasos de él con interés. PodÃa ver al chico perfectamente, pero solo podÃa ver la espalda de la mujer. âEsa chicaâ¦â sus ojos tomaron un brillo espeluznante mirándola. PodÃa oler su nerviosismo y pureza tanto que estaba abrumando sus sentidos.
En cuando al chico que la sostenÃa, su lujuria llenaba tanto el aire que se podÃa saborear. Los ojos de Hyakuhei se entrecerraron mientras la necesidad de matar al punk comenzó a arder dentro de sus venas. Caminó hacia el frente solo para encontrar un escudo de polvo de arcoÃris bloqueando su camino. El brillo reconfortante se instaló en tanto se apoyaba contra la pared una vez más entrecerrando los ojos con recelo. ¿Era protegida por el inmortal?
Extendió el brazo para tocar lo que quedaba de la barrera y dejó que el sentimiento relajante lo bañara. Un efecto tan tranquilizante no suprimirÃa sus malas intenciones por mucho. â Niños pequeños y sus juegos â, sonrió mientras sus ojos de medianoche volvÃan a la chica.
Su aura lo habÃa agarrado con la guardia baja. Su mirada vagó por su encantador cuerpo y su piel brillaba como el rocÃo en una flor antes de la primera luz del amanecer. La necesidad de tocarla abrumaba sus sentidos tomando otro paso desconocido hacia ella⦠esta vez ignorando el molesto escudo inmortal de brillo protector.
Justo cuando estuvo a punto de tomar a la chica entre sus brazos, otra ola de egoÃsmo lo golpeó como un puñetazo fÃsico. El aura familiar acarició sus sentidos, una que no habÃa sentido en décadas. Dando una última mirada a la chica que habÃa mentalmente asegurado, sus ojos oscuros se suavizaron brevemente mientras tomaba su decisión. Ãl la tendrÃa⦠pronto.
Una sonrisa inclinó sus labios maliciosos a la nueva aura retrocediendo hacia la obscuridad fuera de la vista. â Asà que mi obstinado Kyou ha decidido unirse al juego⦠vamos a ver cuáles son sus verdaderas intenciones.
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Toya estalló dentro del apartamento que compartÃa con Shinbe, pero cuando no vio a su amigo comenzó instantáneamente a gritar. â ¿Shinbe, dónde diablos estás? â TenÃa mucha rabia y por obvias razones tenÃa un mal presentimiento sobre la seguridad de Kyoko, especialmente después de que Kotaro le informara sobre las otras chicas perdidas⦠eran muchas.
Ya sus nervios se dispararon y si no posaba sus ojos en Kyoko pronto, iba a romper algo. De nuevo, cuando pusiera sus ojos en ella tendrÃa suerte si dejaba que se le perdiera de vista de nuevo⦠nunca. Si se salÃa con la suya, la esposarÃa permanentemente a él para custodiarla.
Shinbe salió del baño abotonando su camisa azul hielo y viéndose como si fuera a salir por la ciudad. â Estoy aquÃ, ¿dónde está el fuego? â Se sentó en el sofá y comenzó a ponerse los zapatos como si nada le importara en el mundo.
Kotaro estaba de pie detrás de Toya esperando a ver si Shinbe tenÃa alguna información sobre el paradero de Kyoko. Apoyándose contra la encimera de la cocina, miró a Toya alzarse por encima de Shinbe.
Si Toya recordara lo que Shinbe habÃa hecho en el pasado por él, posiblemente le mostrarÃa más respeto al chico. Kotaro inclinó su cabeza en un ángulo divertido repensando eso. âNo, no lo harÃaâ, se corrigió. Mirando el temperamento del chico alzarse hubiese sido divertido si Kyoko no estuviese desaparecida.
â ¡Perdà a Kyoko y ahora no puedo encontrar a Suki tampoco! â Toya se retorció cuando Shinbe ni lo miró.
La sonrisa petulante de Shinbe estaba poniendo a Toya sobre su lÃmite. Si Shinbe no estuviera ya con el cerebro medio muerto porque Suki siempre le estaba pegando en la cabeza, Toya le hubiese agregado también al daño cerebral. Pero ahora querÃa a su amigo consciente y contestando sus preguntas.
Shinbe terminó de atarse los zapatos sabiendo que Suki lo odiarÃa por esto pero no le importaba. Se lo recompensarÃa. Siempre se divertÃan cuando se reconciliaban de una pelea⦠sus ojos se pusieron vidriosos ante el agradable pensamiento. Reconciliarse serÃa divertidoâ¦
Escuchando un gruñido peligroso Shinbe rápidamente puso su atención de nuevo en su amigo levantando una ceja con calma. â ¿Qué?
â Shinbe, ¡maldita sea! ¡No te estoy jodiendo! ¿Dónde diablos están Suki y Kyoko? â gritó Toya, sus ojos dorados atravesando a su amigo como un cuchillo. Si Shinbe no le respondÃa pronto, sabÃa que iba a explotar.
Shinbe frunció el ceño con confusión cuando notó que Kotaro se apoyó en el bar. Toya y el guardia de seguridad ni siquiera se gustaban, mucho menos salÃan juntos. Su pecho se ajustó. â No lo sé seguro, pero Suki me plantó esta noche diciendo que iba a salir con una amiga aunque no dijo quién.
Cuando Toya comenzó a despotricar de nuevo, Shinbe se levantó. â Espera, no he terminado, asà que mantén los pantalones puestos. Cuando estuve en su apartamento más temprano, vi un volante en su encimera sobre el Club Medianoche y la fecha de hoy tenÃa un cÃrculo â. Sonrió lascivamente. â Estaba alistándome para ir y ver si me la encontraba.
Kotaro suspiró cuando Toya comenzó a volverse loco por las chicas estúpidas. Sin querer malgastar su tiempo se volvió a la puerta. â Gracias, Shinbe â, lanzó por encima de su hombro mientras se iba ahora más preocupado que nunca. Solo esperaba que Kamui estuviera con ella⦠protegiéndola de alguna forma.
Shinbe movió la cabeza hacia un lado mirando sobre el hombro de Toya mientras Kotaro se iba y luego enderezó su espalda para fruncirle el ceño a Toya. â ¿Qué está sucediendo y qué hacÃa Kotaro aquÃ? â Le brilló la preocupación en sus ojos amatista. Siempre le cayó bien Kotaro, pero no podÃa confesárselo a Toya sin ser etiquetado de traidor.
Toya agarró las llaves del bar respondiendo. â Te diré en el camino.
Se dio la vuelta y caminó hacia la puerta, sin molestarse si quiera en asegurarse de que Shinbe estaba detrás de él. Odiaba estar sin Kyoko. Siempre lo hacÃa sentir que vagaba confundido. Ya era tiempo de encontrarla y ponerla en su lugar⦠a su lado.
CapÃtulo 5
A Kyoko no le gustaba la forma en que Yohji la sostenÃa sonrojada contra él y sintió que su resentimiento comenzaba a colapsarse. Empujándolo lo más fuerte que pudo colocando sus manos en su pecho, sus ojos dispararon chispas de ira tratando