CapÃtulo 1
Introducción
"El arte es un intento de integrar el mal."- Simone de Beauvoir
Yo no escucho los discos compactos. Toco viejas melodÃas en vinilo. Revisando tiendas de segunda mano en busca de un Sam Cooke, un Wendo Kolosoy, un Thelonious Monk, un Eduardo Sánchez de Fuentes, un Jimmie Rodgers, un Notorious B.I.G., un Mikhail Glinka, un Mariam Makeba, un Nana Mouskouri, un Fela Kuti, un Claude Debussy, o un Sergei Sergeyevich Prokofiev es tan relajante como el yoga. Atesoro ritmos auténticos del folklore peruano e instrumentos musicales mongoles más que el funk de un artista pop o una exhibición de cucharas torcidas e inusuales. Cualquier forma de expresión que deja de ser una experiencia y se convierte en una forma de arte pierde su divinidad resplandeciente. Con el mismo espÃritu, este libro es una experiencia, no un ejercicio de acrobacia artÃstica para recordar que existe.
He sido excomulgado de una larga lista de tiendas de té y bares bajo la falsa acusación de ser la encarnación de Fernando Lassalle. El público en general une erróneamente un examen del statu quo económico con una bravura anti-capitalista basada en una paranoia aguda del libro de Karl Marx "Das Kapital". Si no me creen, traten de encender la luz sobre las facetas más feas del capitalismo, y ¡bam!, serán condenados al ostracismo de la sociedad como comunistas. Impulsar una conversación sobre una nueva alternativa robusta al libre mercado sólo hará que te veas asustado con las autoproclamadas reencarnaciones de Marx. ¿Qué puedes decir de las aburridas peleas de gallos entre las deidades capitalistas de nuestro tiempo? DeberÃas estar tan disgustado como yo por estos espectáculos de payasos que quitan la sustancia de los diálogos sobre la disparidad económica. Mis despotriques pueden convertirse en un tsunami, pero hay acontecimientos en nuestras vidas que, aunque pequeños, resultan ser muy significativos.
En tránsito en el Aeropuerto Internacional Kenyatta de Nairobi, Kenia, esperando mi vuelo de regreso a los Estados Unidos, una vez me preguntaron qué querÃa ser cuando creciera. El hombre estaba sentado al otro lado de mi mesa. PodrÃa tener más de sesenta años. Pude darme cuenta por sus rasgos y su acento que era de Ruanda, una nación que los informes de las organizaciones de control han señalado como la mente maestra de los horrores polÃticos y sociales de mi paÃs natal. Pueden comprender mi rabia después de que se me informara de cómo Ruanda proporcionó apoyo financiero y militar a grupos sádicos de bandidos y, a cambio, Ruanda saqueó directamente los recursos naturales congoleños e indirectamente se convirtió en un centro de comercio de minerales.
Ese dÃa, me perseguÃa una pregunta: ¿cuántos golpes y vidas perdidas tendrÃa que soportar la República Democrática del Congo antes de que el mundo diga lo suficiente? Con un tono de enfado, mi respuesta a su pregunta fue audaz y directa: "Quiero llegar a ser un lÃder en la República Democrática del Congo". Mientras luchaba por reprimir su alegrÃa, preguntó cuáles serÃan mis soluciones para la RDC. Después de todo, mi paÃs de origen ha pasado por más de medio siglo de caos económico y social. Al principio, yo alegremente expuse mis ideas. Se quitó las gafas y me pidió que elaborara más mi plan. No hace falta decir que cuanto más hablaba, más ingenuo y tonto sonaba. Al final, no fui capaz de articular mi visión por la razón de que nunca pensé seriamente en ello en detalle. Mi plan entero no podÃa soportar ningún escrutinio. La conversación casual se convirtió en una experiencia humillante y degradante.
Este libro emana de las disciplinas económicas secuestradas por artistas del escape y matemáticos, durante más de dos siglos. Por todas las razones equivocadas, los economistas han volado en millones de pequeños pedazos los Santos Griales de la clásica TeorÃa Laboral del Valor y han despojado al humanismo y al mundo real de sus fundamentos teóricos. Luego se llevaron el dolor de coser algunas de las piezas de nuevo, utilizando patéticas suposiciones como tiritas. Hay algo de verdad en la acusación del marxista Fred Moseley de que el sistema académico económico ha sido construido para recompensar a la gente que se adhiere a la corriente dominante.
El testimonio personal es mostrar la condenatoria verdad universal de que la gente, asà como las naciones, están más preocupados por sà mismos hasta que su suerte cambia. Va para el "Ocupar Wall Street" después de que los americanos fueron sacudidos de su sueño de una casa con una cerca de piquete, y los americanos duros ordinarios vieron sus pensiones totalmente borradas hacia fuera por algunos vagabundos codiciosos. Otro ejemplo cáustico es el pequeño grupo de oligarcas rusos que desde entonces han caÃdo fuera del favor de Vladimir Putin, que no pueden evitar predicar justicia e igualdad desde su exilio de oro en Londres. ¿Qué se puede decir de los paÃses europeos que hacen malabarismos con una deuda alucinante superior a su valor (Producto Interior Bruto)? Añádase a este cuadro Brasil, Rusia, India y China, los paÃses BRIC, que están arrasando con su crecimiento económico por cuenta y riesgo de la madre naturaleza. A este gumbo se suma la generación árabe de Facebook, que ya no se contenta con la pequeña porción de su riqueza nacional mientras una minorÃa se empalma con el resto, que está intentando cambiar de cartas.
Estos recientes volcanes burbujeantes deben despertar nuestro sentido de que se deben buscar medidas preventivas para romper el statu quo. En el siglo XXI, el discurso de los perezosos economistas "Estaremos bien mientras nos mantengamos en el curso actual y tergiversemos un poco más la vieja rueda del capitalismo", ha perdido desde hace tiempo su potencia y relevancia. Es más que nunca imperativo iniciar una revolución cultural y desarrollar una alternativa real al brutal y primitivo sistema social, polÃtico y económico imperante, que es el capitalismo.
La ruidosa mezcla en mi mente surgió del desafÃo ordinario que enfrentaba cada nación en este planeta moribundo: injusticia social, polÃtica y económica (disparidad para cualquier punk). Es el resultado de una dolorosa cruzada para descubrir una forma pragmática de hacer que la brecha sea insignificante. No te quites la peluca todavÃa; no estoy totalmente loco, abogando por volver a saltar sobre la silla de montar de cualquiera de los dos caballos muertos. El socialismo y el comunismo han fracasado, pero ahora el capitalismo nos está fallando.
Hay muchos laberintos oscuros elaborados que este libro te llevará a través. Creo firmemente que los economistas deben dejar a la religión y a la medicina el objetivo principal de descubrir los misterios de lo antinatural y natural mientras nos consuela o abusa de nosotros en el camino. La responsabilidad de la economÃa es encontrar remedios para nivelar el exceso y el acaparamiento antes de cualquier vagabundeo cerebral. En cambio, se ha reducido a glorificar la asimetrÃa socioeconómica.
He notado el escepticismo acerca de si alguna forma social, comercial y comercial, y polÃtica que no sea el capitalismo alguna vez funcionarÃa. Hoy en dÃa, la gente no se da cuenta de que el capitalismo era parte de paradigmas basados en normas y prácticas sociales bárbaras. Es probablemente cierto que cuando un arreglo social domina un campo durante tanto tiempo como lo ha hecho el capitalismo, es más fácil olvidar que existen o podrÃan construirse otros modelos que abordan objetivos y cuestiones diferentes. Después de que todos empezamos a creer que sólo hay una manera de hacer las cosas, es el señuelo más peligroso de todos.
¿Dónde está el libro mágico para