Suki giró la cara ligeramente para hacerle saber que ella reconoció que le temblaba el brazo pero sus ojos seguÃan fijos en Toya y Kyoko. Ninguno de los dos podÃa creer lo que estaban presenciando.
Shinbe trató de salir de ella sacudiendo la cabeza para borrar los sucios pensamientos que amenazaban con hacerse cargo. Usando su mejor juicio, se inclinó hacia Suki. -¿No crees que deberÃamos detenerlo antes de que llegue demasiado lejos? Susurró honestamente sintiéndose como un voyeur. "Quiero decir, una vez que el hechizo se desvanezca y Kyoko vuelva a la normalidad, ella se enfadará si no está todavÃa en una sola pieza." Shinbe sabÃa que Suki captarÃa el doble significado.
Suki se sonrojó al mirarle. "SÃ, estoy feliz de que la haya detenido antes de que ella me hiciera eso." Ella sonrió.
Shinbe arqueó una ceja, preguntándose qué diablos habÃa perdido.
Kamui, que habÃa estado observando silenciosamente con asombro, escuchó el comentario de Suki. No podÃa evitarlo... la idea de que Kyoko llevara a Suki en un candelero asÃ. Lo envió a un ataque de risa que trató de callarse, pero no pudo.
Shinbe y Suki rieron mientras Kamui se reÃa de su cabeza tonta, pero Suki volvió a mirar a Toya, viendo cómo su cuerpo ya estaba empezando a moverse en un ritmo seductor contra Kyoko. SabÃa que tenÃan que intervenir de alguna manera.
Toya estaba en el cielo, tomando todo del beso que podÃa. Ãl tomó el beso aún más profundo como su pasión rompió en llamas. La necesidad de hacer Kyoko su chisporroteo dentro de su sangre de guardián. Lanzó un gruñido bajo cuando su mano le agarró la nuca. Sus dedos se abrieron a través de su cabello mientras él la atraÃa hacia el beso ahora exigente.
La manera en que ella estaba sentada sobre él con las piernas a cada lado de él, podÃa sentir su calor contra su creciente necesidad. Toya puso su otro brazo sobre su espalda mientras se apoyaba contra ella. La sensación le hacÃa perder el control. Era ajeno a todo excepto a su necesidad de tener todo de ella.
El olor estimulante del deseo que estaba dando le dejó saber que estaba lista para convertirse en su... para siempre. Todo lo que necesitaba era estar dentro de ella... profundamente dentro de ella.
Shinbe y Suki se dieron cuenta de que habÃa ido lo suficientemente lejos y podÃan decir que ya no estaba en control. Shinbe se levantó y Suki se levantó junto a él, sus sonrisas desaparecidas. Ambos tenÃan miedo de acercarse. Ya no era gracioso.
"Toya, por favor, para esto de inmediato. Recuerda... Kyoko está bajo un hechizo y no sabe lo que está haciendo ¡Toya!" Shinbe gritó, con la esperanza de que no era demasiado tarde. Dio un rápido paso atrás cuando Toya levantó la cabeza.
Los ojos de Toya se volvieron de plata y luego se tiñeron de rojo mientras gruñÃa, enviando una advertencia para que retrocedieran.
Shinbe dio un paso al frente de Suki protectoramente. "Eso no es Toya," siseó mientras agarraba su bastón tan fuerte que sus nudillos se ponÃan blancos. Necesitaba encontrar una forma de sacar a Toya de su actual estado de ánimo antes de que las cosas fueran demasiado lejos.
"No tengo miedo del lado demonÃaco de Toya," Kamui frunció el ceño y comenzó por ellos con toda la intención de tomar Kyoko de su hermano. Se detuvo cuando Suki le agarró un brazo y Shinbe le agarró el otro.
-¡No, Kamui! -gritaron al unÃsono.
El corazón de Suki estaba latiendo rápidamente por miedo a sus dos amigos. "¡Maldito Hyakuhei y sus maldiciones!" Ella intentó una vez más hacerle entender. "Toya, ella te odiará si la tomas mientras ella no sabe lo que está haciendo. Por favor intenta ponerte bajo control." Endureció su voz, "Tienes que dejarla ir".
La mirada de Toya se volvió hacia Suki con enojo mientras las palabras llegaban lentamente a través de la neblina del deseo y penetraban en su subconsciente. El color peligroso retrocedió de sus ojos, volviéndolos a oro lÃquido. De mala gana volvió su atención a Kyoko con un corazón destrozado. Casi lo perdió de nuevo cuando ella presiono hacia abajo, el calor abrasador sobre su erección dura como roca.
Los ojos de Kyoko estaban vidriosos con una pasión desenfrenada y podÃa oler el olor de su necesidad. La mirada de Toya se suavizó en la comprensión. Ella le estaba esperando para hacerle el amor. Lo deseaba tanto como él la deseaba.
Era todo lo que podÃa hacer para no agarrarla y marcharse con ella. Pero con toda la fuerza de voluntad que habÃa dejado en él, comprendió la verdad de las palabras de Suki. Kyoko lo odiaba. Ya la habÃa besado contra su voluntad, ¿y ahora esto? Toya la apartó suavemente y se levantó; Cerrando los ojos ante la mirada rechazada que ahora le estaba dando.
Kyoko no entendÃa por qué la estaba dejando. Se estiró para agarrar su camisa, deseando que se quedara. Se sentÃa como si su mundo se rompiera si él la dejaba. "Toya, por favor, te quiero." Sus ojos se empañaron mientras intentaba hacer que él la mirara. Ella susurró con una voz confundida, "No me dejes."
Toya se habÃa congelado en su lugar, incapaz de alejarse de su mano. Trató de recordarse a sà misma que habrÃa dicho lo mismo a Hyakuhei si no hubiera roto la barrera antes de que desapareciera en ese vacÃo. Sus garras se clavaron en las palmas de sus manos y dibujaron sangre y trató de concentrarse en el dolor para ayudar a estabilizar su fuerza de voluntad.
Suki se acercó detrás de Kyoko y se aferró a ella, miró a Toya. -Quizá deberÃas irte por un rato hasta que se acabe el hechizo y ambos estarán bajo control nuevamente. Ella asintió con la cabeza hacia los árboles, esperando que escuchara por una vez.
Toya bajó la cabeza... su pelo oscuro apenas ocultando la necesidad en sus ojos de todo el mundo viendo. Dios, él querÃa reclamarla, querÃa marcarla allà y luego... pero Suki tenÃa razón, Kyoko no estaba en este momento. Ella sólo lo odiarÃa más tarde y no querÃa eso. Apretó los dientes con su contención. Si alguna vez tomaba a Kyoko por su cuenta, nunca la devolverÃa. Ella serÃa su... por la vida.
Suki jadeó ante la mirada de Toya cuando finalmente levantó la cabeza para mirar a Kyoko. Era una mirada de iluminación y apenas suprimido el hambre... la plata en sus ojos coincidÃa con los reflejos plateados que rayaban su pelo de ébano.
Ãl dio un paso adelante, sus ojos sólo para Kyoko mientras se inclinaba, besándola suavemente en los labios antes de susurrar las palabras, "Lo siento", en contra de ellos. Luego, con todo el autocontrol que sostenÃa dentro de su cuerpo, se volvió y desapareció en el bosque.
Suki suspiró mientras Kyoko empezaba a llorar. Su pequeño cuerpo temblaba mientras lloraba. Ella puso su mano en el hombro de Kyoko y miró a Shinbe sin saber qué hacer. Su propio labio inferior tembló cuando notó que la espalda de Shinbe estaba ahora vuelta hacia ellos y sus hombros estaban tensos.
Kamui también se habÃa vuelto muy tranquilo; Ya no pensaba que era gracioso. HabÃa demasiada verdad detrás de esta situación y estaba rompiendo su corazón.
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Kyou inhaló el aire que sólo hace un momento tenÃa el hedor del desove de su enemigo. El olor habÃa cambiado rápidamente a medida que volvÃa el sol y podÃa oler a la sacerdotisa. Su olor se deslizó hacia él, llevado por la brisa, pero también pudo detectar el inconfundible olor de sus lágrimas. Siguiendo el aroma agridulce, la buscó.
No querÃa que nadie la trastornara y por alguna razón, el pensamiento de su llanto hizo que su ira se manifestara. ¿Qué habÃa ocurrido para traer lágrimas a sus ojos de esmeralda? Su rostro tranquilo no mostró ninguna emoción, pero su instinto protector