Kamui sonrió, "¡Yo lo sabÃa! Realmente te gusta, por eso en su otra forma te besó en lugar de matarte, lo hizo porque se sentÃa bien para él." Kamui se apartó de ellos sabiendo que Toya estaba ahora escuchando distancia.
-Bueno, vamos a hacerles compañÃa. Suki decidió seguir el ejemplo de Kamui y dejarlo caer por ahora... para Shinbe malo no era tan inteligente.
Shinbe se volvió hacia Kyoko, escuchando la última declaración de Kamui. -¡Asà que por eso es tan irritable! Ãl sonrió, preguntándose si debÃa añadir su beso a la lÃnea de citas de Kyoko antes de que pasara mucho tiempo.
Toya se volvió hacia ellos, rascándose el cuello. -¿Quieres dejar de hablar mierda sobre mÃ, maldita sea?
Su cuello ya estaba rojo y Kyoko rio. SabÃa que cuando el cuello de Toya comenzaba a picar asÃ, pensaba que alguien estaba hablando de él a sus espaldas y eso lo irritaba.
Los dedos de Toya se estremecieron al oÃr a Kyoko sonreÃr. Envió una sacudida de placer a través de su cuerpo y le hizo desear que lo harÃa más a menudo. Miró a su alrededor notando que todos habÃan dejado de charlar. Satisfecho de que nadie hablara más de él, dejó caer su mano.
Vamos, no tenemos tiempo para jugar, tenemos que detener a Hyakuhei y recoger los talismanes antes que él. Toya se inclinó frente a Kyoko. -Vamos, deja que encuentren su propio camino y tú montas conmigo, será más rápido. Esperó a que Kyoko subiera. Al menos asà no tendrÃa que oÃr hablar de sus rivales.
Kyoko sonrió y subió. Luego lo rodeó con los brazos y le dio un suave apretón para decirle que estaba lista.
Afuera de todo el mundo para que nadie pudiera ver, Toya cerró los ojos mientras saboreaba el abrazo que acababa de recibir. Abriendo los ojos de nuevo, las luces de plata brillaban dentro de sus lirios de oro y se quitó a una velocidad que rivalizarÃa con su viento, el hermano Kotaro.
CapÃtulo 3 "Besos malvados"
La brisa estaba cada vez más frÃa a cada minuto y Toya se detuvo al notar un aura maligna a lo lejos. La sangre de Kyoko se enfrió mientras la sensación antinatural la abrumaba. Toya saltó de las ramas altas, llegando a una parada en la cima de una colina. Se deslizó al suelo mientras los otros aparecieron rápidamente detrás de ellos mirando a lo lejos.
Kyoko observó como una ominosa nube se alzaba sobre el área. -Siento un talismán. Ella sacudió su cabeza. "No sólo uno, hay más", dijo sin aliento. "El mal que rodea los fragmentos es sofocante".
Suki se acercó detrás de Kyoko, ajustando su arma sobre su hombro para un acceso más fácil en caso de batalla. "¿Me pregunto si es Hyakuhei lo que estás sintiendo?" Miró a Shinbe mientras él se acercaba a ellos, su abrigo y el largo pelo azul de medianoche soplando en el viento que ahora estaba recogiendo.
Los ojos de Toya se estrecharon y cambiaron a plata fundida. Percibiendo el peligro cerca de ellos, miró hacia la izquierda y bajó el brazo hacia abajo. La hoja metálica de una daga brilló en su palma. -¡Venga, bastardo, puedo olerte! Toya gruñó, pisando delante de Kyoko y los otros para protegerlos. La ladera y el valle abajo sostenÃan el pesado hedor del mal.
Una forma que llevaba una túnica negra ondulada materializada de la nada, justo delante de ellos con una inclinación malvada hacia sus labios. -Asà que has respondido a mi llamada.
Kyoko se estremeció cuando sus oscuros ojos se encontraron con los de ella. El recuerdo del sueño que habÃa tenido la noche anterior se estrelló contra ella, dándole escalofrÃos. Dio un paso atrás, escondiéndose detrás de Toya y espiando a su alrededor en Hyakuhei. TenÃa un mal presentimiento de que la única razón por la que estaba allà era ella y los talismanes que llevaba.
Toya notó que la atención de Hyakuhei estaba centrada en Kyoko y sintió un chasquido mental. Gruñó, agarrando el mango de su daga y arrojándose hacia delante para golpear al enemigo. La capa negra voló hacia el suelo como era de esperar. Ãl sabÃa que era sólo uno de los tÃteres de Hyakuhei de todos modos.
"¿Alguna vez tendrás las agallas para enfrentarme verdaderamente?" Toya se enfureció.
"Los poderes de la sacerdotisa serán mÃos, asà que... ven a mÃ..." La voz frÃa de Hyakuhei sopló lentamente en el viento.
Kyoko sintió escalofrÃos por su espina dorsal de las palabras que Hyakuhei habÃa hablado. -¿Ven a él? ¿Está loca? -susurró sintiendo al cobarde dentro de su cabeza asustada-.
Toya se acercó a ella. SabÃa que los guardianes estaban a cargo de mantener el cristal fuera de las manos del mal, pero no le gustaba el hecho de que puso a Kyoko en peligro. Hyakuhei habÃa matado a muchos inocentes por los talismanes. HabrÃa sido condenado antes de que Kyoko se convirtiera en una de las vÃctimas de esta guerra.
Ãl la protegerÃa. Su necesidad de proteger a Kyoko era tan fuerte, se habÃa convertido en su único propósito para la existencia y en este momento, tenÃa un sentimiento muy malo. PodÃa oÃr los latidos de Kyoko acelerando y podÃa oler el miedo que venÃa de ella en las olas. Toya observó con asombro cuando se volvió hacia él con una sonrisa helada.
-Bueno, ¿vamos a recoger otro talismán? Kyoko levantó la barbilla desafiando el miedo que sentÃa y enderezó sus hombros.
Toya miró detrás de ella y pudo ver que los otros también estaban listos. Los otros... la única gente en la que habÃa confiado.
*****
Hyakuhei miró al espejo que su subalterno Yuuhi le ofreció. El espejo de las almas que le permitÃa ver los movimientos de Kyoko. Esta chica era su enfoque por el momento. Ella sola tenÃa el poder de controlar al Guardián del Corazón de Cristal y necesitaba ese poder.
Pero... también necesitaba que ella lo ayudara a fusionar los talismanes juntos. Para hacer eso, tendrÃa que encontrar una manera de hacerla venir a él... de buena gana. La querÃa... no estaba muerta... en cambio, la querÃa a su lado.
Como si leyera la mente de su maestro, Yuuhi habló con la voz tranquila y sin emoción que pertenecÃa a un niño. -Quieres el poder que ejerce la chica, pero ella es pura y no vendrá a ti de buena gana. La forma fantasmal del blanco miró a Hyakuhei con ojos negros que contenÃan el conocimiento de miles de años.
"Capturarla es capturar un corazón puro, para lo cual tendrás que atraparla en una red de engaños". El extraño chico miró al espejo, mirando a Kyoko con los ojos del color de la muerte.
Hyakuhei sonrió con una sonrisa viciada. Su cuerpo y rostro impecables y perfectos ocultaron su malevolencia. Su cabello largo y oscuro cayó en cascada a su alrededor en ondas relucientes. Era muy sensual, con músculos esbeltos ondulando bajo su piel con cada movimiento. Esta sacerdotisa que los guardianes protegÃan tenÃa la semejanza de lo único que jamás habÃa amado.
SabÃa que Kyoko era una reencarnación de la que habÃa perdido hacÃa mucho tiempo... la que le habÃan quitado sin piedad.
Su puño de mano como los recuerdos trataron de volver a él de otra época. Los empujó con un gruñido y se concentró de nuevo en la sacerdotisa ante él. ¿Cómo podÃa hacer que un corazón inmaculado se enamorara de él cuando era puro mal? TenÃa el poder que habÃa dado a su antepasado hace tanto tiempo. Esto es lo que lo atrajo hacia ella, la idea de corromper esa clase de pureza. Primero, tendrÃa que atraparla.