Los otros guardianes a menudo se quejaban de que él era el único que podÃa hacerlo, pero Toya habÃa llegado a su propia conclusión sobre eso... el hechizo de domesticación. La feria era justa. Era el único con quien Kyoko podÃa usar el hechizo, asà que él era el único que podÃa perseguirla en su mundo y arrastrarla de regreso.
'¿Qué estoy haciendo? Ella va a usar ese maldito hechizo si me coge siguiéndola, "Toya subió el pequeño escalón y salió de la casa del santuario que estaba en el patio trasero de Kyoko. Nunca habÃa sido muy bueno en escuchar esa pequeña voz en su cabeza, asà que por qué empezar ahora. La noche era tranquila y fresca, ayudando a estabilizarlo para la confrontación.
Mirando hacia arriba de la casa de Kyoko y viendo ninguna de las luces normales, decidió caminar alrededor de su casa hasta que vio la ventana de su dormitorio. Esta no era la primera vez que habÃa elegido esta entrada. Además, serÃa su suerte encontrarse con ese monstruo de abuelo que tenÃa.
Rápidamente subiendo el árbol fuera del dormitorio de Kyoko, Toya sonrió cuando notó que la ventana estaba agrietada y su luz estaba apagada. Puso las manos en la ventana y la abrió silenciosamente el resto del camino, encogiéndose cuando emitió un leve crujido.
Subiendo a su habitación, Toya se acercó a su cama. Estaba medio cubierta, con su pequeña mano acurrucada debajo de su barbilla, acostada de costado con el cabello castaño rojizo que se extendÃa a su alrededor sobre la blanca almohada. Se sentó lentamente en el borde de la cama y se inclinó sobre ella, observándola respirar.
Le encantaba verla dormir. Siendo un guardián, no dormÃa tanto como un ser humano, asà que tenÃa muchas oportunidades de sentarse y verla sin que ella lo supiera. Los pensamientos de Toya volvieron al beso... ambos besos.
La forma en que lo veÃa, él todavÃa habÃa sido él mismo, incluso cuando su lado demonÃaco se hizo cargo... ambos lados eran una parte de él. Y aunque estaba bajo ese hechizo de amor... todavÃa era ella. Además... sólo fue un beso. Sus ojos dorados brillaban con plata en el recuerdo del apasionado beso, haciéndole estremecerse cuando el hambre volvió a golpearle.
¿Acaso no entendÃa que él nunca podrÃa rechazarla, no cuando se trataba de que ella quisiera un beso de él? Lo que realmente le entristecÃa era que ninguno de los dos besos habÃa sido real. Gruñó hacia dentro tratando de ahuyentar ese hecho. Para él, habÃa sido real.
Cuando las primeras rayas del alba llegaron, Toya salió por la ventana y se sentó en una rama del árbol... esperando.
Kyoko se despertó estirándose y abrió los ojos. Al instante, sintió que algo no estaba bien. Sentada y mirando alrededor de su habitación frunció el ceño sintiendo el punto caliente bajo su mano. Al instante notó la huella en la que alguien habÃa estado allÃ... junto a ella. No pudo evitar la pequeña sonrisa que adornaba sus labios. Toya habÃa estado allà con ella.
CapÃtulo 5 "No Invitado"
Kyoko se apresuró a ir a la escuela. Desde que volvió, definitivamente iba a ir hoy. Ya la habÃa echado mucho de menos y, además de eso, echaba de menos a sus amigas de este mundo. Cepillándose el cabello castaño hasta que se mostró, Kyoko se prometió a sà misma que ella no pensarÃa en lo que sucede en el otro mundo y sólo disfrutar hoy por lo que era... normal. Dejando caer el cepillo a la vanidad, bajó las escaleras y entró en el comedor.
El abuelo miró con sorpresa, "Kyoko, ¿tu casa?, ¿vas a ir a la escuela hoy?, ya pensé en una buena excusa si la necesitas". Ãl le sonrió.
La familia se habÃa acostumbrado al hecho de que Kyoko era la sacerdotisa que sus antepasados habÃan escrito hace tanto tiempo. El santuario virgen detrás de la casa habÃa pertenecido a su familia tan atrás como podÃan rastrear y mantuvieron el secreto a salvo.
Kyoko gimió. "Gracias abuelo, pero quiero ir tan sólo guardar para la próxima vez, ¿de acuerdo?" Ella sabÃa que su abuelo sólo estaba tratando de ayudar, pero algunas de las enfermedades que se le ocurrió para engañar a su escuela y los amigos eran realmente estirarla.
Tama sonrió sabiendo que su abuelo a menudo hacÃa difÃcil que Kyoko incluso mostrara su cara en la escuela, especialmente después de decir que tenÃa una enfermedad desconocida que era contagiosa. Tama tosió en su mano para esconder su risa luego tomó un pedazo de pan tostado del plato y salió por la puerta.
Supongo que tendrás que salvar la idea de estar embarazada para el próximo abuelo. Sus rodillas casi se doblaron ante la mirada de Kyoko y de su abuelo. Cambiando rápidamente de tema, Tama empezó a salir de la habitación. -SÃ, tal vez quieras apresurarte si no quieres llegar tarde otra vez. Ãl le saludó con la mano mientras salÃa corriendo.
Después de pasar unos minutos para ponerse al dÃa, Kyoko besó la mejilla de su madre y luego salió por la puerta. El dÃa ya era perfecto, no demasiado frÃo o caliente mientras caminaba lentamente hacia la escuela. La brisa se sentÃa bien en su rostro y fue un buen descanso para no tener que mantenerse alerta, en caso de que los demonios estén acechando a la vuelta de la esquina.
Esta fue una de las razones por las que siempre volvÃa al portal del tiempo. Para mantener a este mundo seguro y libre de demonios, tuvo que encontrar el resto del cristal y traerlo de vuelta a este lado del portal antes de que todo el infierno se rompiera... literalmente.
No habÃa llegado muy lejos en la calle cuando sus amigos se vieron a la vista. Dejaron de caminar, esperando a que se uniera a ellos. Kyoko aceleró su paso para alcanzarlos sonriendo. Ser normal nunca se habÃa sentido tan bien.
Toya vio a Kyoko salir de su casa y por curiosidad, la habÃa seguido, con la intención de irse una vez que supiera que estaba segura en la escuela. Observó cómo varias muchachas le saludaban con la mano y ella se acercó a ellas, parecÃan estar todos hablando a la vez. Toya atravesó los árboles desapercibidos para poder oÃr lo que estaban diciendo.
Una de las chicas le dijo a Kyoko que alguien habÃa estado preguntando por ella. La cabeza de Toya estalló cuando oyó que un tipo llamaba al nombre de Kyoko y corrÃa para alcanzarlos. Toya se puso tenso cuando el tipo le tendió las manos a Kyoko. Ella le sonrió, asintiendo, luego colocó sus libros en sus brazos estirados.
"Gracias Tasuki" Kyoko se sonrojó, siempre querÃa llevar sus libros como si fueran demasiado pesados para ella y después de haberle rechazado tantas veces en el pasado, ella finalmente habÃa cedido, dándose cuenta de que sólo iba a seguir preguntando hasta conseguir su propósito. Era muy persistente pero no agresivo y le gustaba eso de él.
Toya observó a Tasuki con ojos penetrantes y frÃos. No le gustaba el hecho de que el niño caminaba tan cerca de Kyoko o de la forma en que la miraba. PodÃa decir que Tasuki la querÃa y eso lo molestaba aún más cuando Kyoko le devolvió la sonrisa como si fueran más que sólo amigos. Las otras chicas habÃan caminado por delante, dejando a Tasuki y Kyoko caminar en privado. Toya los acosó, tratando de oÃr lo que se decÃa. Usando su oyente de guardián, captaba cada palabra.
Tasuki miró a Kyoko mientras caminaban. Era la chica más hermosa que habÃa conocido y se habÃa enamorado de ella desde el primer dÃa que se habÃan encontrado. Eso habÃa sido en primer grado, pero ya habÃa tomado una decisión. Sólo esperaba que algún dÃa ella sintiera lo mismo por él. SabÃa que no estaba enferma, como su familia siempre hacÃa pensar en la escuela, pero no se dejó llevar por ese hecho.
"Kyoko, ¿quieres salir esta noche? Quiero decir...