La puerta del despacho se abrió bruscamente y apareció el teniente Torres, superior de la sargento Borrás.
—¡Antonia, pon la televisión en el canal de noticias 24 Horas!
La sargento se acercó a un televisor que tenían en el despacho y seleccionó el canal que el teniente le había dicho. Los tres se pusieron delante de la televisión y pudieron observar la noticia.
—Detrás de mí pueden ver el Hotel Night Beach. Según hemos podido averiguar desde el canal 24 Horas, desde la mañana de ayer no se tienen noticias de Mireia Grau i Moncada. La víctima se encontraba pasando unos días de viaje de estudios con sus compañeros de tercero de Bachiller del EIAR, un colegio de élite de Barcelona. La desaparecida es hija del conocido industrial Oriol Grau i Moncada, perteneciente a una de las familias más ricas e influyentes del país. La noticia, que no había transcendido hasta ahora, ha sido filtrada en las redes sociales de sus compañeros de clase. A pesar de que la guardia civil no ha realizado ningún tipo de declaración, la inmensa fortuna de la familia hace sospechar que se trata de un secuestro por motivos económicos. Oriol Grau i Montada ha anunciado que en breve nombrarán un portavoz oficial de la familia —comentó la corresponsal de televisión.
—Ya lo han oído ustedes, Mireia Grau i Moncada, de diecisiete años e hija del industrial Oriol Grau i Moncada ha desaparecido en la localidad de Magaluf, en Mallorca. Supuestamente, se trata de un secuestro con fines económicos, dada la fortuna de la familia. Les seguiremos informando aquí en su canal de noticias 24 Horas.
La sargento Borrás, que aún mantenía el mando del televisor en la mano, pulsó con rabia el botón de apagado y lo lanzó sobre la mesa mientras negaba varias veces con su cabeza en silencio.
En ese momento fue el teniente Torres el que volvió a hablar.
—Iñaki, ¿puedes dejarnos a solas un momento?
—Sí, mi teniente.
Iñaki salió del despacho cerrando la puerta mientras era observado por el teniente Torres, el cual, al ver ya la puerta cerrada del despacho, se giró para la sargento Borrás.
—¿Sabes quién me ha llamado por este asunto?
—¿Alguien de arriba?
—Sí, el capitán. Y a él le ha llamado el teniente coronel, y al teniente coronel ya no sé quién le debe haber llamado. El caso es que todos quieren que esto se solucione ya.
—¿Acaso creen que yo no quiero resolverlo «ya»?
—Escúchame, Antonia, somos amigos desde hace mucho tiempo, pero ¿tú sabes los contactos y las influencias que tiene el padre? Está dando por culo a todo el mundo, por no decir que no le gustó nada tu forma de interrogarle.
—Ya, la mierda siempre cae de arriba hacia abajo, y la que está abajo para recibir toda la mierda que va cayendo desde arriba soy yo, ¿no, teniente?
—Mira, este tío, aparte de dar por saco a todos, ha contratado un ejército de detectives privados de Palma. Que sepamos de momento ha contratado al menos diez. Los de arriba quieren que lo solucione el cuerpo, y cuando digo el cuerpo me refiero a ti. Si no te ves capacitada para resolverlo rápido, dímelo ahora, pero yo sé que puedes hacerlo, Antonia.
—Tú mismo lo has dicho, el padre ha contratado un ejército de al menos diez detectives privados para buscar a su hija. ¿Qué tengo yo? De momento, a Iñaki, a los compañeros del cuartel de Magaluf y sí, es verdad, la ayuda de otros grupos de investigación si necesito algo, pero este caso es bastante extraño —respondió Antonia bastante molesta.
—Como ya te he dicho, los de arriba quieren que esto lo solucione el cuerpo. Nadie quiere que un detective privado se lleve la gloria de haber devuelto a la niña sana y salva a sus papaítos ricos ni que se solucione pagando el rescate, así que me han autorizado a decirte que pidas todo lo que necesites. Si necesitas gente de otros grupos, lo dices. Si necesitas un maldito helicóptero, lo dices. Hasta el último guardia de tráfico de esta isla va a estar a tu disposición si es necesario, ¡pero resuélvelo!
El teniente Torres salió del despacho y dejó la puerta abierta. Un segundo más tarde volvía Iñaki y la sargento le dijo:
—Ni se te ocurra entrar, nos vamos fuera a tomar un poco de aire y otro café en la cafetería de enfrente, necesito salir de este ambiente un rato.
—Vale, pero invitas tú —respondió Iñaki.
Salieron del despacho y del cuartel, cruzaron la calle y se sentaron en una mesa apartada de la cafetería que había enfrente. Los miembros de la UCO eran clientes habituales de esta cafetería.
—¿Ha sido muy duro el teniente?
—¡No, qué va! Si me ha ofrecido hasta un puto helicóptero.
—Estás jodida, reconócelo, el teniente y tú sois amigos desde hace años y no te ha gustado nada la charla que te ha dado.
—En realidad, más que una charla ha sido una meadita de perro, ya sabes, para marcar terreno y dejar claro quién manda. De todas formas, ya me imagino que lo mismo le han hecho a él cuando le ha llamado el capitán por este caso.
—¿El capitán ha llamado al teniente Torres?
—¡Sí! Y a este, el teniente coronel. Pero vamos, buenas noticias. Tenemos a nuestra disposición todo lo que queramos, incluido el helicóptero. —La sargento Borrás sonreía mientras hacía este último comentario.
Pasaron unos minutos y regresaron al despacho para seguir la investigación. Una vez en la sala terminaron de completar el tablero añadiendo las fotos de la madre de Tania, los padres de Gerard, los profesores Gemma y Pep, etcétera. Después de cada foto la sargento dibujó la correspondiente flecha roja y anotó la relación entre ellos.
Borrás quedó mirando el mosaico que habían construido y pensando en lo poco que sabían del caso aún.
Se abrió la puerta del despacho y un agente comentó:
—Sargento, las imágenes de las cámaras del hotel ya están procesadas y subidas al servidor. Son muchas horas y muchas cámaras que revisar, pero tal como solicitó tenemos las imágenes desde las 12:00 del domingo hasta las 12:00 del lunes. También he dejado un archivo con el esquema de la distribución de las cámaras y la nomenclatura.
—Muchas gracias, Dani, las revisaremos en cuanto tengamos una ventana temporal más concreta.
—Suerte. Cualquier ayuda que necesite, estamos a su disposición —dijo el agente Daniel y se marchó del despacho.
—Venga, Iñaki. Después de este bonito mosaico que hemos hecho, vamos con la reconstrucción cronológica de lo que sabemos hasta ahora. Empecemos por el momento en que las niñas emprenden el viaje a la isla.
Iñaki abrió otra de las carpetas que tenía sobre su mesa y sacó varios documentos.
—Aquí tengo lo que sabemos hasta ahora, aunque anoche ya no me dio tiempo a revisarlo a fondo.
—Soy toda oídos.
—Domingo 23, a las ocho menos cuarto aproximadamente el bus escolar llega a casa de Tania, recoge a ella y a Mireia, que se había quedado a dormir en su casa, y sigue el recorrido para ir recogiendo al resto de compañeros y llevarlos al aeropuerto del Prat. Antes de las nueve llegaron al Prat y fueron todos juntos con Gemma y Pep a los mostradores de facturación para entregar las maletas. Subieron al avión y llegaron a Palma sin ningún contratiempo, todo normal. En el aeropuerto de Palma subieron al autocar que les trajo hasta el Hotel Night Beach. Hicieron el checkin a partir de las doce y los chicos fueron subiendo a sus habitaciones. Mireia, Tania y Gerard fueron vistos en la terraza sobre la una y media, y comieron en el bufé como