Quería saber todo sobre lo que se podía comprar en Baby, the Stars Shine Bright. Seguiría siendo una amante del lolita si no hubiera encontrado esa tienda, pero no sé si habría tenido una determinación tan fuerte como para vivir como tal. «Si encuentras algo importante para ti, aférrate a ello, defiéndelo hasta el final, aunque pierdas otras cosas en el camino. Muchas personas mueren sin haber encontrado algo realmente importante para ellas, ¿sabes? No te comportes como una niñata». ¡Qué mal! ¿Qué iba a ser de mí si no ponía en práctica lo que le dije a mi madre cuando iba al colegio?
Tal vez la mayoría de los entendidos me tomen por una niña idiota y se rían con desprecio porque digo que para mí lo más importante en la vida, por encima de la vida misma, es la ropa, esa ropa lolitesca, ondulante, volanteada, y de encaje. Sería válido que me consagrara al trabajo, los estudios o el amor, pero que me entregue simplemente a la ropa como si fuera un ser humano sin provecho parece que solo provoca indignación, y nunca elogios. Pero ¿por qué no puedo dedicar mi vida a la ropa? ¿Está prohibido anteponer el conocer prendas a conocer gente? Las personas tienen valores diferentes. No creo que haya conflicto entre mi filosofía y mis creencias de vivir en la estética rococó, fruto de mi fascinación por el estilo lolita, y la filosofía y las creencias que abraza alguien que trabaja como médico, convencido de que merece la pena vivir ayudando a los pobres en los países en vías de desarrollo. No desecharía mi forma de vida aunque mis creencias estuvieran equivocadas, ni aunque mi voluntad de vivir como una lolita fuera frívola o incluso despreciable. Si a ojos de los demás algo es basura, pero para mí es algo más necesario y valioso que un diamante o que el gato salvaje de Iriomote, lo defenderé sin vacilación hasta la muerte, como si fuera la cosa más importante. Así es como yo hago las cosas. Porque por mucho que encuentres el gran amor de tu vida, las personas nacemos solas, pensamos solas y, al final, morimos solas. ¿En qué nos convertiríamos si no respetamos nuestros propios valores?
Hay gente que dice con solemnidad que el kanji de persona (人) simboliza que un ser humano no puede desarrollarse en soledad, y que debe permanecer junto a otro y contar con su apoyo. Pues si es así, creo que prefiero no ser persona, no me importa. Creo que es mejor vivir la individualidad de manera autónoma como animales guiados por nuestros instintos, como la planaria o la pulga de agua, que como un ser humano dependiente de otros. Bueno, ¿y por qué en clase de lengua y de ética te sueltan eso de que «el kanji de persona significa…», a pesar de que en sociales y en ciudadanía te están enseñando lo maravilloso de tener un pensamiento autónomo e independiente? ¡Poneos de acuerdo, miembros del Comité Educativo! ¡No enseñes contradicciones como si no pasara nada, Ministerio de Educación y Ciencia! ¡Adoptad un punto de vista único, la Administración tiene que fijarlo con claridad! De pronto me he puesto en plan activista social. Tal vez funde el Partido Lolita de Japón y hasta dé discursos en las calles…
Recurrí a medios muy diversos para conseguir dinero para comprar mi deseada ropa de Baby, the Stars Shine Bright: contrabando de tolueno, pirateo informático, citas con hombres mayores a cambio de dinero, robo de donativos… Es mentira, es mentira… Es imposible que una activista social que censura la postura contradictoria del Ministerio de Educación y Ciencia como yo haga algo así. No podría convertirme en presidenta del Partido Lolita de Tokio y después en gobernadora de Tokio cuando fuera mayor si hiciera algo así, ¿no? (Aunque tampoco tengo ganas, así que posiblemente ni vaya a votar cuando cumpla los veinte). Volviendo al tema de cómo conseguía el dinero, repartía periódicos antes de clase, trabajaba de cajera en una tienda veinticuatro horas desde que salía de clase hasta la noche y pasaba los domingos enteros en una imprenta de Amagasaki. Lo que, sintiéndolo mucho, vuelve a ser otra mentira cochina. Nunca se me pasó por la cabeza algo tan digno como buscar un trabajo a tiempo parcial para comprarme ropa. Una persona que vive con espíritu rococó no puede llevar a cabo actividades productivas como trabajar.
Gracias a que el negocio de las falsificaciones del inútil de mi padre iba viento en popa, me inventaba motivos razonables para sacarle dinero, en plan: «Necesito dinero porque tenemos que comprarnos un chándal nuevo para el colegio», o «La casa de una compañera de clase se ha quemado por completo en un incendio. Es la más pobre del colegio y son una familia de diez y no tienen ni para comer, así que estamos recaudando dinero para ellos en clase. Soy muy amiga suya, así que quiero hacer todo lo posible por ayudar». Hice que muchos de mis compañeros tuvieran enfermedades incurables o de difícil tratamiento, envié a no sé cuántos profesores a países en vías de desarrollo, e incluso de vez en cuando maté a alguno miserablemente, todo para que el inútil de mi padre me diera el dinero que necesitaba para comprar ropa. «Hay una chica que tiene un problema de corazón de nacimiento, ¿sabes? La medicina actual no puede curarla y los médicos le dijeron que viviría como mucho hasta los quince años, aunque milagrosamente sigue viva. Pero si lo miras desde otra perspectiva, en su situación no sería nada raro que muriese mañana, o incluso hoy mismo. La chica y sus padres se han hecho a la idea, pero parece que hay un doctor que podría curarla con una operación. Es un cirujano de primera, pero trabaja en la clandestinidad porque no tiene licencia, así que pide una cifra exorbitante de unos cien millones por llevar a cabo la operación. Ninguna familia normal tiene semejante cantidad de dinero, ¿verdad? Por eso habían vuelto a rendirse, pero han decidido que esa nunca es la solución y que tienen que conseguir de algún modo los fondos para ayudar a su hija. Sus padres vinieron ayer al colegio a la hora de la reunión matinal y se pusieron de rodillas ante todos los estudiantes para pedirnos que colaboremos en su campaña donando dinero, por poco que sea».
Esa trola le conté al inútil de mi padre para hacerme con los casi cien mil yenes que costaba el par de bailarinas Rocking Horse de Vivienne que deseaba desde hace tiempo y que consideraba tan esenciales para ser una lolita de verdad. «Es imposible que consigan reunir cien millones. Toma y dales estos cien mil yenes, o mejor estos doscientos mil», decía mi padre con lágrimas en los ojos mientras me daba el dinero. Mentir es horrible… Me corroía el sentimiento de culpa, pero al tiempo que decía: «Gracias, papá. Seguro que podrán operarla. Y será un éxito», tomé ladinamente el dinero y lo utilicé para pagarme las compras. No me olvidaba de pagar el bien con el mal, pensando: «¿Cómo va a haber un cirujano clandestino? Si lo hubieras pensado un poco sabrías que lo he sacado de Black Jack. Precisamente por eso eres el inútil de mi padre, inútil». Tengo el corazón completamente podrido.
La tienda de Baby, the Stars Shine Bright se encontraba a unos treinta minutos a pie de la estación de Daikanyama, en la primera planta del edificio blanco de Daikanyama Tokyo Apartments de la avenida Hachiman. Antiguamente, el distrito de Daikanyama era conocido como un lugar donde se reunía la gente estilosa de las clases altas, insatisfecha con Shibuya y Aoyama, y disfrutaba de las tiendas más refinadas, que se sucedían una tras otra. Por eso hace falta mucho dinero para montar una tienda ahí, aunque en compensación te ganas el título de líder en estilo —aunque cuando visité la tienda de Baby por primera vez, no sentí para nada, ni dentro ni fuera, un ambiente entusiasta en plan «¡Estamos haciendo algo estiloso en un sitio estiloso!». De hecho, Baby parecía flotar en solitario en el ambiente de competitividad que había en Daikanyama, entre cafeterías, tiendas de ropa y tiendas en general, como pensando: «Bueno, estamos en Daikanyama por casualidad, pero nos daría lo mismo estar en Shibuya o en Sangenjaya…». Para lo bueno y para lo malo, la tienda de Baby, the Stars Shine Bright no pegaba en Daikanyama. Las maisons de moda lolita de Tokio se concentran en Harajuku. Últimamente está aumentando el número de tiendas lolita dentro del edificio Marui One de Shinjuku. Aunque este distrito se está convirtiendo en centro de actividad lolita, Harajuku sigue siendo la base fundacional, la meca de las lolitas, con Laforet Harajuku como