—¿Cómo? Eres una valiente entonces, yo no me atrevería a hacer lo que has hecho tú.
—Muchas gracias, en realidad Paul no me dijo nada, pero noté que me lo estaba pidiendo a gritos cuando me lo comentó ayer. Por cierto, siento mucho lo de tu abuela.
—Gracias, la verdad es que llevaba años enferma y era muy mayor, pero mi hermano le tenía especial cariño.
En ese momento entraron por la puerta Paul y sus padres.
—¿Sabéis que es la novia de Paul desde ayer? —espetó su hermana, mientras yo me hacía cada vez más pequeña.
—En realidad es verdad —dijo Paul sonriendo— aunque llevo bastante tiempo intentando que se fije en mi.
—Vaya, vaya… Pues me alegro de que lo hayas conseguido hijo, eres todo un conquistador —dijo su padre.
Desayunamos y nos arreglamos para asistir al funeral. Paul y yo llegamos agarrados de la mano, y cuando varios familiares se acercaron a saludarle yo preferí quedarme atrás, y cuando fui a soltarle la mano, él me agarró con fuerza para que no lo hiciera.
Después de la comida que prepararon en casa los padres de Paul, mientras recogíamos, este me miró y me hizo un gesto con la cabeza para que le acompañara fuera.
—¿Por qué querías soltarme antes la mano? —me preguntó mientras nos sentábamos en un banco de madera del jardín.
—Pensaba que necesitabas algo de intimidad con tu familia, no quería molestar.
—Primero, no me vas a molestar ni aunque te lo propongas, y segundo, espero que nunca quieras volver a soltar mi mano.
—Te lo prometo —respondí en un susurro.
Paul me acarició la mejilla suavemente y se inclinó para darme un dulce beso mientras yo sentía que el corazón se me iba a salir del pecho, pero en ese momento una mujer se acercó a la puerta de la entrada, y saludó a Paul con la mano.
—Lo siento —dijo él— es Ángela, mi exnovia. Supongo que ha venido a darnos el pésame.
—No pasa nada, es normal.
Me levanté y fui con él hasta la puerta donde se encontraba ella. Cuando nos acercamos le dio un gran abrazo sin importarle que yo estuviera delante. No me lo podía creer, era Ángela, mi mejor amiga del instituto.
—Lo siento muchísimo Paul, me he enterado por casualidad y quería saber cómo estábais —dijo ella.
—Gracias Ángela, te presento a Sam.
—¿Sam? ¿En serio eres tú? Madre mía este mundo es un pañuelo.
Ángela y yo nos distanciamos bastante durante los años de universidad, ya que ella había preferido otras compañías, y a mí siempre me había utilizado para lo que le interesaba. Se mostró de lo más encantadora con la familia de Paul durante el rato que estuvo allí, y cuando subí las escaleras para cambiarme en la habitación de invitados, ella me siguió.
—Entonces ¿eres su nueva novia verdad? —me espetó.
—Bueno…Algo así.
—Supongo que Paul te habrá hablado de mi. Estuvimos cuatro años juntos durante la universidad, y la verdad es que fueron maravillosos. —dijo sentándose en la cama descarada.
—Me alegro mucho, no sabía que la relación había durado tanto tiempo.
—Solo quería decirte que no me daré por vencida. Paul es un chico estupendo y seguramente me mudaré dentro de poco a California por trabajo.
La cabeza me daba vueltas cuando escuché sus palabras, que fueron interrumpidas afortunadamente por Noah.
—¿Por qué no te despides de mis padres cuando te vayas Ángela? —dijo sin titubear.
—Sí, será mejor que me vaya. Encantada de volver a verte Sam.
Se levantó y salió de la habitación con aires de superioridad, mientras Noah estaba apoyada en el marco de la puerta.
—No te preocupes por ella, he hablado con mi hermano y de verdad que le gustas mucho.
—Gracias Noah, me consuela bastante.
Cuando salimos las dos de la habitación, desde las escaleras pude ver cómo Ángela le daba un beso a Paul en la comisura de los labios, mientras me miraba de reojo. Salieron juntos al jardín y pasó un buen rato hasta que mi chico regresó.
Por la noche ambos dormimos en el cuarto de invitados, y yo no hacía más que darle vueltas a la cabeza pensando en Ángela en California.
—¿Qué te pasa? Estás muy pensativa.
—Bueno, he estado hablando con Ángela y no me ha gustado demasiado lo que me ha dicho.
—No te preocupes por ella Sam, yo ya la he olvidado —dijo mientras me acariciaba el pelo—. He hablado con ella y he sido muy sincero. Te quiero y no voy a dejar que esto se estropee.
Esas palabras fueron como un jarro de agua helada en ese momento. Me había dicho que me quería, y a mi ni siquiera me había dado tiempo a pensar en lo que sentía. Le di un beso y apagué la luz.
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