cuando el glande le llegaba hasta lo más hondo, masajeándole con ese anillo de músculos la base del pene. Luis la alzó bruscamente por las caderas, y Bhajji colocó unas almohadas debajo de sus riñones para dejarla expuesta y que Luis puediera penetrarla en un ángulo desde donde todos pudiesen verla abierta. Satori y Bhajji untaron sus sexos con una crema afrodisiaca, y Bhajji se colocó detrás de Valentina, sujetando sus pechos y ofreciéndoselos a Luis: Luis le chupaba y lamía los pezones, mientras frotaba rítmicamente el pene erecto en su rajita: cada embite hacía que el glande chocase con su clítoris. Al fondo de la habitación, Don Mario se había sentado,y Satori se había sentado sobre él; ambos contemplaban la cama inexpresivos mientras la japonesa se movìa arriba y abajo. Luis se alzó sobre ella, y un hijo de jugos brilló a la luz de las velas entre la punta de su polla tiesa y su coño abierto...Bhajji lo rompió con un dedo y se lo chupó, sonriendo; arrodillado ante tí, abierta como estaba, Satori se acercó y le abraza por atrás; Valentina sólo veía las manos de la japonesa frotando el pene y los huevos de su novio frente a su sexo. Tras ella, Don Mario jadeaba. Bhajji froto su vulva y embutió fría vaselina en su ano, y lo dilató con sus dedos finos y veloces. Satori y Don Mario empujaron, y Luis embistió con la polla como con una daga contra el agujero del culo de Valentina; dirigido por esas manos expertas, Luis la penetró, y tras la primera sensación de extrañeza, Valentina empezó a mover las caderas al ritmo de sus embestidas. Satori y Bhajji chupaban ahora cada una uno de sus pezones, y mientras Luis seguía atacando su ano, Don Mario metió dos pulgares en su vagina abierta y anhelante, presionandole el pubis mojado con las palmas de las manos, y le masajeó el clítoris, breves círculos con sus ásperos nudillos. Ella tomó con los labios la polla colgante de Don Mario que oscilaba aún semierecta ante sus ojos, y saboreó los jugos de Satori y el semen de su maestro. Finalmente Luis sacó su verga y explotó, y un largo reguero de semen le atravesó el vientre, pasó entre sus pechos dejando una sensación ardiente y le alcanzó el mentón. Satori y Bhajji se apresuraron a lamer, a limpiar con sus lenguas vibrátiles el semen de su cuerpo y de las pollas de Luis y Don Mario. Cruzadas sobre su rostro, las dos chicas orientales intercambian fluidos en un largo beso; gotas traslúcidas caen sobre la boca que Valentina abre golosa. Luego, tenían preparadas unas toallas húmedas, tibias, para limpiar a todos.
El primer disparo de Luis no había acabado con su erección, y Luis aún tuvo energía para volver a penetrarla con un largo abrazo, pasó sus brazos bajo su cuerpo y sus manos llegaron hasta sus hombros y así empezó Luis a marcarle un ritmo suave, como de habanera, y Valentina se abrazó a Luis con las piernas en tono a sus caderas mientras alzaba las suyas ofrecièndose, con los pies en las nalgas de Luis para hacerle saber qué ritmo necesitaba, más rápido...Acelerando poco a poco, estallan los dos en un orgasmo compartido y agotador. Las muchachas orientales han desaparecido discretamente. Don Mario se levanta del sillón y se va sin decir palabra. Están solos, y una a una las velas se van apagando, dejándolos al uno en brazos del otro. El amanecer está todavía muy lejos.