El odio y la clínica psicoanalítica actual. Carmen Gloria Fenieux. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Carmen Gloria Fenieux
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789569441561
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demanda por trabajo, mientras que el placer al que se aspira a través del ‘Modo del principio de Nirvana’ es un placer que surge de la ausencia de trabajo, desde un estado desmentalizado. En su trabajo “La negación” (1925) Freud diferencia una negación más benigna3 con algo cualitativamente diferente, el negativismo desplegado por algunos psicóticos, que él vincula con la “pulsión de destrucción” (p. 238).

      En el caso Schreber (Freud, 1911), esta negación psicótica es descrita en términos pasivos, como el repliegue de la libido, pero para comprender su naturaleza, Freud cita las siguientes líneas de Fausto:

      ¡Wo! ¡Wo! Entonces eso destruyó el hermoso mundo Con un poderoso puño En ruinas lo arrojó Por el soplo de un semi-dios roto. (p. 69)

      Freud intuye que los procesos que estaba describiendo eran manifestaciones de una violencia extrema.

      Klein, en su definición de la pulsión de muerte, describe estados de la mente que son tanto violentos como sádicos. Para controlar la ansiedad temprana, ella explica cómo la destrucción que surge desde dentro (pulsión de muerte) es desviada al exterior creando un mundo persecutorio. El bebé que odia crea un pecho odioso que luego internaliza transformándose en la base psicológica para ataques violentos contra el self y el objeto. El pecho antivida internalizado también es el prototipo de una relación interna envidiosa (heredero de la pulsión de muerte). Aunque Klein habla de la aniquilación de objetos, por supuesto, estos nunca son realmente destruidos, es más bien una dialéctica infinita de destrucción que puede no terminar nunca, ya que todo objeto atacado reemerge como un perseguidor.

      Entonces, para Bion el pensamiento es una expresión de la pulsión epistemológica de Freud y Klein. Él describió el principio Mefistofélico que se opone al pensamiento: separa el pensar del sentir, despoja las ideas de su significación y ataca todo significado. Bion lo llamó el ‘principio −K’ y es esto lo que enfatiza el tipo de negación más maligna a la que se refiere Freud en su trabajo. Para Freud, Klein y Bion, este proceso es una manifestación de los procesos mentales más destructivos. La negación bajo la égida de este principio no es un primer paso hacia el juicio, sino que es la ‘eliminación’ de la función lo que hace que este sea posible.

      Cuando la mente se confronta con la toma de conciencia, la necesidad o del deseo insatisfecho, hay un número de caminos posibles. Uno de ellos es buscar la satisfacción, otro es aniquilar la experiencia de la necesidad, como también el experienciar/percibir el self que nos trae la conciencia de la necesidad (ver Segal, 1993). Existe aún otra posibilidad: distorsionar el mundo de tal manera que se crea la ilusión de que la necesidad ya está satisfecha. Esto ocurre manifiestamente en las alucinaciones y de manera más subyacente en distintas formas de ilusión.

      El pensamiento, en el modelo Klein/Bion, representa simbólicamente el trabajo creativo de la pareja parental interna, que genera nuevos pensamientos equivalentes a los bebés. Para Bion, una de las características más importante de este principio −K, es “su odio hacia cualquier nuevo desarrollo, como si el nuevo desarrollo fuera un rival a ser destruido” (Bion, 1962, p. 82), haciéndose eco del relato de Goethe sobre Mefistófeles.

      Pareciera, entonces, que tanto Klein, Segal y Bion ponen mayor énfasis en el evidente ataque violento, la destrucción de los objetos buenos, objetos muy vinculados a la capacidad de pensar. Sin embargo, ellos claramente reconocen una forma de destructividad que posee una cualidad más continua. Bion escribe: “[Afirma] su superioridad al encontrar falla en todo” (1962, p. 96) y, uno podría agregar que hace valer la superioridad de la ignorancia por sobre el conocimiento.

      Esta perspectiva, desarrollada particularmente por Betty Joseph y Michael Feldman (ver Feldman, 2000), pone mayor énfasis en el control sádico de la pareja interna impidiendo la copulación.

      Si volvemos ahora al sueño de mi paciente: “Ha habido una explosión nuclear. El polvo, la lluvia reactiva cayó todo sobre mí. Fue placentero y pacificador”, pienso que hay otro rasgo típico de estas situaciones: el sueño hace referencia a algo que es muy violento, que, sin embargo, no es presenciado, y que es comunicado en la voz pasiva “ha habido una explosión nuclear”.

      Tiempo después y luego de un fructífero trabajo en el cual mi paciente fue más consciente de la realidad de mi presencia como ser humano (en vez de un tipo de máquina interpretadora), sorpresivamente enmudeció. Al preguntarle qué estaba pensando, dijo, débilmente, “Nada”. Continuó explicando que podía ver los colores azul, amarillo y blanco, y que era una experiencia irrelevante y placentera. Cuando le hice notar el hecho que la cubierta del diván tenía exactamente esos colores, me confirmó que no se había dado cuenta de ello.

      Aquí uno puede pensar en el placer derivado de la aniquilación del contacto (la explosión nuclear). Alternativamente, uno podría dar énfasis a la atracción hacia un tipo de estado agradable y anestesiado, nada excepto nubes de colores placenteras, removiéndolo de la consciencia de deseo, separación y frustración. He aquí una doble negación: la violenta negación de aspectos de la realidad, y la negación del hecho de que esto ha ocurrido. Por último, uno puede considerar el placentero estado de satisfacción derivado del sentimiento de haberme controlado/paralizado, manteniéndome vivo, pero en un estado severamente reducido y debilitado (Feldman, 2000). Aquí la lluvia reactiva que cae, representa el instante del ataque destructivo al contacto que continúa después de la explosión.

      Los tres modelos tienen en común la importancia que se le da al ataque del pensar. Pero la pregunta natural que surge es si el odio al pensar es un tipo de dato irreductible o la manifestación de un proceso más profundo. Freud describió el rechazo primario del yo al mundo externo, a cualquier cosa que no sea el sí mismo. Britton (2003, p. 127), ha llamado a este impulso “xenocida”; esta fuerza omnipotente odia cualquier cosa que se sienta como una obstrucción. Por supuesto, la realidad externa actúa simplemente como una obstrucción de la omnipotencia, pero esto solo se vuelve un problema psicológico cuando hay consciencia de esto, que incluiría el reconocimiento de la pérdida del objeto y la inevitable insatisfacción del deseo.

      En algún nivel, el pensar se presenta a la mente como una obstrucción, y es por esta razón que es odiado, tanto porque es solo un pensamiento (y no acción) como también porque tal pensamiento trae a la mente la conciencia de que la realidad impone limitaciones/obstrucciones. En cierto sentido, es como dispararle al mensajero (consciencia de la realidad) porque el mensaje (las limitaciones y obstrucciones impuestas por el mundo) no se pueden asumir.

      Pensar, como hago uso del término aquí, depende de la capacidad de diferenciar inicios, términos, fronteras entre espacios, aceptándolas como limitaciones en vez de obstrucciones a ser destruidas.

      Marietta, una adolescente psicótica niega toda diferenciación en un estado de continua excitación. Luego de tres años de análisis, Marietta aún reclama no saber a qué hora comienzan o terminan sus sesiones. Su mundo es ‘unidimensional’: lo que es bueno es verdad, lo que es verdad es bueno y está dentro mío. Lo que es malo está fuera de mí.

      Como es su costumbre, Marietta llega a sus sesiones cantando de manera libre y despreocupada. Lo hace mientras sale del ascensor, cuando entra y sale por la puerta de mi consulta, luego continúa en la sala de espera,