Salud del Anciano. José Fernando Gomez Montes. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: José Fernando Gomez Montes
Издательство: Bookwire
Серия: LIBROS DE TEXTO
Жанр произведения: Медицина
Год издания: 0
isbn: 9789587592597
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los hombres hacen una redistribución de la grasa en for-ma más uniforme, en las mujeres es notable la pérdida de tejido celular subcutáneo en antebrazos y piernas. Con respecto al estilo de vida, las personas que no realizaron ejercicio durante su vida tienden a tener una menor cantidad de masa ósea y muscular al envejecer.

      A continuación, se expondrán los cambios más importantes que se dan al envejecer en la estructura corporal (estatura, peso, postura y apariencia general) y en la composición corporal (masa magra, agua y grasa corporal).

      Los cambios anatómicos más prominentes que ocurren en la morfología corporal con el envejecimiento son disminución de la estatura, de la altura sentado, del grosor de los hombros y del ancho del tórax.

      La estatura por lo regular se ha utilizado como un indicador de la salud de la población, de nutrición y de condiciones tempranas en la infancia. Sin embargo, al envejecer existe una disminución de la estatura tanto en hombres como en mujeres, entre 2 y 4 cm en promedio a partir de los 40 años (0,1 cm por año), mayor en las mujeres. Generalmente se debe a la disminución de tamaño de los cuerpos vertebrales y de los discos intervertebrales, al aumento de la cifosis dorsal y a la pérdida de los arcos plantares. Esto hace que el tronco se torne más pequeño y haya una disminución de la distancia entre el borde inferior de la reja costal y las espinas ilíacas anterosuperiores, acentuada especialmente en presencia de osteoporosis, llegando en ocasiones, generalmente en mujeres de contextura frágil y pequeñas, a apoyarse la caja toráxica sobre las espinas ilíacas, lo que hace que las relaciones topográficas anatómicas del abdomen se alteren. Esta declinación se relaciona con el deterioro en el estado de salud, especialmente, con el desarrollo de osteosarcopenia, predominantemente en las mujeres (ver capítulo 51).

      Una consecuencia de la disminución del tamaño del tronco al envejecer es el aparente aumento de la amplitud de los brazos (envergadura), puesto que los huesos largos no sufren alteraciones en su longitud con el envejecimiento. Estos cambios se acentúan entre la octava y novena décadas, y generan la imagen característica de un anciano con tronco corto y extremidades largas.

      Otro de los cambios importantes al envejecer es la disminución de peso corporal, por lo general, se gana has-ta los cincuenta años y a partir de ahí se inicia una disminución aproximada de una libra por año, la cual es más constante en los hombres que en las mujeres. con el envejecimiento, las mujeres pierden alrededor de 4 kg y los hombres cerca de 5,5 kg. Esta pérdida se debe a la disminución de peso de algunas estructuras como la del sistema musculoesquelético (particularmente por desuso), el hígado y el riñón.

      El peso del cerebro disminuye en forma significativa, el del corazón generalmente aumenta o no cambia, debido a un intento del músculo cardíaco para compensar la disminución de su actividad funcional y al aumento de la resistencia periférica a consecuencia de la arteriosclerosis. El peso de algunos huesos como las costillas se reduce, mientras que el del esternón aumenta, aunque en términos generales el sistema óseo pierde peso debido a la disminución de su masa.

      El peso es una medida simple pero importante del estado de salud de los ancianos, particularmente cuando se hace un seguimiento a través del tiempo. La pérdida de peso no debe considerarse en forma aislada, sino en correlación con la presencia de otros síntomas y signos que orienten a un diagnóstico.

      La obesidad siempre representa un serio problema al envejecer, ya que lleva a mayor soporte de peso y a menor actividad física, con las consecuencias funcionales generadas por el desuso. De otro lado, debido a los cambios en estatura y peso, y a que su cálculo no permite diferenciar entre peso debido a grasa o masa muscular, la utilización del índice de masa corporal (índice de Quetelet), peso/talla2, es menos válido en la determinación de obesidad de los ancianos. La disminución de altura al envejecer puede inducir un falso aumento del índice de masa corporal entre 1,5 a 2,5 kg/m2, aunque haya mínimos cambios en el peso. Sin embargo, en espera de una mejor fórmula de valoración del índice de masa corporal, se sigue utilizando el índice de Quetelet.

      La postura que se asume a medida que se envejece se asemeja a un tres invertido, por la presencia de los siguientes cambios (Ver figura 9.1).

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      Figura 9.1 Postura al envejecer

      Fuente: elaboración propia.

      • Aumento de la cifosis dorsal, que también colabora en la disminución de la estatura.

      • Extensión compensatoria de la nuca, hace que se disminuya la distancia entre el occipucio y la cintura escapular y aumente entre el mentón y el esternón.

      • Flexión de las caderas, que origina el cambio en el patrón de marcha.

      • Flexión de las rodillas y presencia de genu varo que origina aumento de la base de sustentación.

      Estos cambios en la postura alteran directamente el centro de gravedad, que se desplaza hacia adelante sobre las cabezas de los metatarsianos, lo cual cambia la biomecánica corporal y, por consiguiente, la marcha. Así mismo, el cambio en la posición de la cabeza modifica, entre otros, la percepción de distancia y profundidad y se realizan movimientos más lentos y precisos, solamente los necesarios para la acción que se ejecuta, lo cual los hace parecer lerdos.

      Como consecuencia de los cambios en la estatura, el peso, la postura y, especialmente, la redistribución de grasa, se producen variaciones en la apariencia general del anciano:

      • Acentuación de las cavidades anatómicas: órbitas, axilas, hueco supraclavicular, fosa antecubital, espacios intercostales y contorno pélvico.

      • Aumento de las prominencias óseas: espinas vertebrales, ángulos de la escápula, costillas, esternón, crestas y espinas ilíacas, rótula y cabezas de los metatarsianos.

      • Acentuación de los contornos musculares y de los tendones, especialmente en los muslos.

      • Atrofia focal de los músculos intrínsecos de la mano y acanalamiento de los interóseos, principalmente del primero dorsal, aplanamiento de la eminencia tenar y de los músculos del compartimiento tibial anterior. El desgaste del músculo cutáneo del cuello hace que se torne laxo, especialmente en las mujeres.

      Estos cambios pueden llevar a pensar, erróneamente, en la presencia de malnutrición en un anciano, por lo cual las medidas bioquímicas (índice creatinina urinaria/talla, trasferrina, albúmina) son indicadores más confiables en estados de malnutrición incipiente. Es importante anotar que estos cambios en la apariencia general no son reversibles con la ingesta de calorías (ver capítulo 32).

      Los cambios fundamentales de la apariencia facial con la edad son resultado de la alteración de los tejidos blandos, del soporte esquelético y de los cambios de la piel. La piel se torna menos elástica, más irregular, la superficie llega a ser más descolorida