Salud del Anciano. José Fernando Gomez Montes. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: José Fernando Gomez Montes
Издательство: Bookwire
Серия: LIBROS DE TEXTO
Жанр произведения: Медицина
Год издания: 0
isbn: 9789587592597
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el 10 y 40%. La disminución de masa magra corporal colabora igualmente en la presentación de deshidratación.

      Sin embargo, el diagnóstico de deshidratación en ancianos es más difícil, puesto que los cambios de la apariencia general con el envejecimiento se le parecen, como sucede con la enoftalmia, la disminución de la elasticidad de la piel y la boca seca secundaria a respiración oral, debida a comorbilidades o uso de medicamentos con efecto anticolinérgico. A esto se le suma el deterioro cognitivo que disminuye la posibilidad de expresar sus necesidades, la menor ingesta de agua por temor a la incontinencia urinaria y la preferencia de muchos ancianos por bebidas azucaradas, agua, té, café o bebidas alcohólicas que aumenta la diuresis y predisponen de manera considerable a la deshidratación.

      Otro cambio morfológico en la estructura corporal es el aumento de los depósitos de grasa del organismo, en forma paralela al aumento de peso, alrededor de 5 kg por década, alcanzando un pico aproximadamente a los 60 años. El depósito de grasa es evidente en el hipogastrio, el pubis, los glúteos y las vísceras abdominales, y se relaciona con resistencia periférica a la insulina. Un hombre de 75 años de 80 kg tiene 29% de grasa corporal media, comparado con el 15% de un hombre de 20 años con el mismo peso. El aumento de grasa visceral es de origen multifactorial y se asocia con el incremento del riesgo cardiovascular en la población general. Además, disminuye la grasa subcutánea.

      Existe también una redistribución de la grasa existente, con tendencia a la disminución de la grasa periférica del tejido celular subcutáneo, especialmente en las mujeres después de los 45 años, más manifiesto en cara, piernas, antebrazos y manos; es notable como se acentúan las cabezas de los metacarpianos y se atrofian los músculos interóseos; en los hombres se presenta a edades mayo-res. Esta redistribución de grasa también se refleja en las mamas, tornándolas atróficas y péndulas, con cambios fibróticos en los pezones que pueden llegar a simular la presencia de una neoplasia. Así, algunas medidas antropométricas para valoración nutricional, como la medición del grosor de la piel sobre el tríceps y de los pliegues de la piel, no son confiables, debido a los cambios en la grasa subcutánea.

      Sin embargo, la medición de la circunferencia de cintura es un indicador importante tanto de grasa corporal total como visceral, principalmente cuando se tiene una circunferencia de cadera mayor o igual a 88 cm en mujeres y mayor o igual a 102 cm en hombres (puntos de corte con alta sensibilidad y especificidad para identificar personas con IMC ≥ 30 kg/m2); una persona con cifras mayores se considera obesa y tiene mayores riesgos, aunque continúa la discusión sobre cuál es el punto de corte ideal. La proporción cadera-abdomen es otra medida alternativa, proporciones mayores o iguales a 0,8 en mujeres y 1 en hombres, se consideran de alto riesgo para enfermedades relacionadas con obesidad.

      Esto se conjuga con la disminución de masa corporal que comienza hacia la tercera década, a razón de 0.3 kg por año. Como resultado de estos cambios en masa magra y grasa corporal el peso corporal tiende a tener un pico entre la quinta y sexta década, permanece estable hasta los 65-70 años y luego disminuye lentamente. La combinación de aumento de masa grasa y disminución de masa magra se denomina “obesidad sarcopénica” y ha sido asociada con disminución de fuerza muscular, dependencia en las AVD y fragilidad (ver capítulo 51). En la tabla 9.1 se muestran, de manera resumida los principales cambios en composición corporal al envejecer.

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      Fuente: He X, Li Z, Tang X et He X, Li Z, Tang X, Zhang L, Wang L, He Y. Age- and sex-related differences in body composition in healthy subjects aged 18 to 82 years. Medicine (Baltimore). 2018 Jun;97(25):e11152. doi: 10.1097/MD.0000000000011152

      Estos cambios en la composición corporal están estrechamente relacionados con los cuatro aspectos de la reserva fisiológica, la cual involucra sistemas corporales determinados que se ven comprometidos con el envejecimiento (ver capítulo 51):

      • La fuerza es el primer aspecto, el sistema comprometido es el muscular y el resultado es debilidad.

      • El segundo es la flexibilidad, el sistema articular es el comprometido y la consecuencia de su pérdida es la rigidez.

      • El tercero es el vigor o resistencia, los sistemas comprometidos son el muscular, pulmonar y cardiovascular, su deterioro origina fatigabilidad y dificultad para respirar.

      • El cuarto es la destreza, por compromiso del sistema nervioso central, que lleva a inestabilidad y pérdida de la habilidad para cuidar por sí mismo.

       Capítulo 10

       Fisiología del envejecimiento

      No existe un evento fisiológico definido a partir del cual una persona pueda ser considerada anciana. Sin embargo, los cambios fisiológicos se presentan a nivel sistémico, orgánico, tisular, celular y molecular y son estos los que determinan las características del envejecimiento y generan la mayor vulnerabilidad presente en el anciano. La acumulación progresiva de cambios implica un proceso de deterioro fisiológico dado por la pérdida de la homeostasis. La homeostasis refleja el efecto agregado de múltiples mecanismos que mantienen adecuadas las funciones fisiológicas, con miras a enfrentar los retos extrínsecos. Estos cambios en las funciones fisiológicas presentan unas características definidas:

      1. No siguen un proceso secuencial y son particulares a cada individuo.

      2. No ocurren simultáneamente.

      3. Todas las funciones no se afectan en el mismo grado.

      Los dos sistemas del organismo que muestran mayores cambios con el envejecimiento son el sistema nervioso y el sistema cardiovascular.

      Durante los tres primeros años de vida el cerebro aumenta de peso y de tamaño y luego se mantiene estable hasta la quinta o sexta década, cuando empieza a presentar una disminución de peso de cerca de 2%, que llega a ser de entre 100 y 150 gramos por década. se caracteriza por el aumento de los surcos, el aplanamiento de las circunvoluciones y cierto grado de atrofia cortical, la dilatación de las cisternas y los ventrículos. Además, los volúmenes de sustancia gris muestran una disminución lineal, mientras que los de sustancia blanca son no lineales. El volumen del líquido cefalorraquídeo aumenta progresivamente después de los 40 años y esto lleva a un aumento del volumen de los ventrículos, pero no tiene relación con los cambios cognoscitivos que se presentan al envejecer. Con el envejecimiento también se observa un engrosamiento gradual y fibrosis de la duramadre y leptomeninges con calcificaciones focales. Las arterias del polígono de Willis se tornan tortuosas y hay engrosamiento de las arterias perforantes, con incremento del número de placas ateromatosas.

      A diferencia de lo que se planteaba anteriormente,