15 Alonso Valencia Llano, “La revolución de Melo en las provincias del Cauca”, en: Memorias de la II Cátedra Anual de Historia…, 73-89; Alonso Valencia Llano, Dentro de la ley fuera de la ley. Resistencias sociales y políticas en el valle del río Cauca, 1830-1855 (Cali: Universidad del Valle, Centro de Estudios Regionales, 2008), 209-245.
16 Francisco Gutiérrez Sanín, Curso y discurso del movimiento plebeyo (1849-1854) (Bogotá: Iepri, El Áncora Editores, 1995).
17 Fabio Zambrano Pantoja, “El golpe de Melo de 1854”, en: Memorias de la II Cátedra Anual…, 59-72. Un estudio relativamente reciente comparte la misma interpretación de Zambrano, al demostrar que las leyes arancelarias decretadas por el Gobierno en los años treinta y cuarenta poco afectaron la actividad artesanal de la capital de la República (aclarando que se debe hacer investigaciones en los casos regionales para determinar su impacto en otros contextos) y más bien fue el desarrollo de la navegación a vapor que pudo tener un mayor impacto en este proceso, al abaratar los costos de transporte y, con ello, el de las mercancías que llegaban al altiplano cundiboyacense. Véase: Sandra Milena Polo Buitrago, “Los artesanos bogotanos y el librecambismo, 1832-1836”, Historia y Sociedad, n.° 26 (2014), 53-80.
18 Jorge Conde Calderón, Buscando la nación. Ciudadanía, clase y tensión racial en el caribe colombiano, 1821-1855 (Medellín: La Carreta Histórica, Universidad del Atlántico, 2009), 331-341.
19 María Teresa Uribe de Hincapié y Liliana María López Lopera hacen en su libro un análisis de los discursos que elaboraron sobre las guerras civiles sus actores en la primera mitad del siglo XIX y es uno de los pocos trabajos que ha tenido en cuenta las fuentes melistas: María Teresa Uribe de Hincapié y Liliana María López Lopera, Las palabras de la guerra…, 339-473.
20 David Sowell, Artesanos y política en Bogotá, 1832-1919 (Bogotá: Ediciones Pensamiento Crítico y Círculo de lectura alternativa, 2006) consultar especialmente el capítulo 3; David Sowell, “La sociedad democrática de artesanos de Bogotá”, German Rodrigo Mejía Pavony, Michel Larosa y Mauricio Nieto Olarte, Eds. Colombia en el siglo XIX (Bogotá, Editorial Planeta, 1999), 204; Armando Martínez Garnica, “En defensa del honor militar: el golpe de estado del general Melo” (Bogotá: Conferencia leída en la Academia Colombiana de Historia. Bogotá, 2005); Carlos Camacho Arango, “Pero no basta vencer, 1854-1859”, en: Carlos Camacho Arango, Margarita Garrido, Daniel Gutiérrez Ardila, Eds. Paz en la República. Colombia, siglo XIX (Bogotá: Universidad Externado de Colombia, 2018), 115-151.
De hecho, en la última parte del estudio de Hans-Joachim König sobre el nacionalismo granadino en la primera mitad del siglo XIX, dedicado al golpe de Estado de Melo, a pesar de que propone una interpretación sugerente al afirmar que el golpe fue promovido por profundas causas sociales, no se distancia de los artesanos, a quienes les da un lugar protagónico, invisibilizando a los militares y a otros grupos populares regionales que vieron con simpatía los hechos capitalinos promovidos por el general Melo el 17 de abril de 1854. Véase: Hans-Joachim König, En el camino hacia la nación. Nacionalismo en el proceso de formación del Estado y la nación de la Nueva Granada, 1750-1856 (Bogotá: Banco de la República, 1994), 493-502.
21 La expresión golpe de Estado (coup d’État) tuvo sus orígenes en Francia durante la monarquía absoluta, y desde allí se extendió a otros países y mantuvo un significado preciso hasta comienzos del siglo XIX. Tal concepto formaba parte de la teoría de la razón de Estado y “se usaba para referirse a ciertas medidas extraordinarias y violentas, que el monarca o su ministro de confianza tomaban en forma sorpresiva o inesperada, sin respetar el derecho común ni la legislación ordinaria, y haciéndose evidente la violación de la moral tradicional cuando consideraba necesarias esas medidas por existir una amenaza a la seguridad del Estado, o por el bien o la utilidad pública que de ellas se derivaría”. En sus inicios la noción no implicaba el reemplazo violento de un gobernante era más bien el instrumento que usaba para deshacerse de enemigos políticos o de cualquier obstáculo en su ejercicio de poder, por medios extralegales. A partir del siglo XX, con la aparición de la obra Técnica del golpe de Estado (1931) de Curzio Malaparte, se reconoció que dicha acción podía ser emprendida por otras personas o grupos no pertenecientes a los salones del poder. El objetivo era una acción audaz y repentina que buscaba reducir al mínimo la acción armada para deponer al gobierno. Este carácter lo diferencia de la guerra civil o las revoluciones: Édgar Velásquez Rivera, Historia comparada de la doctrina de seguridad nacional: Chile-Colombia (Bogotá: Ediciones Ántropos, 2009), 129-130.
22 Hace ya casi tres décadas la tesis de una dictadura exclusivamente para el golpe de Melo fue cuestionada. Véase: Hans-Joachim König, En el camino hacia la nación…, 493-495. Sobre los actos de gobierno de Melo en: María Teresa Uribe de Hincapié, Liliana María López Lopera, Palabras de la Guerra…, 370-371; Venancio Ortiz, Historia de la Revolución…, 149; Gustavo Arboleda, Historia contemporánea de Colombia…, 67-82; José Manuel Restrepo, Historia de la Nueva Granada…, 323-324.
23 Sobre esta campaña, véase: Gustavo Arboleda, Historia contemporánea de Colombia, tomo VII…, 146-151, 165-168, 195-199.
24 Gustavo Arboleda, Historia contemporánea de Colombia, tomo VII..., sobre Barriga: 78, 90-91, 93-94 y de Arboleda, sobre la ocupación de La Mesa: 173, 207-208.
25 Es necesaria una investigación profunda para explicar por qué fue tan precario el control del occidente de la sabana por parte del melismo. Una explicación inicial y provisional, es que esta región en ese momento se podía considerar una “frontera agraria”, que empezaban a roturar algunos empresarios bogotanos, gracias a la demanda internacional de productos tropicales, que como sabemos empezó a despegar en el país justamente a finales de la década del cuarenta. Era, pues, un territorio de haciendas de frontera, pertenecientes a las principales familias capitalinas, que no solo se negaron a apoyar al general Melo, sino que además le hicieron fuerte oposición. No fue gratuito que uno de sus principales opositores en esta región fuese el hacendado Manuel María Ardila, dueño de la hacienda El Corito en jurisdicción de Facatativá, quien logró constituir una guerrilla que hostilizó en repetidas ocasiones a las guarniciones aledañas a La Mesa. Además, el territorio era cercano al Alto Magdalena. No debemos olvidar que las provincias de Mariquita y Neiva fueron bastiones constitucionales y si hubo melistas, estos tuvieron poca oportunidad de jugar una función hegemónica.
26 Sobre estos personajes, véase: Luis Ervin Prado Arellano, David Fernando Prado Valencia y Laura Helena Ramírez Tobar, Diarios de las guerras, 40-45.
27 Gustavo Arboleda, Historia contemporánea de Colombia, tomo VII, 82.
28 Luis Ervin Prado Arellano, David Fernando Prado Valencia y Laura Helena Ramírez Tobar, Diarios de las guerras…, 83-105; Gustavo Arboleda, Historia contemporánea de Colombia…, 101-106.
29 Al respecto, consultar un opúsculo de la época: Ramón Mercado, Memorias sobre los acontecimientos del sur de la Nueva Granada durante la administración del 7 de marzo de 1849 (Cali: Centro de Estudios Históricos y Sociales “Santiago de Cali”, Gerencia para el Desarrollo Cultural de la Gobernación del Valle del Cauca, 1996). También a Margarita Pacheco, La fiesta liberal en Cali (Cali: Universidad del Valle, 1992).
30 Sobre los orígenes de la resistencia constitucional en Caloto y la columna Torres: Mariano Sendoya, Caloto ante la historia, tomo I (Cali: Imprenta Departamental, 1975), 73-77, sobre la acción de San Julián en las páginas 165-166.
31 Sobre la mediación de Mateus