[24] Ibid., p. 132. “The number of eighteen to sixty-four years old who indicate they always feel a hurry or under time pressure rose in stages between 1965 and 1992 from 24 percent to 38 percent, while the number of those who almost never felt under time pressure in the same period fell from 27 percent to 18 percent”. Hartmut Rosa refiere aquí el estudio realizado por John P. Robinson y Geoffrey Godbey en 1997 titulado Time for Life: The Surprising Ways Americans use Their Time.
[25] Ibid., p. 134. “The fear of missing (valuable) things and therefore the desire to heighten the pace of life are the result of a cultural program that began developing in early modernity and consists in making one´s own life more fulfilled and richer in experience through an accelerated ‘savoring of worldly options’ –i.e., by escalating the rate of experience– and thereby realizing a ‘good life’. The cultural promise of acceleration lies in this idea. As a result subjects want to live faster […] The compulsion to adapt is a consequence of the structural dynamic of late modern societies, more specifically of the acceleration of social change”.
[26] Kinsale es una ciudad irlandesa que ha impuesto la lentitud como política. Asimismo, hay ciudades denominadas slow cities, cuya característica radica precisamente en el modo de vida no-acelerado o menos acelerado que llevan sus habitantes. Véase http://www.cittaslow.org/ [Consulta: 31 de enero, 2021].
[27] Hartmut Rosa, Social Acceleration…, p. 138. “Then in late modern society slowness may definitely become a marker of distinction”.
[28] Ibid., p. 145. “[…] the flow of time itself indeed accelerates for social-structural reasons”.
[29] Ibid., p. 186. “The sensation of time scarcity emerges from the difference between the complexity of the world, the horizon of the possible, and the processing capacity of the system”.
CAPÍTULO 2
Origen de la aceleración social
Una vez que se ha iniciado algo, el resto prosigue por su propio impulso.
Hermann Hesse
Lo primero que debemos rastrear son los orígenes de lo que denominamos aceleración social, pues si bien hablamos de un fenómeno complejo, también es cierto que su historia es relativamente reciente: “Es difícil proporcionar una fecha y un lugar precisos para el comienzo de la aceleración moderna [...] Las investigaciones existentes sugieren que los orígenes de la aceleración moderna son probablemente múltiples”.[1]
Aunque no podemos precisar una fecha concreta de inicio, sí podemos identificar un proceso ligado a ella y, por tanto, afirmar que el mundo contemporáneo vive, desde los albores de la primera Revolución Industrial, una constante aceleración social que afecta tanto al ser humano como al mundo que lo circunda.
James Gleick, en la sociedad estadounidense, constató la “aceleración de prácticamente todo”: amor, vida, discursos, política, trabajo, tv, entretenimiento, etc. Según convincentemente han demostrado historiadores como Reinhart Koselleck, la sensación general de una aceleración ha acompañado a la sociedad moderna al menos desde mediados del siglo xviii.[2]
Hay consenso general respecto al inicio del proceso de la Revolución Industrial, pues los historiadores sitúan los cambios iniciales que permitieron esta revolución primero en Inglaterra y después en Estados Unidos; no debe extrañarnos que la propia aceleración social, heredera de dicho acontecimiento, esté ligada a sus procesos y consecuencias (como el desarrollo tecnológico, el capitalismo, la obsolescencia programada, etcétera).
Inglaterra fue el primer país donde se dio un cambio de régimen político que modificó sus estructuras sociales. La guerra civil inglesa (1642-1651) terminaría por convertir la monarquía absoluta en un régimen constitucional, que si bien siguió siendo monárquico, también conformó una estabilidad política y económica que impulsaría el desarrollo técnico e industrial que comenzaría a ser tendencia en toda Europa.
Estados Unidos, heredero de las costumbres británicas, después de alcanzar su independencia en 1776, construyó un régimen democrático que haría posible su desarrollo técnico-científico, el cual serviría de modelo para los nacientes estados americanos que propiciarán un crecimiento potenciado de sus industrias. Lo anterior producirá un importante movimiento político, comercial, social y cultural en sus territorios: la Revolución Industrial que aumenta la velocidad en todas las áreas de la experiencia humana y crea un clima de dinamismo agitado y propulsivo.
Las revoluciones industriales
La Revolución Industrial es un proceso que podríamos clasificar en cuatro fases para su estudio, cada una de las cuales es perfectamente identificable:
1 La primera fase puede situarse entre 1760 y 1860, cuando las principales fuentes de energía para el desarrollo de la industria fueron el carbón y el vapor de agua. En esta época se desarrollaron la máquina de vapor y los primeros ferrocarriles, los cuales impulsaron los medios de transporte dentro del propio territorio; asimismo, se desarrollaron la máquina de escribir y el telégrafo, fundamentales para el desdoblamiento de la comunicación y la velocidad de la información.
2 La segunda fase puede situarse entre 1860 y 1914, cuando surgieron la electricidad y la máquina de combustión interna como las nuevas fuentes de energía. En esta época mejoraron los transportes y aumentaron su velocidad y tamaño, se crearon los aviones y poco tiempo después vería la luz el Modelo T de Henry Ford; también hubo un notable desarrollo de la industria de las armas, surgieron el teléfono, el cine y la radio que evidencian los vertiginosos cambios sociales; el futurismo, la vanguardia artística, elogiaría este frenesí.
3 La tercera fase, conocida también como Tercera Revolución Industrial, comenzó en 1914 y concluye hacia 1989 –el periodo del siglo corto–, siguiendo la idea del historiador Eric Hobsbawm. Se crearon fuentes de energías renovables y alternativas, los trenes son de alta velocidad y enorme puntualidad, los viajes aéreos son cotidianos, los viajes por mar se realizan en edificios flotantes, la televisión dio paso a las computadoras, los videojuegos y la telefonía móvil, se desarrollaron los electrodomésticos y la producción masiva de prácticamente todo.
4 La última fase de industrialización comenzó con el advenimiento de internet y continúa ese despliegue en lo que se ha denominado la era del transhumanismo; comenzó con los medios de comunicación on demand, la creación de los teléfonos inteligentes, el streaming, la venta de productos por internet (agudizada durante la pandemia por covid-19). Es común encontrar a la gente en la calle con un dispositivo en las manos o en los oídos en una conexión casi permanente.
Consideramos relevante la puntualización de la diferencia entre las revoluciones industriales para comprender el origen de la aceleración social y, sobre todo, la razón por la que la última está aumentando aún más la velocidad en el siglo xxi. Esta clasificación también funciona como evidencia argumentativa para demostrar lo que Hartmut Rosa denomina como aceleración del cambio social, donde explica que los cambios sociales ocurren, históricamente, con mayor frecuencia conforme transcurre el tiempo.
Oleadas de aceleración
De modo similar a la forma histórica que presenta la Revolución Industrial, la aceleración social no es un proceso constante, sino que evoluciona en oleadas, cada una de las cuales enfrenta una considerable resistencia, así como a procesos de