43 Rodolfo Segovia, “Esclavitud y composición étnica de Cartagena de Indias”, Boletín Cultural y Bibliográfico 44, n.º 75 (2007): 46.
44 Como hizo su predecesor, Salas restringió el comercio en la ciudad y les impuso impuestos exorbitantes a los pequeños comerciantes, para facilitar sus propios negocios ilegales. Además, adquirió autorización de la Corona para perdonar a contrabandistas arrestados, poder que empleó a su conveniencia y antojo, al igual que para fingir que los refrenaba hizo de los contrabandistas de poca monta sus chivos expiatorios; cf. Grahn, The Political Economy of Smuggling, 115-117.
45 En estas circunstancias, debía ser nulo el incentivo oficial de incrementar y apoyar la labor de salvaguarda de las costas, fuera a través del estado o de particulares, porque estas labores irían en contra de sus propios intereses. De la ausencia en los archivos de patentes de corso expedidas por los gobernadores de Cartagena, aunada a pruebas de que los agentes gubernamentales, con intenciones viciadas, antagonizaban a los corsarios durante el proceso de determinación de la legitimidad de las presas, Sourdis deduce “el ningún deseo de los funcionarios oficiales de fomentar el corso a pesar de las múltiples exhortaciones del monarca al respecto”; cf. Sourdis, “Los corsarios del rey”, 242-243.
46 Nicolás del Castillo Mathieu, Los gobernadores de Cartagena de Indias (1504-1810) (Bogotá: Academia Colombiana de Historia, 1998), 92.
47 J. R. Pole, “Some Problems of a Colonial Attorney-General in a Multi-Cultural Society”, en Gestchichte und Recht Festschrift für Gerald Stouzh zum 70. Geburstag, ed. por Herausgegeben von Thomas Angerer, Birgitta Bader-Zaar y Margarete Grandner (Viena: Böhlau, 1999), 301.
48 Roberto Palacios, “Venezuela y Curazao. Bosquejo histórico (Curazao, puente entre el mundo neerlandés-europeo y el mundo venezolano-latinoamericano)”, en Curazao y Venezuela. Unidas por el Caribe (Willemstad: Bancaribe Curaçao Bank, 2010), 137.
49 Hussey, The Caracas Company, 29; Aizpurua, Curazao y la costa de Caracas, 42. Para la Compañía Neerlandesa de las Indias Occidentales, Curazao fue una base estratégica en varias actividades, entre estas, el importante comercio de la sal (extraída de las salinas venezolanas), la práctica del corso oficial y la distribución a sus alrededores de alimentos europeos, armas y esclavos. En este rubro, “Curazao alcanzó su mayor importancia, más o menos, entre 1660 y 1713. Hasta este último año, los holandeses participaron en la venta de esclavos a los llamados asientistas, quienes poseían contratos monopolistas con las autoridades españolas para la entrega de esclavos negros a Hispanoamérica. En los primeros años del siglo XVIII, se importó un promedio de 8000 esclavos anuales desde África en barcos holandeses, la mayoría con dirección a Curazao; entre 1743 y 1753, sin embargo, el total de esclavos importados no excedió de 600. El último barco esclavista llegó a Curazao en 1778”; cf. H. Hoetink, “Surinam and Curaçao”, en Neither Slave nor Free. The Freedmen of African Descent in the Slaves Societies of the New World, ed. por David W. Cohen y Jack P. Greene (Baltimore: The John Hopkins University Press, 1972), 65.
50 Sobre la práctica del contrabando en Venezuela en el siglo XVIII, véase el bien documentado y reciente libro de Jesse Cromwell, The Smugglers’ World. Illicit Trade and Atlantic Communities in Eighteenth-Century Venezuela (Chapel Hill: University of North Carolina Press, 2018).
51 Olavarriaga, Instrucción general y particular, 327. Véase también Aizpurua, Curazao y la costa de Caracas, 52-62.
52 Los judíos sefarditas se habían establecido en la isla poco después de 1634. Formaban la tercera parte de la población blanca y una poderosa élite comercial; cf. Hoetink, “Surinam and Curaçao”, 66. El conocimiento judío del castellano era una ventaja para su desempeño en los negocios con Hispanoamérica; cf. Carlos González Batista, Historia de Paraguaná (Mérida: Editorial Venezolana, 1984), 118; Willem Klooster, “Curaçao and the Caribbean Transit Trade”, en Riches from Atlantic Commerce: Dutch Trans-Atlantic Trade and Shipping, 1585-1817, ed, por Victor Enthoven y Johannes Postma (Leiden: Brill, 2003), 205. Véase Araúz, El contrabando holandés, 1:46-67. Véase especialmente “La participación judía en el contrabando holandés en América”. Un muy buen artículo reciente es el de Blanca de Lima, “Una red comercial sefardita en el eje Curaçao-Coro durante el siglo XVIII”, Ler História 74 (2019): 87-110. Véase también Aizpurua, Curazao y la costa de Caracas, 261.
53 Olavarriaga, Instrucción general y particular, 302.
54 Araúz, El contrabando holandés, 1:65.
55 Carlos González Batista, “Curazao en la historia de Venezuela”, en Curazao y Venezuela. Unidas por el Caribe (Willemstad: Bancaribe Curaçao Bank, 2010), 55; Aizpurua, Curazao y la costa de Caracas, 152-153.
56 Olavarriaga, Instrucción general y particular, 247-248.
57 Isaac S. Emmanuel y Suzanne A. Emmanuel, History of the Jews of the Netherlands (Cincinnati: American Jewish Archives, 1970), 216.
58 Klooster, “Curaçao and the Caribbean”, 209-210.
59 Los mismos sentimientos de ira cundían en la provincia de Venezuela tanto por los precios desventajosos con que la Compañía compraba los productos del suelo como por la atrocidad del trato de los guardacostas. La indignación dio origen a la famosa rebelión del zambo Andrés López del Rosario, apodado Andresote, en el valle de Yaracuy, entre 1730 y 1732, respaldada y armada desde Curazao; cf. Hussey, The Caracas Company 1728-1784, 66-68; Rupert, Creolization and Contraband, 167.
60 Goslinga comenta que las protestas de Van Collen en contra de la Compañía Guipuzcoana no se inspiraban por completo en su interés por el bienestar de la isla, sino en que la empresa representaba una amenaza para la Casa de Van Collen & Co.; cf. Cornelis Ch. Goslinga, The Dutch in the Caribbean and in the Guianas 1680-1791, ed. por Maria J. L. van Yperen (Países Bajos: Van Gorcum, 1985), 74.
61 Hussey, The Caracas Company 1728-1748, 74.
62 Véase también Rupert, Creolization and Contraband, 173.
63 Aizpurua, Curazao y la costa de Caracas, 155; Hussey, The Caracas Company, 77.
64 González, Historia de Paraguaná, 116. Sobre otros actos violentos del mismo año de holandeses y judíos contra buques mercantes y corsarios, las quejas por las acciones osadas que escalaron hasta el bloqueo del puerto de La Guaira con dieciocho navíos neerlandeses, las respuestas ásperas del gobernador de Curazao ante las reclamaciones de las autoridades españolas, véase Araúz, El contrabando holandés, 2:31-37.
65 Araúz califica de desenfrenado el contrabando en Coro. “Su situación frente a la isla de Curazao le hacía blanco directo de la presencia neerlandesa”; cf. Araúz, El contrabando holandés, 1:104. Algunos historiadores son bastante específicos en cuanto a los puntos más álgidos: “El área alrededor de Coro, localizada en el estrecho lado occidental de la península de Paraguaná, fue un lugar especialmente preferido de los comerciantes curazoleños”; cf. Rupert, Creolization and Contraband, 167. Véase también Aizpurua, Curazao y la costa de Caracas, 118; González, “Curazao en la historia”, 55.
66 Vivas, “Botín a bordo”, 361.
67 Gerardo Vivas Pineda, “La Compañía Guipuzcoana de Caracas. Los buques y sus hombres”, en Los vascos y América. Actas de las Jornadas sobre comercio vasco con América en el siglo XVIII y La Real Compañía Guipuzcoana de Caracas en el II Centenario de Carlos III, celebradas en Bilbao y San Sebastián los días 5 y 6 de octubre de 1988, ed. por Ronald Escobedo Mansilla, Ana María Rivera Medina y Álvaro