Un llamado a destacarse. Elena G. de White. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Elena G. de White
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789875678347
Скачать книгу
los parientes y conocidos. Al no encontrarlo, volvieron a Jerusalén en busca de él. Al cabo de tres días lo encontraron en el templo, sentado entre los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que le oían se asombraban de su inteligencia y de sus respuestas. Cuando lo vieron sus padres, se quedaron admirados.

       –Hijo, ¿por qué te has portado así con nosotros? –le dijo su madre–. ¡Mira que tu padre y yo te hemos estado buscando angustiados!

       –¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que tengo que estar en la casa de mi Padre?

       Pero ellos no entendieron lo que les decía.

       Así que Jesús bajó con sus padres a Nazaret y vivió sujeto a ellos. Pero su madre conservaba todas estas cosas en el corazón. Jesús siguió creciendo en sabiduría y estatura, y cada vez más gozaba del favor de Dios y de toda la gente.

       Lucas 2:40-52 .

      * * * *

      De un modo sumiso y amable, Jesús trataba de agradar a las personas con las que trataba. Los escribas malinterpretaron sus modales, y creyeron que iba a ser fácil influenciarlo con sus tradiciones y enseñanzas. Pero cuando lo cuestionaron, él confrontó la autoridad de ellos con la de las Escrituras. Demostró un profundo conocimiento de la ley, de principio a fin. Los rabinos se avergonzaron de ser instruidos por un niño y se indignaron cuando los contradijo. Pronto se dieron cuenta de que la comprensión espiritual de Jesús iba mucho más allá que la de ellos.

      Desde el tiempo en que los padres de Jesús lo encontraron en el Templo, su conducta fue un misterio para ellos. Por ejemplo, estar a solas con la naturaleza y con Dios eran sus momentos de mayor felicidad. La madrugada lo encontraba con frecuencia en algún lugar aislado, meditando, estudiando las Escrituras u orando. Luego de estas horas de quietud, volvía a su casa para continuar con sus responsabilidades y tareas del hogar. Le gustaba tratar de aliviar el sufrimiento de los hombres y de los animales.

      Jesús consideraba valiosa a cada persona. Pronunciando palabras de ánimo, ayudaba a los enfermos, a los oprimidos y a los desanimados. A veces, hasta entregaba su propia comida a los hambrientos. Trataba de llevarles esperanza y victoria espiritual, asegurando que todos eran miembros de la familia de Dios, incluso los más antisociales y olvidados. Jesucristo nunca peleó por sus propios derechos, aunque a menudo fue tratado injustamente o discriminado.

      8 El Deseado de todas las gentes, p. 64.

      9 Ibíd., pp. 64, 65.

      10 Ibíd., p. 68.

      11 Ibíd., pp. 69, 70.

      Capítulo 3

       Sí, Jesús empezó su ministerio en una fiesta

       Al tercer día se celebró una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús se encontraba allí. También habían sido invitados a la boda Jesús y sus discípulos. Cuando el vino se acabó, la madre de Jesús le dijo:

       –Ya no tienen vino.

       –Mujer, ¿eso qué tiene que ver conmigo? –respondió Jesús–. Todavía no ha llegado mi hora.

       Su madre dijo a los sirvientes:

       –Hagan lo que él les ordene.

       Había allí seis tinajas de piedra, de las que usan los judíos en sus ceremonias de purificación. En cada una cabían unos cien litros.

       Jesús dijo a los sirvientes:

       –Llenen de agua las tinajas.

       Y los sirvientes las llenaron hasta el borde.

       –Ahora saquen un poco y llévenlo al encargado del banquete –les dijo Jesús.

       Así lo hicieron. El encargado del banquete probó el agua convertida en vino sin saber de dónde había salido, aunque sí lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua. Entonces llamó aparte al novio y le dijo:

       –Todos sirven primero el mejor vino, y cuando los invitados ya han bebido mucho, entonces sirven el más barato; pero tú has guardado el mejor vino hasta ahora.

       Ésta, la primera de sus señales, la hizo Jesús en Caná de Galilea. Así reveló su gloria, y sus discípulos creyeron en él.

       Juan 2:1-11.

      * * * *

      Una agitación reprimida parecía dominar a los participantes que, animadamente pero en voz baja, conversaban en pequeños grupos acerca de Jesús.

      María estaba orgullosa de su Hijo. Poco tiempo antes, había escuchado el relato del bautismo de Jesús en el río Jordán, realizado por Juan el Bautista, y eso le había traído a la mente hermosos recuerdos. Desde el día en que escuchó la anunciación del ángel en su casa de Nazaret, ella había atesorado cada evidencia de que Jesús era el Mesías. Su vida de constante generosidad y desinterés la había convencido de que ningún otro podía ser el Mesías.