No soporta que estemos mal abrochados o que nuestros zapatos estén desatados. Cuando le toca patio, se pasa todo el tiempo agachada atando y diciendo: “dile la mamá que te cambie los cordones de los náuticos”. Porque los náuticos no son zapatos para llevar al colegio. Se desatan y se desatan siempre. La mamá de Jaime no quiere cambiarle los cordones porque dice que los náuticos perderían su gracia. No sé cómo pueden tener gracia unos zapatos de cordones.
Paloma se preocupa mucho por nosotros, sobre todo por los que tardan en hacer las fichas. Se sienta en el pupitre con ellos o los lleva a su mesa para que espabilen y puedan salir al recreo. Lee siempre con Anina, porque todavía no sabe todas las letras. Nosotros le decimos: “Anina, rrr, rrr, es la rrr”, pero la confunde con la ggg porque pronuncia un poco mal.
Si dos niños se pelean en la clase o en el patio se pone muy seria y obliga a los que se han peleado a estar uno al lado de otro hasta que se hagan amigos. Dice que no tiene prisa, que si dan las doce de la noche igual siguen todavía allí, porque nadie se va a casa enfadado con un compañero. Todos nos amigamos antes de marchar; muchas veces es justo cuando dice: “¡a recoger…!”.
Siempre lleva el pelo en una cola, los ojos pintados y pantalones. Un día vino con falda y medias. Pablo le preguntó si iba a un cumple, pero dijo que no, que iba a una reunión.
1 ¿Qué compañeros tiene Martín este curso?
2 ¿Cómo suele ir vestida la profesora de Martín?
3 ¿Cómo soluciona Paloma los enfados entre compañeros?
4 ¿Qué le pasa a Anina?
5 ¿Cuál fue la confusión del padre del niño nuevo?
6 ¿Qué zapatos de niño serán los preferidos de Paloma? ¿Por qué?
7 ¿Cómo se puede adivinar que Paloma es ordenada?
8 ¿Qué problema cree Martín que pudo tener Fran con su nombre?
9 ¿Cuándo se pone Paloma medias y falda?
10 ¿Qué ventajas tiene ser de “A”?
11 Un niño ha pasado vergüenza. ¿Por qué? ¿Qué cosas te dan vergüenza a ti?
10.
LA MERIENDA
Cuando vuelvo a casa en el autobús y se baja Rubén en su parada, me quedo solo en el asiento y empiezo a pensar en la merienda. ¡Tengo tanta hambre que hasta me comería otra vez el pescado verde del colegio! Bueno, no sé.
Mi madre me lleva a la parada la merienda metida en una bolsa de cuadros que pone “mi merienda”, aunque también se pueden meter otras cosas de comer que no son de la merienda, por ejemplo: un bibi de mi hermano si se va a hacer tarde y estamos por ahí.
Mi merienda favorita es el bocadillo de mortadela de pan sin corteza, plátano y peti. Algunas veces mamá mete unas onzas de chocolate que vienen envueltas en papel de plata. ¡Ummm! ¡Me encanta el chocolate! En casa no siempre lo hay porque dice mamá que nos lo comemos. El único que dura es uno que le gusta a papá que es negro, negro, y tiene cachitos de naranja ¡puaj! Se te queda pegado al paladar y es amargo. Papá lo chupa despacio, dice que con un cachito al día es suficiente.
A Isa le gusta el que tiene almendras dentro y a Nico y a mí el “con leche normal”. Mamá no lo come nunca. Dice que se pega a las caderas. Yo me miro en la ducha y de momento no hay restos de chocolate. Si tienes cuidado solo te manchas las manos y la cara. Como se ensucie tu ropa o el sofá te quedas un mes sin chocolate y mamá dice que nunca más lo vuelve a traer. Todo se arreglaría si comprase oxígeno activo. Lo dicen en la tele.
Una vez apareció el chocolate con almendras en la basura. Así, entero, la tableta empezada, pero con mucho chocolate dentro. Fue Isa. Mamá le riñó. No se tira la comida. Cuando se estaba lavando los dientes, se miró en el espejo y descubrió que tenía dos granitos en la cara. Eran rojos. Se enfadó mucho y dijo que la culpa era del chocolate. Le entraron ganas de llorar.
“Y ahora, ¿qué hago?”, decía muy triste. Tardó mucho en comer más, aunque a veces nos quita a Nico y a mí un poco de nuestra merienda.
De vez en cuando, mamá hace un bizcocho y ese día no tomamos bocadillo. Si no tiene prisa, cuando lo está haciendo, nos deja ayudarle y después rebañar la fuente con el dedo. Nico se pone muy gracioso todo lleno de masa por la cara. Ese día mamá lo ducha a las siete.
1 ¿En qué momento del día se acuerda Martín de la merienda?
2 ¿Cuántos tipos de chocolate hay en su casa?
3 ¿Por qué tiró Isa el chocolate a la basura?
4 ¿Cuál es la merienda preferida de Martín?
5 ¿Qué merienda sustituye a veces al bocadillo?
6 ¿Por qué hay que duchar a Nico a las siete?
7 A la madre de Martín, ¿le gusta el chocolate?
8 ¿Qué pasa si se mancha el sofá?
9 ¿Por qué no se debe desperdiciar comida?
10 ¿Cuántas formas conoces de tomar chocolate?
11 ¿Te gusta ayudar en la cocina a tus padres? ¿Qué te gusta hacer?
11.
ATLETISMO
Este año me apunté a atletismo en extraescolares. Los de 1º y 2º no pueden porque casi no corren y lloran mucho si se caen saltando vallas. Bueno, no son vallas, la verdad es que son picas sujetas a los conos que me llegan por la rodilla. Tampoco tienen fuerza con la jabalina, que no es un jabalí, es un saquito de arena. Los de 3º vamos a atletismo con los más pequeños de Primaria. El entrenador se llama Muñiz. Nadie sabe cómo se llama de verdad; Muñiz es el apellido. Cuando era pequeño iba a nuestro cole y ya estaba en atletismo. Ganó dos medallas en las Olimpiadas de Londres. Mi padre dice que eso es imposible, pero un día nos las enseñó.
Antes de empezar a correr y saltar, hay que hacer estiramientos para preparar los músculos y que no te den tirones. El mayor del grupo este año es Carlos Suárez, de 2º de Primaria. A veces dirige él los estiramientos cuando Muñiz se va a dar un recado a la entrenadora de vóley. Hay que hacer lo que manda Carlos hasta que vuelva Muñiz, que suele tardar bastante. Después de estirar hacemos fondo; o sea, correr mucho. Hay que ir hasta el campo de fútbol que está lejísimos. Cuando llegamos yo ya estoy cansado. ¡Hala, tres vueltas al campo para empezar! Cuando todavía voy por la primera, Muñiz grita: “¡al autobús!”, porque ya terminó la clase. No sé cuando saltaremos vallas o altura, porque si no corremos más, nunca nos va a dar tiempo.
Por ser los pequeños no tenemos que cambiarnos para volver a casa; podemos ir en chándal. ¡Menos mal! Un día entré en el vestuario. Están todos los niños mezclados: mayores, medianos, pequeños… Huele fatal y se resbala mucho. Los mayores se gastan bromas y dejan caer la ropa de alguno al suelo; puede mojarse o mancharse. Yo creo que no tiene gracia. Se oyen muchas palabrotas porque no hay profesores ni entrenadores. Bueno, los entrenadores sí dicen palabrotas, ¡y de las gordas! Sobre todo los de fútbol cuando los jugadores no les hacen caso en los partidos de los sábados. Un día os contaré lo que pasa en esos partidos.
En el autobús de vuelta casi siempre me quedo dormido. Estoy agotado. No sé qué pasará cuando saltemos vallas. Tengo que entrenar mucho todavía.
1 ¿Por qué Carlos dirige a veces el entrenamiento?
2 ¿Cómo se prepara un atleta para correr?
3 ¿Por qué Martín nunca salta vallas en los entrenamientos?
4 ¿Qué