Apuntes de Historia de la Iglesia 6. Antonio Pérez-Mosso Nenninger. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Antonio Pérez-Mosso Nenninger
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9788418467295
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en Barcelona de los Juegos Florales, a los que concurrían poetas e historiadores del movimiento cultural de la Renaixensa para cantar las glorias de Cataluña, aún no tuvieron carácter independentista. Reina de los Juegos Florales será la regente María Cristina de Habsburgo, y orador de la apertura Menéndez Pelayo con elogioso discurso a la lengua catalana.

      Mayor trascendencia tendrán los Congresos promovidos por Valentín Almirall para presentar reclamaciones al gobierno central, que reúnen no sólo a pronacionalistas sino a un amplio abanico político de catalanes disgustados con el centralismo del régimen liberal. El primero de los congresos reúne en 1880 a 1200 delegados y designa una Comisión para la defensa del derecho civil catalán, amenazado por los proyectos unificadores del Gobierno; comisión, que no logra de momento resultado alguno, pero tendrá gran eficacia para difundir sus quejas.

      El segundo Congreso, reunido en 1883, envía a Madrid una comisión que presenta al rey el Memorial de Agravios, inspirado por Almirall, y movido sobre todo por el temor a que el derecho peculiar de cada región sea suprimido por el centralismo de los gobiernos de la Restauración. Tal queja será durante largo tiempo estímulo para la consolidación del nacionalismo catalán.

      Tras el primer catalanismo, –“de izquierdas”, liderado por el declarado republicano Almirall– aparecen varias personalidades más jóvenes, de acento también catalanista, pero “de derechas”, muy vinculadas hasta el momento a la monarquía alfonsina, y cuyo político más significado es el joven Enric Prat de la Riba, que en abril de 1901 funda la Lliga de Catalunya, que pronto prevalecerá sobre el partido de Almirall.

      Prat, visionario y organizador, más que independentista era un soñador que proyectaba –como dice Comellas– “una gran Confederación Ibérica, que englobaría también a Portugal y Provenza, impulsada desde Barcelona por el genio catalán, pero que su papel histórico se limitó a sentar las bases del catalanismo” al fundar la Lliga.

      Aunque Almirall había fracasado en su intento de fundar un gran partido nacionalista afín al federalismo de la Primera República, y abandona el nacionalismo al ser desplazado por el más conservador de la Lliga, él fue quien acuña unas cuantas ideas-fuerza (sobre todo, con su escrito Lo Catalanisme) que pasarán desde entonces al nacionalismo posterior, en las que se mezclan verdades sobre la personalidad histórica de Cataluña con un duro desamor a España.

      El influjo del liberalismo en Cataluña, más del conservador y romántico que del jacobino o de “izquierdas”, se dio sobre todo entre sus altas burguesías y élites intelectuales, representadas en la Lliga de Catalunya, que promueve con gran energía Prat de la Riba presentándola a un tiempo como la gran novedad: lo “abierto” a Europa (el noucentisme), y a la vez lo arraigado en la tradición de Cataluña, en el campesinado de su interior.

      El problema “rabassaire” venía de antes por las disputas entre los propietarios de las vides catalanas y sus arrendatarios. Desde los años 1870 se cambia en España en bastantes tierras el cultivo de cereales por el más rentable de viñedos; especialmente en Cataluña, que tuvo una época de enorme auge, de grandes exportaciones de caldos sin competencia posible por la plaga de la filoxera, procedente de América, que en 1882 había atacado a las viñas francesas e italianas. Las disputas se agravarán cuando la plaga llegue a Cataluña diez años después.

      Inicios del nacionalismo vasco

      Guardan también relación con la crisis del 98. Y al igual que en Cataluña, el nacionalismo es algo del todo nuevo. La historia de lo que hoy se llama País Vasco ha estado unida desde muy antiguo a la de los demás pueblos que concurren en la unidad que consuman los Reyes Católicos. Y es conocido que vascos –hidalgos– en gran número fueron a continuación tomados al servicio de la corona por Austrias y Borbones, y que han sido de enorme relevancia en las grandes gestas de la nación, como los insignes marinos Elcano, Legazpi, Urdaneta, Oquendo, Blas de Lezo, Churruca...

      A configurar el primer nacionalismo vasco concurre ante todo la singular personalidad de Sabino Arana (1865-1903). Su padre, solvente propietario de un astillero naval, antiguo liberal-conservador, pasará a apoyar la sublevación carlista de 1872 a 1876 (como entonces muchos neocatólicos ante la anarquía del sexenio 1868-74) por lo que tendrá que exiliarse al fin de la guerra en Francia durante un tiempo.

      Momento decisivo de su vida –como referirá Sabino Arana– fue el de una especie de revelación que le hace ver claro (después de una conversación con su hermano Luis) que los vascos no son españoles, sino que han sido los anulados históricamente por ellos. Y precisa la fecha: el Domingo de Resurrección de 1892; domingo, que hasta el presente es celebrado anualmente por el nacionalismo vasco como el Aberri Eguna, o día de resurrección de la patria vasca.

      Sabino fue educado en su juventud en un ambiente de familia y de estudios claramente religioso. Cursa el bachillerato entre 1877 y 1881 en el colegio internado de los jesuitas de Orduña (Vizcaya). De 1882 a 1888 permanece en Barcelona. Cursa derecho en su universidad, pero sin interés particular alguno, ni contacta con el naciente catalanismo. Lo considera poco nacionalista; no independentista. No obstante, lee Lo Catalanisme de Almirall y asumirá algunas de sus ideas.

      El mismo año 1892 da a conocer su pensamiento en el opúsculo Bizkaya por su independencia, en el