Las azulejerías de la Habana. Inocencio V. Pérez Guillén. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Inocencio V. Pérez Guillén
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9788437094229
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1.386.543 Kg. Alicante había exportado ya “ladrillos comunes” a América en 1879 y 1881; en 1882 exporta 325.700 Kg de “ladrillos y baldosas” con ese destino; en 1884, 20.000 Kg a los que hay que sumar 22.000 Kg de loseta y mosaico; en 1886 las cantidades descienden a 2.500 y 4.000 Kg respectivamente; en 1887, 120.000 y 41.000 Kg; en 1889, 2.400 Kg de azulejos en total sin especificar destino; 1898, 9.970 Kg; 1899, 7.100 Kg también de azulejos.

      8. Id. En 1892, Denia exporta 14.700 Kg; Santa Pola, 43.800 Kg; Torrevieja, 5.610 Kg; Altea había exportado en 1881, 4.500 Kg aunque el puerto que más regularmente expide es Santa Pola tanto a Europa y África como América.

      9. Bernardo Mundina Milallave, Historia, geografía y estadística de la provincia de Castellón, Castellón, 1873, p. 203.

      10. Ibid. id., p. 419. El autor da noticias sobre el comercio agrícola, las ferias y el auge de las mismas posibilitado por las nuevas vías de comunicación.

      11. Colección Andrés Sosa de La Habana; él mismo halló los dos ejemplares que estudiamos en escombros procedentes del convento de San Francisco de La Habana (422 y 423).

      12. Sobre la primitiva fábrica de San Francisco, véase Joaquín E. Weiss, La arquitectura colonial cubana. Siglos XVI, XVII, t. I, La Habana, 1985, pgs. 46-47.

      13. Está fragmentada, sus medidas 7 × 2 × 14? cm. Tiene en el dorso una señal “6” pintada con manganeso. El diseño es común a muchas piezas de finales del siglo XVI y se da también en Valencia, cfr. Inocencio V. Pérez Guillén, La cerámica arquitectónica valenciana. Los azulejos de serie. Siglos XVI-XVIII, t. II, Valencia, 1996, p. 26, n° 33.

      14. Se trata de un panel de 3 × 3 azulejos de 0,22 × 0,22 cm (el palmo valenciano; según ejemplares y hornadas pueden oscilar algunos milímetros en sus dimensiones) procedentes como el resto de piezas conservadas en el Gabinete de Arqueología de La Hahana de edificios no determinados de La Habana Vieja y que hasta ahora se creían erróneamente sevillanos.

      15. Véase al respecto, Inocencio V. Pérez Guillén, Cerámica arquitectónica valenciana…, I, op. cit. p.103 y fig. 7 y 8.

      16. Las complejas vicisitudes de construcción y sucesivas ampliaciones del puerto de Valencia pueden verse en A. Díaz, A. Pons, J. Serna, La construcción del puerto de Valencia, problemas y métodos (1283-1880), Valencia, 1986.

      17. Sobre las características de la arquitectura civil cubana del siglo XVIII debe verse, Joaquín E. Weiss, La arquitectura colonial cubana. Siglo XVIII, t. II, La Habana, 1985, pgs. 39-40 y fot. 26-29. El autor apenas da importancia a las azulejerías colocadas en reformas del siglo XIX casi siempre.

      18. Alejo Santillán, Memoria o breves apuntaciones geográficas, economico-estadísticas y de rentas, Castellón, 1843; utilizadas y citadas por Pascual Mádoz, Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones en Ultramar, Madrid, 1845-1850; ed. Valencia, 1982, t. I, p. 266.

      19. P. Mádoz, Diccionario…, ed. 1982, II, op. cit., pgs. 297 y 300. Mádoz denomina “ladrillos” en todos sus cuadros estadísticos a los azulejos que se incluyen por supuesto en la lista de 29 principales artículos de exportación que da este autor para “El Reino de Valencia”.

      20. Aunque hay que suponer que son mayoritariamente valencianas, en esta cifra pueden estar incluidos azulejos de otras procedencias. Sobre la fuente, cfr. not. 1.

      21. En el diario valencianos Las Provincias de 25-VI-1867, aparece una crítica de los azulejos presentados a la Exposición Regional Valenciana que se celebra entonces en la capital. Se condena duramente la producción de Manises por su baja calidad y su falta de innovación técnica y artística; los azulejos de la fábrica de San Carlos de Valencia, única de la ciudad que se presentó al certamen, son considerados de calidad discreta; sin embargo los de Onda, de Novella, Garcés y Compañía, solo reciben elogios y acertadamente se augura a la industria cerámica de esta población un futuro espléndido.

      22. Hasta 1870 los datos de Comercio de Ultramar se dan en unidades (número de azulejos); a partir de 1871 en Kg, por ello las cifras son más complejas y no se redondean.

      23. Aunque es un tema no estudiado, hemos localizado en Estambul un chapado parietal de 10 × 43 azulejos de 20 × 20 cm con seis costillas paralelas dorsales (faltan 5 piezas que han dejado la huella en la argamasa); se halla en la zona de vapor templado del hamam de Hasan Yilmaz, en Cesme Sok 79. El chapado está parcialmente recubierto por otro reciente de forma que sólo resultan visibles las cuatro filas superiores de azulejos. Cfr. 211.

      24. Artucio Urioste, Alejandro, Catálogo de azulejos franceses del siglo XIX hallados en Uruguay, Argentina y Brasil, Montevideo, 1998.

      25. Respecto a este tipo de paneles debe verse, Inocencio V. Pérez Guillén, La pintura cerámica valenciana del siglo XVIII, Valencia, 1991. Muchas veces si los dedicaba algún particular se hacía constar en la rotulación correspondiente: “A devoción de…”; si los costeaban todos los vecinos, “A expensas de la calle”, etc. Frecuentemente contienen además el año de erección por lo que resultan de gran valor documental. Sólo a finales del siglo XVIII y principios del XIX los pintores firmaron algunos y se hizo constar también la fábrica de procedencia; ello sucedió en el periodo en que María Salvadora Disdier dirigió las Reales Fábricas de Azulejos de Valencia. Las firmas de Francisco Dasí en el último cuarto del XIX son también una excepción al anonimato generalizado de estas obras.

      26. Los más frecuentes son cuadrados de 2 × 2 azulejos de palmo y tienen el número de la Estación (cada uno de los catorce hitos) rotulado; sólo excepcionalmente se hicieron más amplios y con inscripciones piadosas alusivas (uno de los urbanos de Algemesí (Valencia) por ejemplo); en Alcora y para el Calvario de la propia localidad se pintaron placas de gran tamaño y con un excelente dibujo academicista.

      27. La mejor colección de azulejos-lápida del siglo XIX que incluyen siempre símbolos mortuorios (el cabo de vela apagada, el reloj de arena, la guadaña, las tibias cruzadas, las calaveras, etc.) se halla en el Museo del Azulejo de Onda (Castellón); la de placas, de mayores dimensiones que los azulejos de serie, procede del cementerio de Alcora y se guarda en el Museo Municipal de Cerámica de esa población castellonense.

      28. Véase al respecto, Inocencio V. Pérez Guillén, Cerámica arquitectónica valenciana. Los azulejos de serie, siglos XVI-XVIII, t. I, Valencia, 1996, pgs. 213 ss.

      29. Respecto a estos productos puede verse, Inocencio V. Pérez Guillén, Ceramica arquitectónica valenciana…, op. cit, t. pgs. 176 ss. y t. II, n°s 669 a 741.

      30. Ibid. id., t. I, pgs. 224 ss. y t. II, n°s. 773 a 795.

      31. Ibid. Cerámica arquitectónica. Azulejos valencianos de serie. El siglo XIX, op. cit., t. I, pgs. 182 ss. y t. II, n°s 1073 a 1219.

      32. Véase, Alejandro Artucio Urioste, El azulejo en la arquitectura del Río de la Plata, Montevideo, 1996, p. 60, n°s. 126, 127 y 128.

      33. Archivo del Reino de Valencia (A.R.V.). Clero 721. Libro Mayor de gasto del Real Convento de Nuestra Señora del Puche siendo comendador segundo trienio el reverendo padre presentado Fray Ignacio Bayo. Año 1739. Mayo de 1754.

      34. Archivo Histórico Municipal de Valencia (A.H.M.V.). D / E-12. Libro de Intrumentos de Propios y Arbitrios 1774-1775. 21 de abril de 1774. Se conserva también el informe favorable del arquitecto municipal Lorenzo Martínez en el que señala: “Cuyos efectos se harán colocandose dicha cenefa y quedará permanente y decente para lo cual se necesitan seiscientos y veinte Azulejos de a palmo, que el coste de éstos y su colocación ascenderá a cuareinta y ciete libras (sic.) de moneda corriente quees cuanto comprende el presente asunto. Valencia y Abril 16 del 1774”. El 21 de mismo mes se aceptaron las condiciones por parte de la ciudad.

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