HUMOR DEFECTUOSO
Sansón tampoco pudo resistir las bromas. Él era, entre otras cosas, un payaso orgulloso de ser un comediante, que se ganaba la admiración y el respeto al hacer reír a la gente con su humor extraño y su ingenio. He conocido gente como esa, y espero que usted también. Como ejemplo tenemos uno de sus enigmas. Él arruinó su propio desayuno de bodas al presentarles a los jóvenes filisteos (sus invitados de bodas) el siguiente enigma:
Del devorador salió comida;
Y del fuerte salió dulzura.
“¿De qué estoy hablando?” preguntó. La respuesta era, como sabemos, que Sansón se acordó de cuando encontró abejas haciendo su panal y fabricando miel en el cadáver de un león que él había matado. Naturalmente, él no esperaba que nadie hubiera sabido esto. Los jóvenes (no estaban deseosos de ser avergonzados por este forastero, especialmente después que todos ellos apostaron un juego de vestidos a que sí podían descifrar el enigma que les había propuesto) presionaron a su novia para que él le diera la respuesta correcta. Ella hizo como se lo pidieron, luego le dió la respuesta a los jóvenes, y ellos inmediatamente le dieron la respuesta a Sansón. Al darse cuenta de lo que habían hecho, Sansón se enojó, arruinó la fiesta de bodas y se fue furioso a casa.
¿Por qué se enojó? Bueno, porque se suponía que nadie podía superar las bromas de Sansón. Le descifraron su enigma, había sido desairado por estos filisteos, y esto no le gustó. Lastimaron su vanidad de payaso, de tal manera que su euforia se convirtió en furia. Al no tener éxito con esa broma, Sansón inmediatamente continuó con un humor más destructivo involucrando animales, incendios y campos de grano. Él atrapó trescientas zorras (me pregunto, ¿cómo?), las amarró por la cola en pares, les sujetó una antorcha prendida a cada par de colas, soltó a las criaturas aterrorizadas y de esta manera quemó completamente la cosecha filistea. Me imagino que mientras que las zorras corrían, Sansón estaba al borde del campo matándose de risa. Como cualquiera lo hubiera anticipado, la secuencia de bromas aumentó con la pérdida innecesaria (y trágica) de vidas (Jue. 15: 3-17).
En otra ocasión, después de pasar un tiempo con la prostituta de Gaza y sabiendo sin lugar a dudas que abría un intento para evitar que saliera, Sansón pensó que sería espantosamente divertido levantarse a medianoche, sacar del suelo las puertas de la ciudad con sus dos pilares y su cerrojo, echárselas al hombro treinta millas, y plantar toda la estructura sobre una cumbre pulida y lisa que estaba delante del Monte de Hebrón, totalmente alejado de cualquier vivienda humana. Una vez más vemos a Sansón permitiendo que su sentido del humor lo conduzca a un comportamiento fantástico.
Al final encontramos a Sansón fastidiando a su chica Dalila con cuentos tontos acerca de lo que a él lo hacía fuerte. Ella estaba maquinando su caída mientras que él se burlaba de ella. Cuando finalmente él le dijo su secreto (que como nazareo, su cabello nunca había sido cortado), su bromear tuvo resultados fatales – esta vez para él mismo (Jue. 16:4-30).
El humor incontrolado de Sansón lo hicieron comportarse repetidamente como un payaso infantil, irracional e irresponsable, y esto fue una verdadera debilidad de carácter. El humor, como tal, es un endulzador de la vida dado por Dios y que protege nuestra sensatez, pero tenemos que controlar nuestro sentido del humor, y no dejar que nos controle a nosotros.
ENOJO DEFECTUOSO
Sansón también tuvo problemas, como lo hemos visto, para controlar su temperamento. El enojo es una incitación a golpear, lastimar y destruir, y la historia de Sansón lo presenta como un hombre que está constantemente enojado. Él no podía soportar una expresión de menosprecio. Una de sus ideas fijas, al parecer, era que él tenía que retribuir a la gente. Ojo por ojo era la regla de la vida de Sansón. Él trataría a otros de la manera como ellos lo trataron a él, sólo que peor, así él obtenía una revancha victoriosa y terminaba como el más listo. Esta actitud aparece en su última oración: “acuérdate ahora de mí, y fortaléceme, te ruego, solamente esta vez, oh Dios, para que de una vez tome venganza de los filisteos por mis dos ojos” (Jue. 16:28). Sansón no vió que la vida consiste en algo más que vengarse por los males que se nos hacen. El no ser capaz de controlar su temperamento era otra debilidad en el carácter de Sansón; en lugar de ello, él permite que el enojo y el orgullo abunden una y otra vez para lastimar a otra gente. (El amor al prójimo, tal como lo enseñó Jesús y los apóstoles, hace exactamente lo opuesto: ver Mt. 5:38-48; Lc. 10:25-37; Rom. 12:17-21; 1 Jn. 3:11-24; 4:7-21.)
En vista de esto, mire nuevamente las bromas pesadas de Sansón. La gente todavía cree que al hacer reír a otros ellos están reafirmándose como miembros de la sociedad, así que si sus bromas expresan malicia y enojo, eso será perdonado y olvidado porque han hecho divertir a la gente. Sansón era evidentemente esa clase de hombre. Como vemos, sus acciones cómicas realmente tienen un lado detestable. Son bromas crueles y descorazonadas. Son bromas que expresan un deseo de estar por encima de la gente a la que se les está burlando. Tales bromas no son expresiones de benevolencia. Son graciosas, pero la gracia es una gracia fea. Las bromas son enojos disfrazados. Fue un defecto en Sansón el que su conciencia parece no haberle molestado por esto.
Critico las bromas de Sansón con cierta vacilación porque cuando comencé a predicar, yo era súper serio. El ministro principal con el que trabajaba me dijo un día: “Mira, eres demasiado serio cuando predicas como para que la gente te tome en serio. Dios te dió el sentido del humor. ¡Úsalo!” (Él era en realidad un irlandés, así que él dijo yummor [rima con tumor]. He estado introduciendo bromas en mis sermones desde ese entonces, y pienso que es una buena idea. Pero trato de evitar que sean maliciosas o degradantes. Yo veo a Sansón como a un hombre dominado por su sentido del humor, un hombre que tenía la costumbre de actuar como tonto y pensar que el propio hecho de estar haciendo algo gracioso justificaba su mal comportamiento.
LA PERSONA DE DIOS
Sin embargo Dios escogió a Sansón para que fuera su sirviente especial. De vez en cuando surge en la historia de Sansón un recordatorio del hecho que Sansón era un hombre de Dios, apartado para la obra de Dios, y que es Dios quien está controlando el curso de las acciones y experiencias de Sansón. Esta es la parte de la historia de Sansón que nos da esperanza. Nosotros también vivimos vidas tragicómicas defectuosas, vidas llenas de errores y deficiencias, vidas en las cuales lo que creemos que son nuestras cualidades alimentan nuestro ego y se convierten en nuestros verdaderos defectos. Pero Dios fue Dios para con Sansón – y es Dios para con nosotros.
En cierta forma extraña, hay cosas en la historia de Sansón que nos recuerdan al Señor Jesucristo – otra persona nacida milagrosamente para los propósitos del reino de Dios. Jesús también tenía sentido del humor. Ciertamente, era un sentido del humor bastante firme e inteligente. Seguramente nos sonreimos un poquito de la idea de un camello pasando por el ojo de una aguja, o un hombre con una viga saliéndole de su ojo tratando de quitar una paja del ojo de otra persona. Sin embargo, Jesús no estaba esclavizado a su humor. El fue un hombre de cortesía, sabiduría, benevolencia y prudencia en una manera como Sansón nunca lo fue.
En lo que respecta al dominio propio, al no perder el control, Jesús fue vituperado pero él no vituperó en respuesta. Él se encomendó al que juzga justamente. Eso es verdadera madurez humana, una madurez a la que todos los que somos de Cristo hemos sido llamados a aspirar (ver 1 Ped. 2:19-23). En este aspecto, Jesús y Sansón eran diametralmente opuestos.
ADVERTENCIA CRISTIANA
La historia de Sansón