También se ocupaba de filtrar la correspondencia de la organización sin pasar por la correspondiente revisión. Más potente era la organización en el Centro de Reclutamiento e Instrucción Militar (CRIM), donde Juan Ruiz Alarcón tenía encuadrados a más del noventa por ciento de los empleados. «Esto era sumamente importante para sabotear las llamadas de quintas por el gobierno rojo, dar inútiles totales o parciales a los quintos que convenía». En la comandancia militar tuvo una especial actuación Rodríguez Mendo, quien no solo se dedicó a la captación de personal, sino que también realizaba octavillas clandestinas que se repartían por la ciudad para socavar la moral de la retaguardia. Por último, cabría mencionar la célula que funcionaba en el Hospital Militar dirigida por el enlace Antonio Moral Guillén. En esa institución Moral tenía organizadas varias escuadras que procuraban retener el mayor tiempo posible al personal de derechas a fin de que no fueran enviados al frente. Para conseguir estos fines procuraban dotarlos de preparados químicos que les provocaran falsas enfermedades de estómago y de los ojos. Todo un complejo entramado que perseguía el sabotaje y la dislocación de la retaguardia republicana. Para ello se sirvieron de diferentes estrategias:
Todo lo que fuera sabotaje se practicaba a gran escala. Así, se acaparaba la moneda fraccionaria para dificultar la compraventa corriente y diaria en mercados, cafés, etc. Y, sobre todo, se hizo intensa campaña entre los campesinos para que no sembraran sino aquello que sirviera para el consumo suyo y de su familia, ya que el gobierno rojo les iba a robar el resto o pagárselo en moneda que luego iba a ser inservible. Esta propaganda causó sus deseados efectos.105
Estos sabotajes también tuvieron lugar en el Campamento Álvarez de Sotomayor con tal eficacia que, según José Pérez-Hita Jover, se produjo una rebelión entre los soldados acuartelados por la falta de comida. En cualquier caso, Pérez-Hita Jover destacaba sobre todas sus actuaciones la que tenía que ver con la recluta de derechistas.
Quizá la labor más interesante llevada a cabo por los oficiales de derechas fuera la de librar de la muerte a muchos soldados que venían de sus pueblos al llamamiento de sus quintas tildados de derechistas. Así sucedía que llegada una expedición de un pueblo en la que todos eran rojos menos uno o dos. Los rojos informaban acto seguido mal de sus compañeros, estos quedaban fichados y era un peligro que fuesen destinados todos juntos al mismo frente.106
He aquí una de las claves del problema. El intento de movilización total del Estado republicano topó con la oposición de su propio funcionariado que, ante los rumores de que a los simpatizantes de las derechas se les utilizaba como carne de cañón en el frente, se dedicaron a un boicot sistemático a la República.
Y al final lo mandaron a un frente, a un batallón disciplinario, como desafecto para que hiciera lo que, también ya al final cuando ya les parecía muy descarado al cabo de tanto tiempo de guerra ya consolidada asesinar así como siempre lo habían hecho sabes que en los batallones disciplinarios los incondicionales de ellos, los peores de ellos, mandaban por delante a los del Batallón disciplinario o para que los mataran las mismas tropas de Franco o ellos los mataban por la espalda. (Óscar) Ummm umm (afirmativo) (Ginés) ¿Conocías esa táctica? (Óscar). No (Ginés). La táctica era coger un grupo de pre, de presos contrarios al rojerío este y ponerlos en primera línea en un enfrentamiento con el Ejército de Franco. Claro, muchos de ellos lo que hacían apenas podían, jugándose la vida y perdiéndola muchos, era pasarse, pero otros o el Ejército de Franco, viéndoles venir atacándoles pues los atacaban y caían o por la espalda los milicianos rojos pues los mataban y habían caído en combate eso se usó muchísimo, muchísimo.107
El marco de injusticia actuaba y los costes de oportunidad iban decreciendo inexorablemente. Por un lado, y a pesar del riesgo, su acción era relativamente segura y, por otro, cada día que pasaba la República perdía más y más la guerra. En su mentalidad no se trataba tanto de un boicot como de una labor humanitaria, si bien, una vez iniciadas las actividades, poco a poco se fueron polarizando las posturas. Los testimonios que hemos obtenido sobre este aspecto son rotundos. El relato de Juan José Pérez Gómez, quien nos explicó que salió de su escondite porque temía que su padre sufriera represalias si no acudía a la movilización de su quinta, camina en el mismo sentido.
Yo estuve de cortijo en cortijo por ahí en la Sierra. Y entonces el gobierno republicano, el gobierno republicano como llamaban a filas. (Pregunta) Sí, me comentó. (Juan José) Iba huyendo que no me cogieran pero claro al enterarme. (Mercedes) Pues con familiares y todo eso... (Juan José). De que a los padres de los soldados si no comparecían los metían en la cárcel pues pensé en mi padre y me presenté.108
A Juan José nadie le evitó la movilización, aunque él mismo pudo escaparse gracias a una confusión del propio Ejército. Finalmente fue descubierto y pasó un tiempo encerrado en los calabozos del SIM, donde ya, por fin, recibió ayuda de médicos vinculados a la clandestina. Como se puede comprobar no son actos aislados, sino que más bien son recurrencias que nos remiten a un hecho estructural: importantes sectores del funcionariado se resistían cotidianamente a la República.109
Por lo que respecta al Socorro Blanco, la tarea era bastante sencilla y ya estaba muy organizada en tiempos de Carmen Góngora. Según el guardia civil José Ferrando Segarra, simplemente consistía en
... recoger fondos entre sus amistades de derechas, cantidades que entregaba a Manzano [Manuel Rodríguez Manzano] y sabe que este, a su vez, las hacía llegar al Sr. Aramburu. Más adelante, cuando detuvieron a una mujer apellidada Amezcua [momento de caída de Carmen Góngora], también se le encomendó al dicente el repartirlo. Alrededor de unas ochocientas pts. Recogía el que declara [...] El secreto era indispensable para la buena marcha de las actividades que de ser descubiertas aparejarían muchos males.110
La organización se extendió por toda Almería, llegando incluso a implicar a más de quinientas personas en toda la capital. Este proceso lo explica con mayor claridad el propio Manuel Rodríguez Manzano:
El dinero lo recogía de personas de quienes le constaba su afección a la causa nacional, a quienes decía que se destinaba a socorrer directamente el que habla a algunas personas que habían quedado en mala situación, pero sin descubrir nunca que los fondos fuesen a parar, como así era, a la organización. Los fondos los entregaba directamente a Carmen Góngora, y cuando esta y gran parte de sus colaboradores fueron detenidos, los entregaba al Sr. Fernández Aramburu que era quien vino a sustituir a Carmen Góngora en las tareas clandestinas, remozando la organización y dándole una nueva orientación que, sin excluir el socorro blanco, se ampliaba a sectores de información, enlace con la zona nacional y otras actividades más.111
El éxito organizativo hizo que algunos pensaran en pasar a la acción aunque, finalmente, el éxito del SIM puso las cosas en su sitio. Como el propio Ferrando Segarra estimaba:
En un principio los más exaltados querían, a todo trance, lanzarse a la calle y apoderarse de la ciudad de Almería. Y hay que decir que en honor a la verdad que la cosa hubiera sido sin grandes dificultades. Pero solo se hubieran podido mantener dos o tres días porque lo lógico hubiera sido que los rojos hubiesen lanzado fuerzas sobre la capital que hubieran dado al traste con todos los sublevados.112
Ese éxito proselitista, añadido a la prolongación excesiva de la guerra, causó, en opinión de Manuel Trujillo, el fin de la Red Hataca. Cuando la clandestinidad se extiende tanto apenas es posible guardar el sigilo y la discreción necesaria, de manera que es fácil descubrirla y encarcelar a sus componentes. Eso ocurrió en diciembre de 1938, cuando se estaba produciendo un paso a zona nacional por parte de Pabilo –el enlace en la zona de Paterna–. Una vez detenido este, fueron cayendo poco a poco los grandes dirigentes: Fernández Aramburu, Manuel Mendizábal, etc. Manuel Trujillo pudo escapar porque fue avisado a tiempo por los enlaces, de manera que se apropió de la emisora de radio de Albox y huyó a la Sierra de Lúcar, donde le sorprendería el final del conflicto.113 Esta declaración coincide bastante con la versión de los hechos que ofreció Mendizábal:
La organización